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EE UU | Primer plano

Tratamiento de 'shock' en el paraíso capitalista

Hace un año, cuando se gestaba el derrumbe de Bear Stearns, el término "nacionalización" revolvía las entrañas de Wall Street sólo con citarlo. Hasta que cayó Lehman Brothers y empezó la erosión del sistema. El Gobierno de Estados Unidos se vio forzado a examinar todas las opciones y diseñó un plan para movilizar de forma masiva capital público hacia los bancos.

Cinco meses después, la intervención del Tesoro asciende a 333.100 millones de dólares, dinero que sale de los 700.000 millones del fondo de estabilidad financiera creado en otoño para recapitalizar la banca. La ayuda pública está llegando a 495 entidades, grandes y pequeñas. Los principales beneficiarios son Citigroup y Bank of America, a cada uno de los cuales se destinaron 45.000 millones a cambio de una participación en su capital. Se acaban de inyectar otros 40.000 millones en la aseguradora AIG. Le siguen en la lista JPMorgan Chase y Wells Fargo, con 25.000 millones cada una, y Morgan Stanley y Goldman Sachs con 10.000 millones.

El principio es simple: para estabilizar la economía se debe estabilizar el mercado, y esto significa que antes hay que sanar el sistema financiero. Lo reiteró esta semana el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Preservar la viabilidad de los grandes bancos, dice, es "vital", y para ello hay que asegurarse de que disponen del capital y la liquidez para operar en la crisis. Es decir, hay que evitar otro Lehman Brothers.

El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, no tiene ningún interés en gestionar los bancos. Cree que el sistema puede sanar sin nacionalizar las entidades, porque le basta con tener una participación importante en el capital para influir en el proceso de ajuste.

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