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Reportaje:EN PORTADA | REPORTAJE

La fábrica de tebeos

Para el aficionado a la historieta, traspasar el umbral del Salón Internacional del Cómic de Barcelona produce las mismas sensaciones que Charlie tuvo al entrar en la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Un paraíso del exceso, casi lujurioso, donde todo lo que se ve, oye, palpa y huele es noveno arte en todas sus formas, de las más comerciales a las más exquisitas, de la tradición y la nostalgia a la más rabiosa experimentación. Una exuberancia que se traduce en las más de 300 novedades llegadas a las librerías, en un do de pecho espectacular terrible para los aficionados, enfrentados a la incómoda tarea de seleccionar sus compras, pero un muro infranqueable para aquel que intenta introducirse con curiosidad en la lectura de cómics. Una frontera que merece el esfuerzo de ser salvada ante las obras presentadas en este salón, con razones y argumentos sobrados para convertirse en lecturas gratificantes. Quizás el mejor ejemplo sea Epiléptico, de David B.: tras ser publicada en seis tomos, se reedita en uno para reclamar su consideración como la primera obra maestra moderna del cómic europeo. El francés, referente del movimiento de renovación de la historieta francobelga -Nouvelle Bande Dessinée-, aborda un largo periplo autobiográfico que recorre paralelismos entre las dificultades familiares impuestas por la esquizofrenia de su hermano mayor y el camino que él siguió para pasar del chaval con inquietudes artísticas Pierre-François Beauchard al autor de compromiso estético David B. Un trazado espinoso y complejo, plasmado con un juego continuado entre la realidad y lo imaginario, con sorprendentes usos simbólicos de la imagen, siempre con matices de onirismo, realidad e imaginación para trasladar al lector las sensaciones y sentimientos encontrados que sufrió en su infancia y juventud. Una obra ambiciosa y muy arriesgada, que plantea una reflexión profunda y completa sobre el complejo entramado de motivos que arraigan la creación artística. Una obra con la que puede establecer múltiples conexiones la sorprendente Ombligo sin fondo. Dash Shaw transforma la proverbial temeridad impregnada de irreverencia del autor joven en una propuesta cargada de hallazgos y aciertos. Una apacible reunión familiar quedará dinamitada por el inesperado anuncio del divorcio de los ancianos progenitores, generando un punto de ruptura que permitirá a Shaw desarrollar un escrupuloso análisis de la institución familiar. Parte de personajes construidos como estereotipos tradicionales, casi tópicos, pero que irán desarrollándose hasta obtener una personalidad propia. Shaw evita la estructura tradicional de drama coral para plantear un arriesgado seguimiento paralelo de personajes, marcando distancias y provocando conscientemente un alejamiento emotivo de situaciones y protagonistas. Un intento de análisis aséptico que precisará de un catálogo inacabable de recursos gráficos: todo está permitido y prueba con todas las opciones. Absorbe soluciones de autores como Chester Brown o del manga, el tebeo japonés, y desde un montaje cinético a un diagrama didáctico pueden ser elementos necesarios para cimentar este complejo edificio formal. Abarca mucho, pero aprieta lo suficiente para que su afán de analizar todo el entramado que conforman los sentimientos humanos tenga éxito.

Possy Simmonds, renovadora de la historieta, se acerca a la perfección entre literatura y cómic en 'Tamara Drewe'
'Epiléptico', de David B., reeditado en un solo volumen, podría ser la primera obra maestra moderna del cómic europeo
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Se puede seguir tirando de este hilo ficticio de viñetas, porque la familia también está en el origen de El arte de volar, del escritor y teórico Antonio Altarriba y el dibujante Kim. El hecho real, unos apuntes biográficos encontrados tras el suicidio del padre del guionista. Lo que se escribió y dibujó, la historia de una vida a través de los ojos de un hijo que descubre a su padre. Pero lo que leeremos es mucho más, es un fresco de la historia de España desde antes de la Guerra Civil a poco antes del cambio de milenio. Un testimonio de la historia desde las bambalinas, desde la mirada lúcida y algo desapegada del que supo que nunca salió en los libros de historia pero vivió la guerra, un exilio que escapaba de una guerra para entrar en otra, el regreso, el estraperlo, la ilusión, el amor y el olvido. Altarriba usa el pasado para intentar comprender el presente, intentando ser fiel a lo ocurrido, pero sin renunciar a una introspección que le ayude a reconstruir los vínculos paternofiliales. Un salto al vacío que tarda décadas en consumarse y que amalgama lo social, lo personal y lo íntimo, dibujado por Kim como ejercicio de brutal sinceridad gracias a unos personajes que supuran sentimientos y a unos escenarios que destilan veracidad. Una obra que permite muchos acercamientos diferentes e inteligentes, digna de ser considerada uno de los grandes exponentes del tebeo español de nuestro tiempo.

Tres obras extraordinarias, densas, que llaman a un alto en el camino y a buscar propuestas rompedoras e iconoclastas como Catálogo de novedades ACME, de Chris Ware. El creador de Jimmy Corrigan recopila parte de la obra que lleva desarrollando desde hace más de tres lustros con una propuesta hipnótica e inclasificable. Quizás sólo admita como definición acertada ese inmenso subtítulo que dice "Informe final para accionistas y diversión para tardes de sábado lluviosas", porque intentar resumir lo que encontrará el lector en esas 110 páginas de formato gigante es un reto sin respuesta. Para el profano, es un juego inacabable, un compendio de obsesiones diseñadas en forma de arquitectura de papel, un libro de recreos que incluye desde falsa publicidad a una corrosiva historia del arte, pasando por recortables, homenajes formales y argumentales a la historieta clásica de prensa, ilusiones, mentiras, hórror vacui y verdades. El aficionado disfruta además en la enumeración de recursos y posibilidades de la historieta, llevadas hasta el extremo de encontrar tiras hasta en los cantos de las portadas (en una labor de diseño para la traducción española merecedora de un largo tiempo de descanso con apoyo psicológico). Confuso, excesivo, brillante, inteligente, elegante, magistral... Pero aviso a futuros lectores: lo rupturista y ampuloso del envoltorio esconde reflexiones contundentes como mazazos. Un precioso caramelo con papel dorado que puede tener sabor muy amargo.

La labor experimental de Ware no es ajena a Possy Simmonds, otra renovadora que ya aportaba soluciones híbridas entre literatura y cómic en sus anteriores obras y que las lleva hasta la perfección en Tamara Drewe. Un hotel perfecto para el retiro de escritores en busca de musas inspiradoras. Una pareja que dejó los momentos de pasión ya atrás, un escritor sin ideas y, por supuesto, una mujer. Seductora, inteligente, bella. Pólvora para que Simmonds encienda la mecha del derrocamiento controlado de la naturaleza humana. Las diferentes formas de expresión escrita, desde la carta manuscrita al SMS, pasando por el libro, el e-mail, la columna de prensa o la revista del corazón irán tomando su lugar protagonista en este culebrón sin fin que son las pasiones humanas. Y como cronista de lujo nos lo irá contando micrófono -o lápiz, mejor dicho- en mano, con un acerado sarcasmo británico que irá derrumbando mitos mediante tópicos. Vitriolo para dejar al aire entrañas que, de paso, dejará algún puñal bien clavado al oficio de escribiente.

Para reconciliarse con la literatura tras la mortal herida, nada mejor que apelar al espíritu puro de la aventura decimonónica, al gran fabulador de la tecnología por descubrir. Jorge García y Pedro Rodríguez se ponen en la piel del gran escritor francés con Las aventuras imaginarias del joven Verne, para reivindicar el poder arrasador de la fantasía infantil y juvenil como motor de la aventura. La obra sigue canónicamente los pasos para fundar una saga de fábulas modernas, con un ojo en el siglo XIX y otro en las lecturas para adolescentes de Enid Blyton, pero permitiendo que el adulto encuentre entretenimiento y guiños cómplices, conocedor ya del camino que surcará el protagonista. Una obra fresca y obligada para tratamientos de rejuvenecimiento mental, aunque puede ser indicada para esta tarea la atípica All Star: Superman, de Grant Morrison y Frank Quitely. El superhéroe por antonomasia protagoniza un particular revival de la mano de un guionista aficionado a los delirios lisérgicos incontinentes y que aquí se modera con un homenaje apasionado al héroe de infancia. A ese personaje de inspiración pura, ingenuo y algo tontorrón que reflejaban los tebeos de los años cincuenta y sesenta y que Morrison reivindica desde una lectura entregada, pero adulta, capaz de dejar ver tras la meticulosa labor gráfica de Quitely un mensaje de reflexión sobre cómo aquella inspiración de infancia repercutió en el lector adulto de hoy. Un libro que reclama un lugar para la imaginación ingenua en la historieta, ahora arrebatado por el séptimo arte.

Acostumbrados ya a que el cine devora y fagocita los mitos del cómic con pasmosa facilidad, resulta casi una revancha ver cómo John Jay Muth adapta a la historieta el clásico de Fritz Lang, M. El vampiro de Düsseldorf abandona la pantalla para encarnarse en papel y tinta, en una brillante adaptación donde el virtuosismo fotográfico de Muth consigue dar una nueva visión del inquietante expresionismo del director alemán.

Lo anterior es una apresurada selección que no debe hacer olvidar que se puede disfrutar del sarcasmo inteligente con que Daniel Torres afronta las crisis del ser humano en Burbujas; sentir la epopeya antártica de Shackleton que Luis Bustos recrea en Endurance; surcar el espacio de un clásico de la ciencia-ficción de los cincuenta exquisitamente restaurado en Sky Masters of the Space Force, de Jack Kirby y Wally Wood; volver al underground americano con el irreverente, lúcido y surrealista Robert Crumb en Las enseñanzas de Mr. Natural, o con los lúbricos excesos de El empalmado loco, de Moebius. O quizás prefiera el delicado poema visual que Pejac firma en Vuelo Rasante, el acero enfrentado en duelos de capa y espada del Masquerouge de Cothias y Juillard, reír con la traslación del milagro berlanguiano de jueves a la Francia rural que Rabaté y Proudhomme firman en La virgen de plástico o, visitar las bambalinas del oficio de dibujante que proponen Paco Roca y Miguel Gallardo en Emotional World Tour.

Es el turno del lector. .

Epiléptico. David B. Sins Entido. 376 páginas. 19 euros. Ombligo sin fondo. Dash Shaw. Apa Apa Cómics. 720 páginas. 27 euros. El arte de volar. Antonio Altarriba y Kim. Edicions de Ponent. 208 páginas. 24 euros. Catálogo de novedades ACME. Chris Ware. Mondadori. 112 páginas. 24,90 euros. Tamara Drewe. Possy Simmonds. Sins Entido. 136 páginas. 20,80 euros, Las aventuras imaginarias del joven Verne. Jorge García y Pedro Rodríguez. Glénat. 56 páginas. 12 euros. All Star: Superman. Grant Morrison y Frank Quitely. Planeta DeAgostini. 288 páginas. 20 euros. M. John Jay Ruth. Rossell Cómics. 192 páginas. 23,95 euros. Burbujas. Daniel Torres. Norma. 280 páginas. 24 euros. Endurance. Luis Bustos. Planeta DeAgostini. 184 páginas. 12,95 euros. Sky Masters of the Space Force. Jack Kirby y Wally Wood. Glénat. 128 páginas. 20 euros. Las enseñanzas de Mr. Natural: paradojas. Robert Crumb. La Cúpula. 124 páginas. 18 euros. El empalmado loco. Moebius. Norma. 112 páginas. 17 euros. Vuelo Rasante. Pejac. Viaje a Bizancio Ediciones. 48 páginas. 14 euros. Masquerouge. Cothias y Juillard. Norma. 144 páginas. 24 euros. La virgen de plástico. Rabaté y Proudhomme. 120 páginas. 24 euros. Emotional World Tour. Paco Roca y Miguel Gallardo. Astiberri. 72 páginas. 18 euros

Cómic ilustrado por David B.
Cómic ilustrado por David B.DAVID B.
Guillermo Altares, redactor jefe de Babelia, habla con Paco Roca, Premio Nacional del Cómic, protagonista del número 914 del suplemento cultural de EL PAÍSVídeo: GUILLERMO ALTARES / ÁLVARO PÉREZ

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