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Reportaje:Primer plano

Recuperarse de la Depresión 2.0

El aumento del paro en EE UU lastra una reactivación que se muestra débil y vulnerable

A Barack Obama le cuesta que cale su mensaje de esperanza. Le empiezan a sudar las manos, como dicen en Wall Street. Y Kevin Mendelson sabe por qué. Este neoyorquino palpa a diario el estado de la economía real, viajando por Estados Unidos y enseñando a sus clientes cómo aplicar los cosméticos de la marca que representa. "Ni los pintalabios se salvan de la recesión", comenta, "la gente va a lo básico, y piensa sólo en conservar su empleo y su casa", asegura.

Durante meses, el presidente de Estados Unidos y el de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijeron a los inversores y al ciudadano de a pie que una recuperación en la segunda mitad del año era una apuesta segura. Los estadounidenses, optimistas por naturaleza, lo compraron. Pero con el segundo semestre dando ya sus primeros compases, el telón del repunte sigue echado.

Ya casi nadie en la Casa Blanca se atreve a hablar de los 'brotes verdes'
"Hay signos de estabilización, sí, pero no mucho más que eso"
Obama predijo que el paro no rebasaría el 8% este año. En junio llegó al 9,5%
En la crisis de 1929 se alternaron periodos de recaídas y de estabilidad
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Lo cierto es que ya casi nadie se atreve a hablar en voz alta de brotes verdes, ni desde la Casa Blanca, ni desde el Tesoro, ni desde la Reserva Federal. Es más, la Asociación Nacional para la Economía de las Empresas (NABE, por sus siglas en inglés) advertía esta misma semana de que la recesión continúa y que el 55% de las empresas dicen no haber tocado fondo. Eso sí, percibe que la contracción ya no es tan severa.

La Reserva Federal anticipa una caída de entre el 1,5% y el 1% del PIB para este año y que el próximo ejercicio la economía se expanda a un ritmo entre el 2,1% y el 3,3%. Se trata de una mejora de medio punto respecto a lo dicho en primavera. Pero la recuperación de la Depresión 2.0, como la denomina Bernanke, será "lenta" y el paro rebasará el 10% este año y se mantendrá alto en 2010 y 2011. Bernanke usó esa denominación en la misma entrevista televisiva en que habló de los famosos "brotes verdes". Con ello venía a decir que la recesión actual es en algunos sentidos como una segunda versión de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, un paralelismo que ha vuelto a usar esta semana en su comparecencia en el Congreso, en la que se mostró cauto con respecto a las perspectivas de una recuperación.

"Hay evidencias de que la recesión pierde fuerza, pero hay pocos signos que indiquen que habrá una recuperación inmediata", según IHS Global Insight. "Signos de estabilización, sí, pero no mucho más que eso", añaden desde Goldman Sachs, mientras que desde Standard & Poor's se evidencia que los indicadores muestran una imagen mixta, con datos en direcciones opuestas.

El telón de la expansión, coinciden sus economistas, empezará a levantarse más tarde de lo que piensan en la Reserva Federal y en la Casa Blanca. En el más favorable de los escenarios, los economistas creen que la expansión sería a un ritmo anualizado del 3,8% en el segundo semestre. Los más pesimistas no lo ven por encima del 1,8%. Y hay incluso quien predice que la cortina subirá durante un breve periodo para luego bajar.

El acta de la reunión del banco central de los días 23 y 24 de mayo reconoce que la economía sigue "débil y vulnerable". Y aunque si bien es cierto se está cerca de un punto de "inflexión", Bernanke dijo el martes en el Capitolio que no retirará los estímulos hasta tener claro que se avanza hacia un crecimiento firme y hasta que el empleo muestre signos de mejora.

Sus comentarios, de hecho, siguieron un tono más dovish -favorable a mantener bajos los tipos de interés- que en el pasado. Aunque habló de una mejora en las condiciones financieras y en las perspectivas económicas, sus palabras mostraron preocupación por las perspectivas de gasto de las familias, una partida de la que dependen dos tercios de la economía. "Aunque hay signos de estabilización, el consumo permanece constreñido por la pérdida de empleo, la caída en los ingresos y las rigideces en el crédito", explicó Ben Bernanke, mientras indicaba que este factor representa un importante riesgo a la baja para las perspectivas futuras de crecimiento en Estados Unidos.

El economista Nouriel Roubini ya predijo que la recesión en Estados Unidos duraría 24 meses, por lo que en su escenario la recuperación no llegará hasta enero. Y proyecta un crecimiento anémico del 1% para los dos años sucesivos y elevadas tasas de paro. Es más, anticipa que podría entrarse en un nuevo periodo de recesión al final del 2010 si los estímulos se retiran antes de tiempo.

Los economistas de ING tampoco apuestan por una recesión con forma de V, y creen que la tendencia será hacia un crecimiento mucho más lento del que siguió a pasadas contracciones. "Que la economía pasó lo peor es algo que está por ver", señalan, a la vez que recuerdan que en la Gran Depresión ya se vivieron periodos de estabilización antes de las recaídas.

Peter Orszag, director de presupuesto en la Casa Blanca, intenta mostrar una imagen más optimista. "La caída libre ya pasó", afirma, refiriéndose a la sensación de pánico que dominó tras el colapso de Lehman Brothers. Y aunque habla de signos de progreso, como los indicadores adelantados del Conference Board, acepta que la recuperación llevará tiempo por la alta tasa de paro.

Y por ahí llega el primer golpe de realismo a la agenda del presidente Obama. Cinco meses después de que se aprobara su masivo plan de estímulos a la economía, el desempleo sigue subiendo con fuerza. A comienzos de año predijo que gracias a este paquete -dotado con 787.000 millones de dólares- la tasa de paro no rebasaría el 8%. En junio llegó al 9,5%,

El equipo de Barack Obama sigue diciendo que las medidas contempladas en el plan permitirán crear o salvar hasta 3,5 millones de empleos antes de final del año próximo. Pero la recesión ya se llevó por delante 6,5 millones de puestos de trabajo desde diciembre de 2007, de los que dos millones se produjeron desde que estampó su firma en el plan de estímulos.

A este ritmo, el economista David Rosenberg anticipa que se rebasará fácilmente el 10,8% de paro registrado en 1982, el más alto en el periodo de posguerra. La analista Meredith Whitney lo eleva al 13%. Es más, creen que si en algún momento las empresas empiezan a notar una mejora en la coyuntura, antes de contratar convertirán a tiempo completo los contratos parciales.

Una quincena de Estados del medio centenar que integran Estados Unidos tenía en junio una tasa de paro superior al 10%. La más alta es la de Michigan, la zona cero de la recesión, donde se rebasó el 15% por primera vez desde 1984. Los otros Estados con tasas de dos dígitos incluyen a California, la primera economía del país, Florida, Illinois, Indiana, Nevada y Ohio, donde sufren una fuerte corrección en la vivienda y serios problemas presupuestarios.

La respuesta de Obama a la crisis en los primeros seis meses de mandato es calificada de "inteligente". Pero el público no percibe los beneficios de su medicina. "La recesión que se está mostrando parece ser más profunda y severa de lo que se pensaba", como señalan desde el Instituto de Política Económica, "y estas tasas de paro son sólo la punta del iceberg de la gran recesión. Hay mucho sufrimiento que no sale en las estadísticas".

La reacción del consumidor, según los economistas de IHS Global Insight, determinará, de hecho, el perfil de la recuperación a corto plazo. De momento optan por la cautela, como indicaba Kevin, lo que, según los analistas, anula el efecto de los estímulos fiscales al crecimiento. Y si el paro se combina con el colapso de la vivienda, la economía entra en un círculo vicioso difícil de romper.

Si las familias pierden su empleo, se retrasan en el pago de las hipotecas y se arriesgan a perder sus casas, lo que acelera la caída en el precio de la vivienda y agrava aún más la situación económica. Por eso Whitney reitera que la marcha del sector de la vivienda será clave para marcar el fin de la crisis. Ahí está el origen de los males, y por ahí es por donde se cree debe llegar la cura.

"Se subestimó hasta ahora lo mucho que la economía depende de la industria hipotecaria, y eso debe cambiar", remacha la analista. El sector está totalmente desequilibrado. Y los últimos datos muestran la crudeza de la realidad por la que atraviesan millones de familias. Los desahucios aumentaron un 15% en el primer semestre y afectaron a 1,9 millones de hogares.

Hay otro dato demoledor: un 22% de los propietarios deben más a los bancos de lo que valen sus casas. Incluso en el caso de que una familia cumpla con las mensualidades, en esta situación no pueden refinanciar los préstamos para obtener un efectivo con el que pagar los estudios de los hijos o gastos extraordinarios. "Esto es lo que pasa cuando se retrasa lo inevitable", opina Whitney.

Barack Obama lanzó en febrero un plan con el que esperaba contener esta oleada de desahucios y revertir la caída de precios, ayudando a modificar entre tres y cuatro millones de hipotecas en un plazo de dos años. Pero hay muchas llamadas desde entonces a los bancos y pocos acuerdos cerrados. El Tesoro cuantifica en 325.000 las modificaciones de hipotecas.

Desde la Asociación de Banqueros Hipotecarios se pide tiempo para que el mecanismo muestre que puede funcionar. Pero ya en su momento los economistas no sólo advirtieron de que esta medida llegaba con retraso, además opinan que no es lo suficientemente potente para hacer frente al problema. Y si los desahucios siguen avanzando como hasta ahora, la pérdida de valor del mercado ascenderá al medio billón.

A pesar de tanta negatividad, hay indicadores -ventas de vivienda, inicio de nuevas obras y permisos de construcción- que empiezan a mostrar signos de estabilización y hasta de repunte. La caída del precio representa, además, una oportunidad para que aquellos que pueden acceder a un crédito compren a un precio más asequible. Pero nadie se atreve a hablar aún del fin de la corrección.

Con el mercado laboral y el de la vivienda sumidos aún en una intensa fase de degradación, la atención se dirige inevitablemente hacia su impacto en el ya tocado sector financiero. El índice de Standard & Poor's dedicado a los bancos duplicó su valor desde marzo, lo que se valora como otro signo más de estabilización. Esta semana, el índice Dow Jones ha superado esta semana los 9.000 puntos por primera vez desde enero.

Y a tenor de los resultados trimestrales, mejores de lo esperado, presentados por sus grandes titanes, podría decirse que la industria financiera parece haber superado lo peor de la crisis. O quizá no, porque al bucear en las cuentas de JP Morgan Chase, Citigroup, Bank of America y Wells Fargo se descubre el verdadero estado de salud del sector financiero.

Como cualquier gran prestamista, Citigroup está viendo cómo los problemas en el mercado del crédito se comen buena parte del beneficio, hasta el punto de tener que poner aparte 12.680 millones para cubrir futuras pérdidas. Mientras, Kenneth Lewis, desde Bank of America, advertía de que el paro y el deterioro en la calidad del crédito afectarán al rendimiento del grupo hasta entrado 2010.

Dicho de otra manera, los beneficios anunciados durante las últimas semanas muestran que el conjunto de la economía no está sacando tajada de los planes de rescate lanzados desde Washington. Y esto puede convertirse en una fuente de problemas para la Casa Blanca, que evita celebrar los resultados tras haber movilizado 4,7 billones para estabilizar el sector financiero.

Christopher Whalen, de Institutional Risk Analytics, no se deja impresionar y anticipa dos trimestres complicados para el sector antes de salir del túnel. Hasta ahora, explica, la prioridad estaba en estabilizar el sistema. Pero cree que se debe proceder ya a limpiar los balances de las entidades, otro de los planes de Barack Obama que le está costando arrancar.

Meredith Whitney añade que el mundo bancario no está preparado para una tasa de paro de dos dígitos y teme que acabe anulando los esfuerzos por estabilizar el sector financiero. "Los consumidores no van a empezar a gastar mientras vean que pueden perder el empleo y el acceso al crédito siga limitado", remacha la analista que anticipó el colapso de Citigroup.

Los resultados empresariales del segundo trimestre se siguen con atención, buscando indicaciones que señalen el fin de la crisis. Pero las grandes multinacionales, como el gigante de la maquinaria Caterpillar, ven los brotes verdes más bien fuera de Estados Unidos, en Asia, gracias a una estabilización de la economía global y a la reducción de las tensiones financieras.

Coca-Cola también se está beneficiando de su cada vez mayor presencia en China e India, lo que le ayuda a compensar la caída del consumo en Estados Unidos, que dice tiende a estabilizarse. Y tampoco hay que olvidar al revisar los resultados, como señalan los analistas, que tanto Caterpillar como la química DuPont anunciaron drásticos recortes de plantilla para reducir costes operativos.

De hecho, y retomando las consideraciones de Bernanke, los resultados publicados hasta ahora son un recordatorio de la delicada situación en la que se encuentran la economía y el sistema financiero. "Si el pequeño aumento en la producción que empieza a verse no se traslada en una subida en los ingresos y en el empleo, la recesión va para largo", concluyen en Nomura.

Hay otro indicador que sirve para entender el desequilibrio que sufre la economía de Estados Unidos y que puede minar el incipiente repunte. El déficit público acaba de rebasar el billón de dólares y se espera que se duplique de aquí al final del ejercicio fiscal, a últimos de septiembre. Esto plantea a su vez un quebradero de cabeza al equipo de Obama y a la Fed al planificar la estrategia de abandono de los estímulos.

"La línea es muy fina", dice Roubini, que predice que Estados Unidos superará la crisis antes que el resto de las economías avanzadas, gracias a que actuó antes que Europa a la hora de movilizar los estímulos fiscales y monetarios. Pero insiste en que si se apuesta verdaderamente por una economía fuerte, el agujero fiscal debe empezar a reducirse de inmediato.

En este sentido, desde el think tank conservador Heritage Fundation se recomienda a la Casa Blanca que aparque promesas electorales -como la reforma del sistema de salud o tasar las emisiones de gases de efecto invernadero- que eleven aún más el gasto público y hagan más difícil la recuperación económica, además de deprimir aún más el valor del billete verde.

Los analistas de IHS Global Insight dicen en este punto que el Gobierno federal tendrá la difícil tarea de elegir qué capítulos de gasto recortará y qué impuestos subirá para corregir el déficit. Movimientos en falso en este sentido, añaden, no se traducirán tanto en un aumento del riesgo inflacionista, pero sí forzarán a la Reserva Federal a levantar el pie del acelerador y subir los tipos de interés.

El debate que se abre paso entre algunos economistas es, además, si será necesario un nuevo plan de estímulo económico y si Obama podrá lograr el apoyo político necesario para sacarlo adelante, dado el gigantesco déficit y las voces críticas de la oposición. Los premios Nobel Paul Krugman y Paul Samuelson creen que sin más estímulo público a la demanda, el riesgo de una década pérdida a la japonesa o de una recaída en la Depresión 2.0 no está conjurado.

Barack Obama, durante su visita a una fábrica de General Motors en la campaña electoral.
Barack Obama, durante su visita a una fábrica de General Motors en la campaña electoral.REUTERS

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