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Desde el Pacífico
Columna
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Un centro para 'start-ups' en Palo Alto

NADA MEJOR PARA olvidarse de la morosidad ambiente que un paseo por el Plug and Play Technology Center de Sunnyvale, dos pasos al sur de Palo Alto y de la Universidad de Stanford. Actividad intensa, caras alegres... como si no pasara nada. Me imagino que muchos de los fundadores de las 170 start-ups aquí reunidas estarán revisando sus esperanzas a la baja, pero, por ahora, siguen con un empeño que da gusto. Son innovadores y piensan encontrar en este incubador el trampolín que necesitan para la fama y la fortuna.

El día de mi visita, los fundadores de Social Calendar estaban particularmente felices porque su aplicación acababa de lograr ubicarse entre las 20 más populares de Facebook (de entre 24.000). Permite organizar fiestas, cenas y otras salidas al facilitar la división de tareas (¿quién va a aportar qué plato? ¿A qué restaurante vamos a ir?). Detalle fundamental: el sistema está conectado al catálogo de Amazon. Le permite facilitar la entrega de regalos (de las que recibe un porcentaje).

"La diferencia de Silicon es que cuando el emprendedor viene, hay suficiente interés y ejemplos para reunir fondos, experiencia y las conexiones"
Cuatro 'start-ups' catalanas se instalarán en Sunnyvale en enero y planean 10 más para fines de 2009. "La Cámara paga espacio; nosotros haremos lo posible por ayudar"

"Nos interesaba el mercado de los regalos", explica Raj Lalwani, fundador y consejero delegado, "pero nos dimos cuenta de que no bastaba con ofrecer acceso. Había que dar un servicio que agregara valor". De ahí la idea del calendario social. Ya gana dinero y está empezando a recibir propuestas publicitarias. Algo normal por una empresa que tiene 200.000 visitantes diarios.

Raj encuentra en Plug and Play "una solución perfecta" para una empresa del tamaño de la suya (tres empleados en EE UU, más dos consultores de diseño y 10 ingenieros en la India). La receta de Plug and Play es el 20% de bienes raíces y el 80% de financiación en start-ups de tecnologías de la información (de 200 que albergan los tres centros instalados en la región hasta ahora, apenas cinco tienen que ver con tecnologías verdes).

El lado bienes raíces consiste en alquilar cubículos a las nuevas empresas que no tienen suficiente dinero para pagar un despacho. El precio, de 600 dólares mensuales, incluye infraestructura informática, centro de datos, servicio de relaciones humanas y la organización de eventos sociales. Sirven para el famoso networking y lo más interesante es que consiguen atraer a muchos inversionistas y capitalistas de riesgo que los visitan con regularidad. "Albergamos muchas start-ups y eso les interesa", explica Maud.

El centro acaba de firmar un acuerdo con la Cámara de Comercio de Barcelona. Cuatro start-ups catalanas se instalarán en Sunnyvale en enero y planean tener 10 para fines de 2009. "La cámara paga el espacio. Nosotros haremos lo posible para ayudar, poniéndolos en contacto con abogados o inversores y haciéndoles partícipes de las actividades del centro con el resto de empresas".

El fundador Saeed Amidi también es dueño de un edificio todavía más famoso en el 165 de University Avenue, en Palo Alto. Su familia, oriunda de Irán, posee el local desde la década de 1990 y lo utilizó para vender tapetes antes de transformarlo en incubador de start-ups. Ahí empezaron PayPal (comprada luego por eBay) y Google, que albergó en ese local sus primeros empleados.

No cabe duda, para Saeed, de que las innovaciones se dan en cualquier parte del mundo. "Alguien busca algo, no encuentra solución y, confrontado con el reto trata de innovar. Muchas veces la propia necesidad del emprendedor es la chispa que da lugar a la innovación", explica. De esto puede salir un producto, una tecnología.

"La diferencia entre Silicon Valley y otros lugares es que cuando el emprendedor viene con una idea o una solución hay suficiente interés y ejemplos para reunir los fondos necesarios, la experiencia y las conexiones. Hace que el proyecto tenga más posibilidad de éxito".

Amidi tiene particular interés en la universidad, de donde salen ideas y emprendedores jóvenes gracias a acuerdos especiales con Stanford y Cornell, para empezar. Cree que EE UU puede aprender de Europa, en particular en la telefonía móvil, pero no le cabe duda de que Silicon Valley sigue siendo el centro de gravedad de las tecnologías, en particular para las start-ups.

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