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Tribuna:Laboratorio de ideas
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¿Salió EE UU de la recesión en marzo?

Juan Ignacio Crespo

La recesión de la economía norteamericana comenzó en diciembre de 2007. Ya ha completado, pues, 16 meses de duración, por lo que es momento de empezar a preguntarse cuánto tiempo más tiene de vida.

¿Por qué a los 16 meses? Porque todo lo que supere esa cifra convertirá la contracción económica actual en la más larga de las experimentadas por la economía de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, ya que las que siguieron a las dos fuertes subidas del precio del petróleo, en 1973-1975 y en 1981-1982, tuvieron exactamente esa duración de 16 meses.

La mayoría de las opiniones que se expresaban hasta hace poco descartaba por completo la posibilidad de que en esta ocasión la recesión se limitara a un periodo de menos de dos años. Sin embargo, el ambiente se ha tornado ligeramente más optimista a lo largo del mes pasado y eso permite que las opiniones que aventuren una salida de la recesión no demasiado lejana empiecen a parecer menos descabelladas.

También ha crecido el número de quienes creen que, sin que pueda descartarse por completo, una depresión económica resulta extremadamente improbable.

Argumento de autoridad

A mediados del mes de marzo, el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hizo una afirmación pública muy importante: que la economía de Estados Unidos había evitado una depresión económica. Bernanke no es infalible, pero la suerte ha querido que estuviera situado al frente del banco central norteamericano una de las personas mejor situadas para gestionar el reciente caos. El principal argumento para suscribir el diagnóstico de Bernanke es que la oferta monetaria de Estados Unidos ha estado creciendo a un ritmo del 10% desde hace 12 meses y del 15% en los últimos 6 (simplificando mucho, la oferta monetaria es la suma de las monedas y billetes en circulación, las cuentas corrientes, las libretas de ahorro y las imposiciones a plazo que hay en los bancos y cajas de ahorro).

Si algo aprendieron en Estados Unidos durante la Gran Depresión es que una de sus más llamativas características fue la caída de un 33% en la oferta monetaria. Algo que también sucedió en menor medida durante un episodio del siglo XIX mucho menos conocido y al que suele aludirse como "la otra Gran Depresión": entre 1875 y 1879 la oferta monetaria se redujo en un 9%.

Las autoridades monetarias norteamericanas, conscientes de lo peligroso de una disminución de la oferta monetaria, han intentado evitarla por todos los medios a su alcance y, por ahora, lo han conseguido. Seguro que tenían presente la conclusión de Milton Friedman de que durante las contracciones económicas de mediana gravedad la oferta monetaria crece o como mucho se reduce durante uno o dos meses.

Una oferta monetaria que crece a tasas de entre el 10% y el 15% parece evitar por lo tanto uno de los peores síntomas asociados a las depresiones económicas. Lo que en los momentos de desorientación actual no es poca cosa.

Duración de las crisis

Con el paso de los años y la mejora de los instrumentos de gestión económica, las crisis en Estados Unidos han ido reduciendo su duración e intensidad. Hasta la Primera Guerra Mundial, la duración media de las recesiones se situaba en 22 meses, y eso a pesar de que en el periodo de cómputo, 1854-1919, se habían producido dos tan prolongadas que llegaron a alcanzar tres años de duración una y cinco la otra. Entre la primera y la segunda guerra mundial (y a pesar de que el golpe más duro de la Gran Depresión duró tres años y medio largos) la duración media de las recesiones se situó en 18 meses. Teniendo esto en cuenta, ¿es demasiado optimista pensar en una duración de 20 meses para la recesión actual? Si la utilizáramos como hipótesis de trabajo, eso situaría el final de la recesión norteamericana en algún momento del verano próximo. Pero puede que ese final se produzca incluso antes: durante la primavera actual.

¿Por qué marzo?

Si en marzo ha mejorado algo el estado de ánimo general ha sido gracias a que muchos de los indicadores económicos que se han ido publicando señalaban o bien una mejoría o bien una reducción del ritmo de deterioro. Entre los primeros están, por citar algunos, las ventas de viviendas unifamiliares nuevas o la cartera de pedidos de bienes duraderos y, entre los segundos, las encuestas a los gerentes de compras o los diferentes índices de confianza de los consumidores. En suma, parece como si, tanto en Estados Unidos como en gran parte de Europa, se estuviera estabilizando el consumo privado.

La recuperación de las Bolsas en marzo ha sido una consecuencia y, a la vez, una causa de la mejora en el estado de ánimo. Es bien sabido que las Bolsas crean opinión y que su evolución condiciona en numerosas ocasiones el consumo. De entre todas ellas, con un 42%, la que más ha subido es la Bolsa china, que fue curiosamente la que más temprano anunció la recesión con una fuerte caída. No es extraño que en esta ocasión vaya también por delante de las demás gracias a la mayor credibilidad de que en estos momentos goza el plan de estímulo económico del gobierno chino.

Los mercados de crédito siguen congelados

Es cierto que los mercados de crédito siguen congelados y que eso es algo incompatible con la recuperación económica. Pero, ¡cuidado!, aunque los mercados de crédito siguen inactivos, las grandes empresas solventes se están financiando en los mercados de renta fija, captando recursos como si no hubiera mañana y haciendo que los datos del primer trimestre hayan marcado un récord por el volumen de dinero captado.

La clave para que se descongelen los mercados de crédito es el llamado plan "público-privado" del secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, junto con las "pruebas de esfuerzo" a que se está sometiendo a los principales bancos de EE UU y que deberían estar concluidas a finales de abril.

Si el plan Geithner funciona y las subastas de activos tóxicos son un éxito (aunque sea moderado) se iniciará el círculo virtuoso de recuperación de los precios de esos activos, algo que en parte ya está sucediendo con la caída (también en marzo) del coste de avalar las emisiones de empresas con peor crédito (hay que tener en cuenta que los activos tóxicos más extremos estaban hechos de puros avales). No es casual que la mejoría de precio se produjera justamente la víspera del anuncio del Plan Geithner, lo que es en sí mismo un síntoma de que el plan va a funcionar.

Las pruebas de esfuerzo, por su parte, permitirán conocer a finales de este mes cuáles de los bancos norteamericanos necesitan una ampliación de capital a la que, si no acude el sector privado, tendrá que acudir el público, pero esta vez ya sin que al presidente Obama le puedan acusar, desde posiciones populistas, de regalar dinero a los bancos o, desde la derecha republicana, de que está haciendo "socialismo financiero".

¿Cuándo se sabrá?

La fecha de comienzo y fin de las recesiones de EE UU las fija el National Bureau of Economic Research, un instituto de análisis económico de carácter privado. El problema, habida cuenta de la elevada ansiedad existente, es que suele hacerlo con muchísimo retraso. A veces, de casi dos años, por lo que, aunque la recesión se hubiera terminado en el mes de marzo, no es probable que se vaya a certificar públicamente su fin hasta el otoño de 2010. Una pista para orientarse hasta entonces será observar que los datos económicos malos, cuando se publiquen, no llevan su serie histórica por debajo del peor momento anterior. Eso querrá decir que Estados Unidos está en la senda de salida y que Europa, con suerte, les seguirá seis meses más tarde.

Juan Ignacio Crespo es Director europeo en Thomson Reuters.

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