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Editorial:Editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Es la economía (otra vez)

El próximo presidente de Estados Unidos tendrá que abordar como principal prioridad la gestión de las consecuencias económicas y sociales de la más importante crisis financiera que ha sufrido ese país desde la gran depresión. Aun cuando en los programas de los candidatos otros ámbitos políticos (guerra de Irak incluida) ocupan atención preferente, la inquietud de los ciudadanos ya es suficientemente explícita en las encuestas con relación a los efectos del intenso debilitamiento de la actividad económica y a las causas que lo han determinado. Los indicadores de confianza de empresas y familias también apuntan en esa misma dirección.

Hay razones. Aunque esa economía sortee la entrada en una recesión, la caída del ritmo de crecimiento ya es tan explícita como la incapacidad de quien hoy ocupa la Casa Blanca para abordar las reformas y políticas económicas necesarias que impidan nuevamente episodios como los que han derivado en la actual crisis global. George W. Bush dejará la economía sin pulso, con los desequilibrios macroeconómicos (déficit público, inflación y déficit exterior) en niveles excesivamente elevados y un sistema bancario vulnerable; también con una mayor desigualdad. Una situación bien distinta de la que recibió de su predecesor, Bill Clinton. Está en lo cierto el premio Nobel de Economía Samuelson al afirmar en estas mismas páginas que "el republicanismo al estilo Bush ha sido malo para las empresas y malo para las familias".

De las propuestas de los candidatos no cabe deducir gran detalle, con la excepción de la candidata demócrata Hillary Clinton en relación a la extensión del sistema de salud, y una inquietud de la mayoría de los ciudadanos, pareja a la precariedad de la situación financiera de muchos de ellos, altamente endeudados, con su desvalorizada vivienda empeñada. Están resultando hasta ahora más relevantes las propias actitudes de los candidatos y las personalidades económicas que los apoyan. El republicano McCain ha declarado la limitación de sus conocimientos económicos.

Que las propuestas de Hillary Clinton exhiban mayor concreción no significa que se traduzcan en mayor credibilidad para las tareas que esa economía necesita. La dirección adecuada lleva a garantizar una mejor distribución de la renta, pero también a evitar el comportamiento predatorio de algunas empresas y bancos, que la crisis crediticia ha revelado. Concretar ambos propósitos exigirá sortear intereses fuertemente establecidos, frente a los cuales Barack Obama proyecta hoy mayor confianza, así como en la resistencia a seguir reduciendo impuestos. Los respaldos de personalidades como el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, el premio Nobel de Economía Stiglitz o el senador Bradley son también más clarificadores que su retórica.

Los resultados de esa convocatoria serán relevantes no sólo para el futuro de esa economía sino, a tenor del tamaño de ésta y de la naturaleza global de la crisis crediticia, para el conjunto del mundo. Y en este punto uno de los principales centros de atención es esa tentación en algunos candidatos de acentuar el proteccionismo comercial. Con todo, la economía gobernada por los demócratas garantiza a priori una mayor estabilidad comercial y financiera global. -

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