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Una caprichosa carta a los Reyes Magos

E n los últimos cuatro años, la energía nuclear ha captado sólo el 1,5% del crecimiento del mercado mundial de generación eléctrica. En 2007, la producción nuclear mundial disminuyó un 1,9% en términos absolutos y la española un 8,3%, representando globalmente tan sólo el 2,5% de la energía final consumida (menos que las centrales hidroeléctricas). Antes de 2025 habrá que clausurar más de la mitad del actual parque nuclear mundial por haber superado su vida útil. En ausencia de un importante programa de nuevas construcciones, la energía nuclear va a quedar pronto reducida a una tecnología marginal; algo probable ya que no parece que el tan cacareado renacimiento nuclear vaya camino de hacerse realidad.

No nos engañan con promesas; arriesguen su propio dinero si creen que las nucleares son rentables
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Según John Rowe, presidente del Nuclear Energy Institute, "el renacimiento nuclear se desarrollará lentamente quizás con cuatro y ocho centrales a partir de 2016. Si estos primeros proyectos cumplen con sus calendarios y presupuestos, podríamos luego iniciar una segunda ola de construcciones"; pero "los costes asustan, ningún vendedor está ofreciendo presupuestos cerrados y las estimaciones se incrementan sin cesar", y "nada enfriaría más el renacimiento nuclear que encontrarnos, después de 18 meses de haber iniciado una construcción, con 18 meses de retraso", como ha ocurrido en Finlandia. Por ello aconseja no dejarse llevar "por el entusiasmo de las notas de prensa" y advierte: "No vamos a construir nuevas centrales nucleares sin el aval financiero del Gobierno federal de EE UU".

Este baño de realismo que nos ofrece John Rowe contrasta con la caprichosa carta a los Reyes Magos del Foro Nuclear español, que plantea la construcción de 11 reactores, empezando el año próximo y hasta 2030; por mucho que, según el propio Foro, Unesa diga que "no ven huecos claros antes de 2020-2022" debido a los planes gasísticos de las eléctricas. Pretenden, además, que nos metamos en unas descomunales inversiones, garantizadas por el Estado, sin tener la más mínima idea del coste que tendría la electricidad producida ya que, según dicen, "la competitividad de la generación nuclear dependerá en el futuro de muchas variables de difícil determinación". Como bien dice Juan Manuel Eguiagaray, ex ministro de Industria y Energía, eso fue lo que ocurrió en los años ochenta, cuando "hubo que rescatar financieramente a las empresas eléctricas españolas que se habían embarcado en un proceso de inversión faraónico, la construcción de más grupos nucleares de los razonablemente necesarios; lo que llevó, por razones mucho más financieras que de cualquier otro tipo a la llamada moratoria nuclear. Los costes de paralización de proyectos de construcción en curso, así como el saneamiento financiero de las empresas, recayeron sobre los consumidores durante largos años mediante recargos en el recibo de la luz".

Un poco de seriedad, señores del Foro Nuclear, que los ciudadanos de este país ya hemos pagado más de 700.000 millones de las antiguas pesetas durante los últimos 25 años, y otro tanto por los Costes de Transición a la Competencia, por su carta a los Reyes de los años setenta, y no queremos repetir esta carísima experiencia. Si la tecnología nuclear no es competitiva, no pretendan engañarnos con promesas que no pueden cumplir; y si creen que lo es, demuéstrenlo, arriesgando su propio dinero y sin garantías estatales de ningún tipo. Al fin y al cabo eso es lo que dice la Ley 54/1997 del Sector Eléctrico cuando afirma que "en la generación eléctrica se reconoce el derecho a la libre instalación... y se organiza su funcionamiento bajo el principio de la libre competencia". ¿O es que pretenden volver a un régimen de planificación eléctrica con garantía estatal?.

Marcel Coderch es ingeniero y autor, junto con Núria Almirón, de El espejismo nuclear, Los Libros del Lince.

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