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Reportaje:EN PORTADA

Un ejército de monstruos

Carmen Mañana

Las editoriales andan a la caza del vampiro, afanadas en la búsqueda para repetir la fórmula del éxito de la Saga Crepúsculo (Alfaguara), la tetralogía de Stephenie Meyer de la que ya se ha vendido más de un millón de ejemplares en castellano. Y quien dice vampiros, dice zombis, hombres lobo, fantasmas o demonios. Porque por la puerta que los muertos vivientes han abierto entra ya un ejército de monstruos. Literatura a raudales para satisfacer a un público ávido de misterio, relaciones prohibidas y seres del más allá. Así es el relato de amor imposible entre una chica humana y un joven vampiro que discurre a lo largo de Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer. Una historia que se ha convertido en todo un fenómeno editorial y que ha aupado consigo al género al que pertenece, el romance paranormal. Antes de Meyer, Drácula, de Bram Stocker, y Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, pusieron de moda a los vampiros con sentimientos. Ahora, la corriente ha vuelto y lo ha hecho para quedarse, según todas las editoriales. "La locura sólo acaba de empezar", advierte el editor de Alfaguara Infantil Raúl González.

"A los jóvenes les vuelve locos este género porque es una nueva versión de 'Romeo y Julieta' pasada por el vampirismo", afirma Marta Vilagut
"Los vampiros gustan tanto porque en el fondo todos queremos ser como ellos: no morir nunca y ser 'glamourosos", apunta Raúl González
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Más de cinco mil jóvenes hacen cola a la puerta de la FNAC de Madrid. Es 8 de octubre de 2008. No se trata de un concierto de Tokio Hotel o del estreno de la última película de High School Musical. No. Se trata de un libro. Se trata de Amanecer, el capítulo final de la saga Crepúsculo, del que en Estados Unidos se vendieron tres millones de ejemplares en diez días. Pero los fans españoles no hacen cola para comprarlo, ni para que la autora se lo firme. Esperan durante horas para ver una breve entrevista grabada con la escritora. Tal es la fiebre de los lectores, que Meyer está pensando en sacar un quinto libro. "Una precuela desde el punto de vista de Edward (el protagonista vampiro)", adelanta González. Aunque de momento las negociaciones están paradas. Los fans del romance paranormal siempre quieren más.

Marta Vilagut lo sabe bien. Su editorial, Destino, ha lanzado otra tetralogía, Crónicas vampíricas, de L. J. Smith, y sus dos primeras entregas, Conflicto y Despertar, han vendido más de cincuenta mil ejemplares en España. ¿Su argumento? Una chica que debe elegir entre dos hermanos vampiros. "Creo que a los jóvenes les vuelve locos este género porque es una nueva versión de Romeo y Julieta pasada por el tamiz del vampirismo", explica. Una mezcla, enumera, de suspense, amores imposibles y tensión sexual. Una receta clásica pero infalible, cuyos ingredientes repite la gran apuesta de Destino para 2009: Cazadores de sombras, de Casandra Clair. Esta vez, unos seres de otra dimensión cruzan a nuestro mundo para acabar con las criaturas del mal: hombres lobo, demonios... De mundos paralelos trata también El viajero (SM), primera entrega de la trilogía La puerta oscura, de David Lozano. Y el Libro de monstruos españoles (Siruela), sobre mitología ibérica.

Que el género está de moda lo prueba la avalancha de seres paranormales (encuadernados, claro) que inundó la pasada Feria de Francfort. Guillermo del Toro vendió la primera entrega de su trilogía de vampiros The strain (El virus) a casi una veintena de países. Entre ellos, España, donde Suma de Letras la publicará en abril. La enorme oferta y las cifras de ventas han hecho que muchas editoriales se unan a la corriente. Es el caso de Nabla. Su responsable, Luis Carreras, confiesa que, aunque al principio era escéptico, decidió apostar por el género con Vampire kisses, de Ellen Schreiber. De nuevo una chica que se enamora de su vecino, que es, cómo no, un vampiro.

"Los vampiros gustan tanto porque, en el fondo, todos queremos ser como ellos: no morir nunca, ser guapísimos y glamourosos", apunta Raúl González. Así, más atractivos y menos terroríficos, más cercanos al grupo The Jonas Brothers que a Drácula, son los protagonistas de Crepúsculo y del resto de novelas del género. Criaturas que conviven entre humanos, van con ellos al instituto e intercambian miradas en la discoteca. "Los lectores de romance paranormal han crecido con Harry Potter, están acostumbrados a la fantasía. Con esta corriente, la magia da una vuelta de tuerca hacia el realismo", señala González. Para Sigrid Kraus, editora de la serie de J. K. Rowling, esta integración en el mundo real de los adolescentes es una de las claves del éxito del género. Como en Encanto fatal (Salamandra), de Melissa Marr, cuya protagonista, Aislinn, puede ver a los elfos que viven entre los hombres. "Sí, es fantasía. Pero también es realista. Los chicos tienen que poder identificarse con las cosas que les pasan, con ese primer amor", explica. Javier Ruescas, presidente del club de fans de Crepúsculo, está de acuerdo: "Si pones dos vampiros besándose, ¿cuál es la gracia?".

Aunque realistas, los vampiros aparecen un tanto idealizados, decimonónicos, incluso, en lo sentimental. "Son muy caballerosos, como del siglo XIX; están enamorados de la protagonista y, como saben que si se acercan a ella le harán daño, se mantienen a distancia", cuenta Gemma Xiol. Su editorial, Montena, lleva vendidos 25.000 ejemplares de Medianoche, de Claudia Gray. En este caso, la vampira es la chica, y su enamorado, un cazavampiros que entre besos le clava frases como: "Bianca, deberíamos parar". Y eso parece que gusta, y mucho, a las chicas actuales, las principales consumidoras del género. "Estos libros los leen, sobre todo, chicas a partir de 13 años, y en un mundo como el de hoy no están acostumbradas a que las traten así. Creo que ese aspecto es uno de los que más les atraen", argumenta Vilagut. Resulta como poco paradójico. Las jóvenes españolas pierden la virginidad con 15 años -según el estudio La juventud en cifras, del Instituto de la Juventud-, pero lo que buscan, al menos en la literatura, son historias que no traspasen lo platónico. "Un párrafo que describe la tensión sexual entre dos personajes puede dejarte mucho más helado que otro de sexo explícito", dice Ruescas.

"Al final, las jóvenes de hoy son tan románticas como las de siempre. Sólo que les da apuro reconocerlo, y este formato, con una estética gótica, les permite huir de la cursilería", concluye Vilagut. Porque, aunque hay muertos vivientes, el romance paranormal no es sólo territorio de los siniestros como lo era en los ochenta. Si se habla de fenómeno editorial, es porque estos libros los lee toda clase de jóvenes. Para González, la clave está en que el lado tenebroso de estas obras está rebajado. Busca gustar a todo el mundo. Y parece que lo consigue: la película basada en la novela de Meyer, Crepúsculo, fue la más taquillera la semana de su estreno en Estados Unidos. Allí, la serie inspirada en la saga, Sangre fresca -que acaba de estrenar Canal + en España-, tiene una audiencia media del 24%.

En Alfaguara están seguros de que Crepúsculo, que llegó ayer a los cines españoles, atraerá a un ejército de nuevos lectores. "Esta generación de adolescentes está acostumbrada al multiformato y lo demanda", argumenta Raúl González. Pero los soportes audiovisuales no son la única forma de llegar al público juvenil. Hay otro canal cada vez más eficaz: Internet. Casi todas las editoriales han creado webs para estas novelas. Alfaguara lo ha hecho con Crepúsculo (www.alfaguarainfantilyjuvenil.com/crepusculo/), y Montena, con Medianoche (www.medianoche-novela.com). Allí, además de encontrar noticias, los fans entran en contacto, organizan quedadas y, lo más importante, se recomiendan títulos. Es el mejor instrumento para pulsar el gusto de los lectores y la evolución de la corriente, dice Xiol. Es también el escenario donde nace y se multiplica el fenómeno. Hace cuatro años, un grupo de fans comenzó a grabar cortos amateurs que reproducían escenas de Crepúsculo y a colgarlos en la web de Ruescas, www.crepusculo-es.com. Este estudiante de periodismo de 20 años recuerda que, cuando rodaban el corto basado en el segundo libro, Luna nueva, se presentaron más de mil voluntarios sólo para hacer de extras: "Es un fenómeno que ha ido creciendo poco a poco, pero todavía está muy lejos de tocar su techo. Los lectores son insaciables y muy fieles".

Despertar y Conflicto. L. J. Smith. Traducción de Gemma Gallart. Destino. 251 y 200 páginas, respectivamente. 14,96 euros cada uno. El viajero. David Lozano. SM. 653 páginas. 19,95 euros. Libro de monstruos españoles. Ana Cristina Herreros. Ilustraciones de Jesús Gabán. Siruela. 245 páginas. 30 euros. Vampire kisses. Ellen Schreiber. Traducción de Patricia Sánchez Maneiro. Nabla. 192 páginas. 13 euros. Encanto fatal. Melissa Marr. Traducción de Begoña Hernández Sala. Salamandra. 320 páginas. 14,50 euros. Medianoche (Mitjanit). Claudia Gray. Traducción de Laura Martín de Dios y Aída García Pons. Montena. 359 páginas. 12,50 euros. El pequeño vampiro. Angela Sommer-Bodenburg. Ilustraciones de Amelia Glienke. Alfaguara. 192 páginas. 10,95 euros. Bat Pat . Jordi Bargalló. Montena. 128 páginas. 7,95 euros. ¡¡¡Gela se ha vuelto vampira!!! Fina Calsalderre. Iulstraciones de Paco Giménez. SM. 51 páginas. 6,65 euros. Buscando a Drácula. Pascal Croci y Françoise-Sylvie Pauly. Espasa. 144 páginas. 19,90 euros. Cazadores de vampiros. Martin Howard. Ilustraciones de Miles Jeves. Montena. 32 páginas. 24,95 euros. Ghost girl. Tonya Hurley. Ilustraciones de Craig Phillips. Alfaguara. 341 páginas. 19,95 euros. El monstruoso libro de los monstruos. VV. AA. Alfaguara. 23 euros. 17,95 euros. Los Flood Colin Thompson. Alfaguara. 171 páginas. 11,95 euros. El Grúfalo. Julia Donaldson y Axel Scheffler. Macmillan. 32 páginas. 7,60 euros.

Colmillos de leche

Puede que ahora se dejen ver más en las cubiertas de los libros, pero los monstruos siempre han estado ahí y nunca han dejado de gustar. "Lo que nos da miedo nos atrae, y jugar con eso que aterroriza, además de divertirnos, nos ayuda a superarlo", explica Elsa Aguiar, editora de SM. Los datos la respaldan. Uno de los cuentos con protagonista paranormal más famosos de la historia, El pequeño vampiro (Alfaguara), de Angela Sommer-Bodenburg, se publicó por primera vez en 1979 y desde entonces ha vendido más de 10 millones de ejemplares y ha sido traducido a 20 idiomas. Rüdiger abrió camino. Algunos de los que lo siguieron, como el detective vampiro Bat Pat, una de las apuestas más exitosas de la editorial Montena para niños mayores de siete años, se mueven entre cementerios y brujas. Otros se mezclan en la vida diaria de los niños. Es el caso de ¡¡¡Gela se ha vuelto vampira!!! (SM): una profesora que regresa de las vacaciones de verano un tanto cambiada.

Para lectores un poco más mayores hay libros que recogen las leyendas más extendidas sobre los vampiros y sus hábitos, como Buscando a Drácula (Espasa) o Cazadores de vampiros (Montena).

Otra muerta, pero ésta no viviente, es la protagonista de Ghost girl (Alfaguara), de Tonya Hurley. Cada capítulo de este libro arranca con una cita literaria o un extracto de letras de grupos como Evanescence o Radiohead.

Ampliando el abanico a criaturas terroríficas en general, El monstruoso libro de los monstruos (SM), de Thomas Brezina, narra las aventuras de un niño que descubre un vagón de tren donde habita una pandilla de monstruos. La última edición, que hace ya la número 12, tiene sorpresa: al abrir su tapa se escucha una terrorífica risotada. Cada vez es más frecuente que las novelas infantiles incluyan extras que las sitúan a medio camino entre el libro y el juguete. Como Los Flood (Alfaguara), una serie de novelas protagonizadas por una familia de monstruitos que se presentan metidas en una bolsa de sangre (ficticia) y que terminan con un capítulo de manualidades y juegos. El libro de El Grúfalo (Macmillan), por ejemplo, se vende acompañado de un peluche. "El cuento infantil se mueve dentro del mercado del ocio y tiene que competir con videojuegos y DVD. Así que es normal incorporar fórmulas que llamen la atención del lector", explica Aguiar. El objetivo es que el libro se convierta en una experiencia más amplia que la propia lectura.

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