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EN PORTADA | Perfil

El juego de Miranda July

Guillermo Altares

Basta con pasear un rato por su web (www.mirandajuly.com), por la página dedicada a su libro (http://noonebelongsheremorethanyou.com), por su proyecto interactivo (http://learningtoloveyoumore.com) o consultar las fotos del montaje que está preparando para la próxima Bienal de Venecia, que consiste en 11 esculturas diseñadas para que la gente pueda subirse e interactuar en ellas, para darse cuenta de que Miranda July no es una artista/cineasta/narradora al uso. Y aunque es difícil ser más indie, ni siquiera acaba de encajar con los parámetros indies. Con su primera película como directora y actriz, Tú, yo y todos los demás, triunfó en Cannes y en Sundance; con su primer libro, Nadie es más de aquí que tú, que acaba de publicar Seix Barral en España, un extraño, rompedor y brillante libro de relatos, logró cautivar a la prensa anglosajona y francesa. También hace performances, lecturas radiadas y sus páginas de Internet son un ejemplo de cómo jugar con los lectores, así como sus apariciones en YouTube. "Hace muchos años que tomé la decisión de elegir no elegir, de que no iba a escoger, mucho antes de la película o del libro. Es algo que no tiene nada que ver con el éxito. Es una elección en el sentido de que creo que todas estas cosas están muy relacionadas y no quiero sentirme atrapada en una sola. No me siento como una diletante, ni como alguien que no termine sus trabajos, sino que creo que se debe tratar de hacer de todo", explica Miranda July en una entrevista en un bar del Soho de Nueva York, uno de esos sitios baratos de noodles frecuentados por jóvenes y fauna urbana diversa.

"En mi educación, la tristeza parecía una especie de riqueza, una peculiaridad de estar vivo"
"Hay mucho sexo, aunque no es especialmente erótico, sino que tiene que ver mucho más con los sueños"
"Siento que todo lo que creo es interactivo. Me interesa mucho que la gente se sienta implicada en lo que hago"
Descubre la obra de la artista estadounidense

Los quince cuentos que componen Nadie es más de aquí que tú son extraños, inquietantes, cotidianos, sumergen al lector en un viaje desconcertante a algunos rincones de Estados Unidos que ni siquiera tienen nombre. Pero se devoran, a pesar de su tristeza, porque en su mundo ni siquiera el sexo es alegre: "Nunca me enamoré de nadie, vivo o muerto"; "Tiene una doble importancia, ya que una mente consciente comete errores con frecuencia, se enamora de la persona equivocada"; "Durante aquel día cargué con un sueño como si fuese un vaso lleno de agua, moviéndome con delicadeza para que no se derramase ni una gota"; "En realidad, reconozco que nunca hubo un terremoto. La vida funciona de esa manera, como un cataclismo, y estoy loca de ganas de que me pase algo diferente"; "Todas las cosas invisibles habían desaparecido y en el lugar que antes ocupaban tan sólo había ahora un mal contable y una secretaria". Estas frases son sólo una pequeña muestra de su estilo: punzante, divertido, sorprendente.

"Cuando escribí parte de estas historias estaba mucho más triste que ahora, pero la tristeza siempre ha sido algo importante en mi vida", responde Miranda July a una pregunta sobre la tristeza, la soledad, que rezuman sus historias. No deja de ser llamativo, porque ella parece todo lo contrario: sonríe constantemente desde sus ojos azules, es divertida y poco a poco va rompiendo la timidez inicial. Habla de su novio, el cineasta Mike Mills, de su vida en Los Ángeles, hasta de su proyecto de película que la crisis retrasa una y otra vez, con una ironía cercana, con una sensación de permanente optimismo que no aparece para nada en sus cuentos, aunque sí en su arte. "La forma en que fui educada fue un poco como si uno fuese más interesante cuando estaba triste, cuando en realidad lo único que quería era un abrazo de verdad. En mi educación, la tristeza parecía una especie de riqueza, una peculiaridad de estar vivo. Y es cierto que la tristeza es profundamente humana. Y no es algo de que me ocurra todos los días, pero sí es una presencia que existe".

Sus cuentos narran la historia de un equipo de natación de ancianos que entrena en una cocina ("El equipo de natación más triste de la historia"), hablan de la relación entre una niña y una mujer madura, de una joven que cree ser poseída por un ser oscuro cada noche durante su adolescencia hasta establecer una relación de amor con él, de una médica que se queda dormida junto a su vecino que acaba de sufrir un colapso. El sexo ocupa un lugar central en muchas de sus historias, el sexo homosexual muchas veces, otras veces son relaciones sórdidas de club nocturno, incluso entra sin complejos en un tema tan delicado y tan tabú como el sexo infantil, que también aparece en su película, en la que un niño se enamora por Internet de una mujer madura con la que mantiene unas conversaciones digitales tan explícitas como surrealistas. El cuento más corto de Nadie es más de aquí que tú ocupa dos páginas y relata cómo un padre enseña a su hija a masturbarse como un saber familiar que debe transmitirse de una generación a otra.

Preguntada sobre la sexualidad en su obra, su primera respuesta es una amplia sonrisa, un poco incómoda, y luego, rápidamente, una broma. "Cuando publiqué mi libro no caí en la cuenta de que iba a tener que terminar hablando de sexo con extraños". July prosigue: "Escribí al mismo tiempo algunos relatos y mi película. Era una época en la que trabajaba directamente desde mi conciencia, me lo tomaba como una especie de regalo. Empecé a escribir y a rodar la película más o menos al mismo tiempo, con lo que no era muy consciente de los temas que trataba. Es verdad que hay mucho sexo, aunque no es especialmente erótico, sino que tiene que ver mucho más con los sueños, con los deseos y ahí donde entra la sexualidad en la infancia (silencio, titubeos...). Es un territorio en el que estaba mi inconsciente y salió directamente hacia el público, sin tener que preguntarme por qué. Para mí, eso también es bello: hacer algo que no se puede explicar. Porque es algo que no tiene que ver con los abusos de menores, es un sentimiento muy diferente. Y tampoco está inspirado por algo de mi pasado". En cuanto a la soledad que flota sobre muchos personajes, una soledad que a veces es acrecentada por un sexo sórdido, July señala: "En algún lugar de mí siempre hay algo de soledad. Cuando escribí muchos de estos relatos estaba bastante aislada y algunos de ellos tienen pedazos de mi propia historia, como la señora que tenía una cesta con manzanas en la puerta de su casa para ofrecérselas a desconocidos. Era alguien bastante triste y vivía en un barrio duro. Además, Portland es una ciudad muy lluviosa, no tienes muchas elecciones".

Nacida en febrero de 1974 en Barre (Vermont, en Nueva Inglaterra), los padres de Miranda July son los dos escritores y fundaron una pequeña editorial, North Atlantic Books. Rápidamente se trasladó a la Costa Oeste, primero a Berkeley, con sus padres, y luego a Portland (Oregón), junto a Seattle, una de las capitales indies de la Costa Oeste de Estados Unidos. Allí empezó su carrera de elegir no elegir. Tras años de performances, experimentos con el arte, la música, su primer éxito le llegó con su película Tú, yo y todos los demás, que escribió, dirigió y protagonizó en 2005. El material con el que trabaja, los sueños frustrados, los límites del surrealismo, el mundo de los suburbios de Estados Unidos, es el mismo que el de sus relatos. Y el éxito fue similar. Ganó una Cámara de Oro en Cannes y el Premio Especial del Jurado en Sundance, el festival creado por Robert Redford para impulsar el cine independiente. July interpreta a Christina, una artista ("yo soy mucho mejor que ella", responde entre carcajadas cuando es preguntada sobre la relación entre su arte y el arte de su personaje) que se gana la vida como conductora para trasladar a mayores y que se enamora de un tipo extraño (tratándose de un personaje suyo ni siquiera es necesaria la precisión), que trabaja en una zapatería y que se acaba de separar. Por el filme pululan todo tipo de seres que también podrían pertenecer a Nadie es más de aquí que tú.

En su libro hay algunos momentos en que los personajes parecen arquetipos de la América de suburbia, pero al final se convierten todos en personajes reales, en seres de carne y hueso. ¿Trata de ser simbólica o real? "Traté de ser realista, pero siempre me siento más capaz y más ágil si mantengo en mi mente que la realidad no debe estar limitada por hechos que hayan ocurrido realmente, por mi propia biografía", responde. "Los símbolos, los momentos y los personajes que no acaban de tener un sentido lógico, tal vez aunque no lo haga de forma totalmente consciente, me permiten moverme más rápidamente en la dirección a la que quiero llegar. Y ahí es donde puede aparecer el simbolismo. También es difícil saber hasta dónde llega la realidad y dónde comienza el surrealismo. Es algo que también ocurre en la novela que estoy escribiendo. No se trata de que en mis historias haya elementos inexplicables, abstractos. No me interesan los elementos espirituales, trato de hablar de la gente y de sus vidas. El problema está en saber hasta dónde puedes llegar jugando con elementos extraños sin convertirlo en ciencia-ficción, manteniendo los pies en la tierra".

Miranda July vive en Los Ángeles, una ciudad en la que, salvo en algunos lugares determinados, uno nunca acaba de tener claro dónde se encuentra. Es una urbe laberíntica por su inmensidad, bastante surrealista, y algunos creen que culturalmente mucho más potente en los últimos años que la adorada Nueva York. Y hay muchas zonas del gran Los Ángeles que pueden encarnar perfectamente ese mundo de los suburbios burgueses, el escenario en el que transcurren películas y series como American Beauty, Mujeres desesperadas o Revolucionary road. Pero July insiste en que el retrato de ese mundo de jardines y casas blancas en las que ocurren cosas muy extrañas, que han destacado la mayoría de los críticos estadounidenses, es involuntario. "Es muy difícil ver las cosas desde dentro. Cuando escribí este libro no había viajado mucho, no conocía tan bien América. Ahora he viajado un poco más. Creo que los mundos internos son más importantes, que no son completamente americanos, no es que sean ángeles que vienen de otro mundo, pero cuando voy a otros países, a veces lo ven como historias locales, precisamente porque ocurren en lugares indeterminados para el lector. Creo que mis relatos son adaptables a cualquier paisaje".

Su faceta artística está marcada por un constante juego con la interactividad. En su página (http://noonebelongsheremorethanyou.com) presentaba su libro escribiendo en la nevera y en los fuegos de su cocina mientras contaba una historia. Doce meses después, relata siempre con el rotulador que se puede borrar: "Ha pasado un año desde la última vez que escribí en la encimera. Han pasado muchas cosas en un año. Algunos seguro que tenéis nuevos novios o novias, nuevos trabajos. Existe la posibilidad de que algunos hayáis muerto también durante el año pasado. Adiós. Si estáis muertos, no necesito que hagáis ningún signo para demostrarme que estáis leyendo esto". También lleva varios meses impulsando, junto a Harrell Fletcher, un artista de Portland, el proyecto Aprendiendo a amarte más (http://learningtoloveyoumore.com). Consiste en realizar unas 70 pruebas, que van desde grabar a un vecino tocando música hasta hacer un vestido infantil en talla de adultos. Dan premios, han hecho presentaciones desde el Museo Whitney de Nueva York hasta el Museo de Arte Moderno de Seattle y hasta ahora casi 9.000 personas han participado en un juego que tiene mucho que ver con los talleres que Dave Eggers ha ido abriendo por diferentes ciudades de Estados Unidos.

Mientras prepara su nueva película -un tema sobre el que prefiere pasar de puntillas, ya que ha tenido que retrasar el rodaje por problemas de financiación, aunque se encuentra en Nueva York dentro del proceso de casting- y despega la escritura de su primera novela, Miranda July se está dedicando a fondo a Eleven heavy things (once cosas pesadas), una instalación para la 53ª Bienal de Venecia destinada al Giardino delle Vergini, que se celebrará del 7 de junio al 22 de noviembre. Se trata de 11 esculturas a las que deben subirse los turistas. Hay tres pedestales, cada cual más grande, con la inscripción: "El más culpable". Otras dos son planchas blancas que permiten asomar la cabeza sobre una inscripción: "Ésta es mi mirada cuando realmente lo pienso", pone en la primera. En la segunda reza: "Ésta es mi mirada cuando miento". "Sólo se convierte en una performance cuando las fotos se suben a blogs personales y son enviadas por mail, que es cuando la audiencia cambia y los participantes se convierten en artistas", señala el proyecto.

"No echo de menos la interactividad cuando escribo o cuando ruedo una película. Si quieres, puedes conseguir tanto feedback como el que logro a través de mi página web o de las performances. Todo lo que haces puede ser comentado por el público. En realidad, siento que todo lo que creo es interactivo. Me interesa mucho que la gente se sienta implicada en lo que hago. En cuanto a Internet, nunca diseñaría algo sólo para promocionar. Para mí es una especie de performance, un desafío muy interesante", explica July.

Como despedida, el periodista pregunta a Miranda July si puede participar en uno de sus juegos: responder con una palabra o con dos o con frase a una serie de términos que aparecen en sus relatos: muerte, niño, amor, sexo, soledad, punk, ballena muerta, Los Ángeles, ausencia, el pasado. Primero decide, con la sonrisa que ha marcado todo el encuentro, hacerlo sobre la marcha. Luego se lo piensa. Finalmente, prefiere responder por correo electrónico. "Estoy enamorada de alguien y quiero estar con él hasta que alguno de los dos muera. Queremos tener un niño y lo vamos a hacer a través del sexo. Desafortunadamente, ninguna de estas cosas rebaja mi soledad, aunque estoy mucho mejor que en mis tiempos punks. En aquellos tiempos mi malestar era como si una ballena muerta me rodease. Hoy estoy en Los Ángeles y mi novio en parís. Su ausencia me hace mirar al vacío durante periodos de tiempo. Mis padres vendrán a visitarme este fin de semana; hablaremos del pasado; lo recordaremos de manera diferente". -

Miranda July. Nadie es más de aquí que tú. Seix Barral. Barcelona, 2009. 224 páginas. 18 euros.

Dibujo que representa la instalación que Miranda July montará en la Bienal de Venecia.
Dibujo que representa la instalación que Miranda July montará en la Bienal de Venecia.

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Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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