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Entrevista:Robert Storr | CITAS CON LA CREACIÓN CONTEMPORÁNEA

"No he querido hacer un espectáculo en Venecia"

A partir del lema: "Piensa con los sentidos, siente con la mente: el arte del presente", el crítico y profesor de la Universidad de Yale Robert Storr plantea la 52ª edición de la Bienal de Venecia, que se inaugura mañana, como la ruptura de cierta tendencia en el arte a separar las facultades críticas de la sensualidad y otros tipos de percepción. "Es absurda la idea de que alguien no es capaz de pensar mientras aprehende el mundo a través de los sentidos. Cuando invité a participar a Sol LeWitt -que murió recientemente- y le comenté el título de la bienal, estaba encantado, según él disipaba cualquier duda sobre la compartimentación de prácticas y actitudes que, creía, muchos habían impuesto al arte conceptual. Él mismo escribió en Sentences on Conceptual Art (1969) que los artistas son místicos que llegan a conclusiones que los formalistas no alcanzan por procedimientos racionales. Pienso que en el arte lo importante son las correspondencias, buscar diferentes conexiones de inteligencia. Estoy de acuerdo con Baudelaire, el arte, como la crítica y el trabajo del comisario, debe ser no sólo poético, también apasionado, parcial y político".

"La pintura no necesita ser defendida, sino que se le preste atención en un marco donde otros formatos se encuentren también presentes"

PREGUNTA. Usted fue conservador jefe del MOMA y acostumbra a trabajar con formatos de exposición mucho más pequeños y diferentes de los de una bienal. ¿Cómo se ha planteado su trabajo en Venecia?

RESPUESTA. Muy progresivamente. El proceso para explorar una idea, ponerla a prueba contra una posible confusión o debilidad crítica y repensarla en el lenguaje de las imágenes, las formas y los espacios, no se puede hacer de prisa. Si el comisario no resuelve con paciencia las permutaciones de un concepto y considera desde el principio las cuestiones específicas del arte desde todos los ángulos, ¿cómo puede esperar que el espectador haga ese esfuerzo? Las buenas exposiciones no son meras listas de autores que se entregan a investigadores y diseñadores para clasificarlos y convertirlos en algo sustancial.

P. ¿Cómo puede el público de una bienal sustraerse a los efectos alienantes que se dan hoy en el mundo de la cultura?

R. Las bienales son foros que, en el mejor de los casos, benefician al gran público al proporcionarle un lugar para explorar la imaginación y el mundo contemporáneo sin censuras. A diferencia de las ferias de arte, las bienales no son un lugar donde al espectador se le quiera vender algo, o se le haga sentir violento si no está en posición de comprar. En una bienal todo el mundo puede comprar un tique, pasear y descubrir por sí mismo el arte de su tiempo, tal como lo harían si fueran al cine, a un concierto o al teatro. Mi trabajo en Venecia, y el de mis colegas en otros países, debe pronunciarse en la promesa de superar los efectos de control de la cultura de masas y crear un contexto en el cual algo interactivo e impredecible pueda ocurrir. El mercado es hoy una gran locura y si puedo crear un marco para exhibir arte donde las maquinaciones y el ruido del dinero que cambia de manos permanece ajeno, entonces la gente podrá concentrarse en lo verdaderamente importante, que es lo que los artistas siempre han querido, incluso Warhol, el profeta del "compre y lléveselo"·

P. ¿Con qué dificultades se ha encontrado?

R. La mayoría tienen que ver con la relativa precariedad del dinero y con las exigencias de los artistas que uno quiere que estén presentes. Pero eso no es específico de Venecia. El problema más grande de Venecia es el peso de la historia. Primero está la antigüedad de la ciudad, que está reñida con cada uno de los valores del arte moderno y contemporáneo. Luego está la memoria viva de las anteriores bienales y la sensación que uno tiene de haber heredado una parte que tiene que ver con el anterior director, tanto si éste ha tenido éxito como si no. Es como si esperaran que uno fuera el nuevo Batman, una misión bastante ingrata. No he querido hacer un espectáculo, sino una exposición seria, modesta y, sobre todo, visual. Las bienales son un género donde cualquier idea de perfección es engañosa y contraproducente.

P. En el título de la bienal alude al "arte del presente", pero usted ha incluido a muchos pintores de la generación de los cincuenta y sesenta. ¿Qué opina sobre las predicciones de algunos críticos, hace un par de décadas, que sentenciaron la muerte de la pintura? ¿Cree que es una discusión inútil?

R. Lo que está verdaderamente muerta es la propia polémica. La pintura no necesita ser defendida, sino que se le preste atención en un marco donde otros formatos estén también presentes, una manera de mostrar cómo los intereses de los pintores coinciden en parte o difieren provocativamente con los de videoartistas o "instaladores".

P. Póngame algún ejemplo.

R. Ilya Kabakov está constantemente pensando en la pintura en relación con sus environments. La instalación de Luca Buvoli, en el Arsennale, está inspirada en el futurismo. La artista conceptual y text-maker Jenny Holzer ha vuelto a los formatos pictóricos, mientras Gerhard Richter está, como siempre, desafiando la pintura desde dentro, y lo hace más rigurosamente que aquellos que la cuestionan desde fuera. Susan Rothenberg pinta en su taller de Nuevo México, muy cerca del estudio donde su marido Bruce Nauman hace sus experimentos con sonido y vídeo. Una de mis intenciones ha sido crear una situación donde este tipo de proximidad de prácticas convergentes y divergentes pudiera ser experimentada directamente por el espectador, y así poner en evidencia las absurdas dicotomías de la mayoría de los discursos críticos. Por cierto, un porcentaje grande de los pintores que he invitado son mujeres, una manera de expresar mis dudas sobre la pintura como la única provincia del hombre y sus grandes brochazos.

P. Recientemente ha salido a la luz una controversia que tiene que ver con la Colección Africana de Arte Contemporáneo Sindica Dokolo, que se exhibirá en el Arsennale. Parece que el dinero amasado por el señor Dokolo y su esposa, Isabel Dos Santos, está relacionado con una red de corrupción y oscuros intereses empresariales, asociados al monopolio gubernamental del tráfico de diamantes. ¿Conocía este dato?

R. Cuando el jurado de expertos de arte africano votó las propuestas presentadas, en respuesta al concurso abierto para proyectos curatoriales, ninguno de los miembros planteó el problema de los orígenes políticos y financieros de la SD Collection. Y, hasta lo que yo sé, nadie tenía ni el más mínimo conocimiento del caso. He hecho alguna investigación por mi cuenta al respecto, en blogs africanos y sitios. Ni ArtNet -revista digital que publicó la noticia- ni ninguna fuente de noticias han hecho nada para profundizar en las investigaciones sobre Sindica Dokolo y su familia. No digo que no haya caso, pero es extraño que todas aquellas críticas hayan tenido publicidad sin una mínima evidencia. Mientras tanto, el hecho de que el arte africano sea central en esta bienal con perspectivas curatoriales diversas, no ha sido discutido. El León de Oro por el reconocimiento a una carrera se le acaba de conceder a uno de los seis artistas que presento en la bienal, Malick Sidibe. Curiosamente, no sólo es el primer africano en recibir el galardón, es el primer fotógrafo que lo recibe. Sólo Bernd y Hilla Becher tienen este premio, y una prueba de cómo el sistema ha tardado tanto en reconocer la fotografía es que a los Becher se les distinguió... ¡por su trabajo escultórico!

Imágenes de obras de los artistas españoles Ramón Ramos Balsa (izquierda) y Manuel Vilariño, presentes en la Bienal de Venecia.
Robert Storr.
Imágenes de obras de los artistas españoles Ramón Ramos Balsa (izquierda) y Manuel Vilariño, presentes en la Bienal de Venecia. Robert Storr.

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