Thomas Mann y sus disfraces
La biografía de Thomas Mann preparada por Hermann Kurzke, La vida como una obra de arte, revela los numerosos vínculos entre la escritura y las vivencias de uno de los autores más importantes del siglo XX, iluminando la manera en la que una y otra acaban influyéndose. Si esta aproximación totalizadora puede ser útil en el caso de numerosos escritores, en el de Thomas Mann parecería imprescindible: no sólo se trata de un artista que, siempre reservado, siempre encerrado en sí mismo, trata de descifrar el mundo y sus propias reacciones ante él, sino que ese mundo es, además, uno de los periodos más convulsos de la historia y las reacciones del escritor remiten, por su parte, a los grandes asuntos y a los grandes tabúes de la existencia. Como coeditor de las obras completas del autor de La montaña mágica, Kurzke es, tal vez, uno de los investigadores más capacitados para emprender la tarea.
La figura que descifra Kurzke es la de un escritor que se nutre de su propia experiencia para sus creaciones, pero que, al mismo tiempo, es consciente de que sus creaciones se proyectarán sobre su experiencia, obligándole a asumir a través de la escritura lo que trata de ocultarse como persona. Todo cuanto aborda, a excepción de sus libros, lo aborda desde la cautela, desde la reserva: su problemática sexualidad, su moroso compromiso político contra el régimen de Hitler. Kurzke describe a un Thomas Mann que, por una u otra razón, siempre duda en salir a la escena pública si no es bajo los disfraces cambiantes de la narración. Es lo que ocurre con sus inclinaciones eróticas y con sus opciones políticas. Pero, también, con su propio entorno familiar, sobre el que, como se aprecia, sobre todo, en la trayectoria de sus hijos Klaus y Erika, dejó una impronta a la vez incitante y devastadora.
Thomas Mann: La vida como obra de arte (una biografía). Hermann Kurzke, Traducción de Joan Parra Contreras. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2003. 808 páginas. 37,50 euros.