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Reportaje:FERIA DEL LIBRO DE MADRID | ÁFRICA

El auge del individuo magrebí

El peso creciente de la novela en las letras magrebíes -y en general, árabes- está directamente vinculado a la ardua y dolorosa emergencia del individuo en sociedades tradicionalmente muy comunitarias, en las que lo esencial ha sido -y todavía es- la familia, el clan, la tribu y la umma o colectividad religiosa. Europa vivió en los siglos XVII, XVIII y, sobre todo, XIX este fenómeno del ascenso del individuo y, en consecuencia, del género novelístico, pero en el norte arábigo-musulmán de África, desde Marruecos a Egipto, el mismo no comenzaría a manifestarse de modo significativo hasta la segunda mitad del siglo XX, una vez emancipada la zona del dominio colonial. Hasta entonces la poesía y el cuento dominaban la literatura de ficción en árabe.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y la novela magrebí ha irrumpido con vigor en la escena literaria internacional. Fallecido en 2003, el rifeño Mohamed Chukri, que escribía en árabe dialectal, fue autor de una obra corta y autobiográfica de tremenda autenticidad y dureza. Al autor de El pan desnudo se le llamó en Occidente el "Bukovski" marroquí, aunque también podría relacionársele con el género picaresco del Siglo de Oro de la literatura en castellano.

Chukri nació en el seno de una

familia muy pobre, a diferencia de Dris Chraibi, otro maldito de las letras marroquíes contemporánea. Chraibi suele contar que él procede de una familia muy acomodada e imbuida de la gran cultura tradicional árabe, pero que, en un momento dado de su vida, eligió "ser pobre". En 1953 publicó en francés El pasado simple y con ello provocó un monumental escándalo en la pacata sociedad marroquí. Hoy sigue siendo un escritor libre e inconformista.

En el último medio siglo Marruecos ha aportado otros excelentes novelistas. En árabe, son dignos de ser citados, entre otros, los veteranos Abdelkrim Ghalab (Hemos enterrado el pasado) y Mohammed Berrada (El juego del olvido), y los algo más jóvenes Mohamed Azzedine Tazi (Días de ceniza) y Abelkáder Chaui (Patio de honor). En francés, es sobradamente conocido Tahar Benjellun (La noche sagrada).

A propósito de Luz fugitiva, una novela de Berrada sobre una emigrante marroquí que termina prostituyéndose en Madrid, el crítico Salim Jay escribió en 2005: "Transita entre la narración narcisista y la radiografía social", y "el narcisismo de los protagonistas es un homenaje audaz a la libertad individual". Es una fórmula que cabe aplicar a casi todos los escritores marroquíes que han publicado novelas en el último medio siglo.

En cuanto a Argelia, nos ha aportado, entre otros autores y fenómenos, a la novelista, cineasta y activista del feminismo y los derechos humanos Assia Djabar -la primera personalidad magrebí en acceder a la Academia Francesa- y también una de las primeras contribuciones magrebíes -si no la primera- a la serie negra con la obra de Yasmina Khadra, el seudónimo que emplea Mohamed Moulessehoul, ex comandante del Ejército. Escritas originalmente en francés, las novelas policiacas de Yasmina Khadra (La parte del muerto, El atentado...) cuentan con extraña y perturbadora intensidad la amarga historia contemporánea de Argelia, un país minado por la corrupción de la localmente llamada Nomenklatura y por una profunda violencia. El principal protagonista de estos relatos, el comisario Llob, tierno y cínico, nostálgico y valeroso, independiente y testarudo, es el primer investigador duro (hardboiled) norteafricano.

También es mucho más pujante

de lo que la mayoría se imagina al norte del estrecho de Gibraltar el pensamiento social, político y filosófico magrebí. La concesión del Premio Príncipe de Asturias otorgó visibilidad en el año 2003 a la socióloga marroquí Fátima Mernissi, que ya era conocida minoritariamente en España por obras como El harén político, Sultanas olvidadas y, sobre todo, Sueños en el umbral. Desde el espíritu de la mejor tradición musulmana, que opone a la literalidad de la interpretación integrista, Fátima Mernissi está construyendo un feminismo, un humanismo y una incorporación al ciberespacio genuinamente magrebíes.

Pensadores muy interesantes son asimismo el veterano filósofo marroquí Mohamed Abed al Jabri (Crítica de la razón árabe) y el también veterano historiador Abdallah Laroui, cuyo último libro, Marruecos y Hassan II, se publica estos días en España, en edición de Siglo XXI y traducción de Malika Embarek. Más jóvenes son el tunecino Abdelmajid Charfi (L'slam entre le message et l'histoire) y el marroquí afincado en Francia Rachid Benzine (Nouveaux Penseurs de l'Islam), que figuran entre los actuales promotores intelectuales de la reforma y modernización del islam.

Ofreciendo toda suerte de altavoces al último rebuzno del más fiero integrista magrebí, los occidentales, comenzando por los medios de comunicación, tendemos a ignorar la pujanza y el interés de la literatura y el pensamiento civiles magrebíes. Y sin embargo, los individuos levantan cabeza al sur del estrecho.

EGIPTO

Con El Edificio Yacobián, Alaa al Aswany ha conseguido un impactante éxito nacional e internacional para la novela egipcia, justo cuando ésta perdía a su fundador, el premio Nobel Naguib Mahfuz. Esta novela, de la que ya se ha hecho una película, cuenta las vidas de los habitantes de un inmueble decadente del centro de El Cairo.

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