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ZONA EURO | Laboratorio de ideas

La fortaleza de una unión atacada

Es fácil comprender por qué se habla cada vez más de que la moneda única europea está dividida por la crisis económica. La política monetaria de la zona euro es relativamente rígida. Lo mismo se puede decir de la política presupuestaria alemana, la economía de mayor tamaño y la más fuerte. Como consecuencia de ello, el euro se ha mantenido relativamente fuerte. Y no es de extrañar que las economías más débiles de la zona euro -España, Irlanda, Italia, Portugal y Grecia- se estén resintiendo. En España, el desempleo alcanza ya el 13,9% de la población activa.

Ojalá pudieran volver a la peseta, la libra irlandesa, la lira, el escudo y el dracma, podría pensarse. En los "buenos" tiempos pasados, cuando estas economías tenían dificultades, dejaban que su moneda se devaluase, dando a su industria nacional espacio para respirar. No estaban ceñidos a una política monetaria que es igual para todos, pero que parece más adaptada a las necesidades de Alemania.

Esa idea es seductora pero falaz. Las economías débiles de la zona euro están ahogadas en deudas. En el caso de Italia y en el de Grecia, la deuda estatal ronda el 100% del PIB. En España e Irlanda, que tenían una liquidez basada en la fiebre compradora inmobiliaria, el que debe es el sector privado. Y, por supuesto, está la deuda de los bancos.

La mayor parte de estas deudas está adquirida en euros, no en pesetas ni en libras irlandesas. Si un país abandonase la moneda única, el valor de su nueva divisa caería, quizá, en torno a un 30% o un 50%. Aunque eso supondría un indudable estímulo para los exportadores en un primer momento, el valor de sus deudas una vez trasladadas a la nueva moneda devaluada se dispararía. Los gobiernos, los prestatarios del sector privado y los bancos se verían prácticamente incapaces de pagar las deudas adquiridas en la "moneda fuerte". El resultado final sería probablemente la quiebra de todos los agentes, un destino mucho peor que la crisis actual.

Los políticos pueden, desde luego, equivocarse. Pero salirse del euro sería un error tan garrafal que seguramente hasta los populistas lo evitarán. -

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