Los misterios del pasado
Estamos en 1942. París se encuentra bajo la ocupación alemana. Una tarde de octubre un judío de 22 años, Albert Modiano, que vive casi como un clandestino, conoce a una joven actriz flamenca, Louisa Colpeyn, en un piso del elegante distrito XVI de París. Albert, que ha logrado, no sabemos cómo, evitar llevar la estrella amarilla, vive del estraperlo. Tres años después nace su primer hijo, Patrick. A los 17 años, decide que no volverá a ver nunca más a su padre, ausente y detestado. Mantendrá su palabra. Albert muere en 1977. La guerra, París, un ambiente turbio, un padre quizás cercano a la Gestapo, una madre egoísta sin talento artístico: como arqueólogo de la memoria que no puede escribir más que del pasado, Patrick Modiano no ha dejado de explorar esos temas para escribir, en un francés clásico, sobrio y preciso, una obra singular, una búsqueda de su propia identidad, difuminada y sin fin, entre el romanticismo y la novela policiaca.
"La ocupación es como la tierra en la que he crecido", dijo el escritor que ha construido varias novelas (Reducción de condena, Quartier perdu, Villa triste) sobre este periodo. No importa que no la haya vivido, supo expresar muy pronto algo que acabaría por convertirse en una obsesión nacional: lo que ocurrió en Francia durante la guerra, la colaboración con el ocupante alemán. De muchos autores se dice, para felicitarlos o no, que escriben siempre el mismo libro: esto es particularmente cierto con Modiano. Menos su primera novela, editada en 1968, La place de l'étoile (la historia provocadora y alucinada de un judío antisemita durante la guerra), es autor de una obra coherente, en la que ningún título aplasta a los demás, destilada con regularidad, a la vez emotiva y distante. Podríamos aplicarle la frase de William Faulkner, a quien no dejaban de preguntar sobre su obsesión por las historias de violencia y locura, repetidas de ficción en ficción: "Agoto un sueño".
Modiano, al que no le gusta la introspección, considera que cuanto más misterioso es algo, más interesante resulta. "Incluso trataba de buscarle el misterio a lo que no tenía ninguno", admite en Un pedigrí. Por eso nunca sabemos de dónde vienen sus personajes, ni lo que realmente piensan. Sacudidos entre el presente y el pasado, sus biografías se mantienen inciertas. Nos los cruzamos en las calles, las avenidas y las plazas del oeste parisino (como el distrito XVI), banales ante los ojos de los profanos, pero de repente cubiertos, gracias a la pluma del novelista, de una belleza gris y nostálgica. De sus libros ha nacido un neologismo: "modianesco". Se emplea esta palabra (¿llegará algún día al diccionario?) para evocar a un personaje (o una situación) claroscuro, ni lógico ni absurdo, a medio camino entre los dos mundos, entre la sombra y la luz. También evoca una idea de mutismo y romanticismo.
Nacido en julio de 1945 en los alrededores de París, Modiano vive una infancia de vagabundeo y demasiado solitaria. Su hermano mayor, Rudy, muere en 1957. La impresión que le causó fue enorme: Patrick le dedica todos sus primeros libros. Abandona los estudios después de la selectividad y se pone a escribir, a escondidas de sus padres: "No tenía más que 20 años, pero mi memoria era anterior a mi nacimiento". Libro tras libro, construye un museo imaginario, lejos de las modas, hasta ser considerado un clásico en Francia. Sus obras, que han recibido numerosos premios, se venden bien, aunque Patrick Modiano no aparece en la televisión ni tampoco en la prensa popular. Es un hombre discreto, con la mirada dulce y el rostro un poco dolorido, conocido por su dificultad para expresarse y su indiferencia ante los honores (se niega a entrar en la Academia francesa, donde sería acogido con entusiasmo).
Este aficionado a los sucesos, casado desde 1970 y padre de dos hijas, no se ha retirado "de la sociedad del espectáculo", como demuestra su afición al cine. En 1974, escribió con el cineasta Louis Malle el guión del exitoso filme Lacombe Lucien, la polémica historia de un joven campesino que en 1944 se pasa a los alemanes más por ignorancia que por decisión meditada. Es autor de otros guiones y ha escrito junto a Catherine Deneuve un ensayo sobre la hermana que murió joven de la actriz, Françoise Dorléac. Jurado del Festival de Cannes en 2000, Modiano también es autor de letras de canciones.
El éxito no le ha cambiado. Cuando alguien le reconoce por la calle y le pregunta si es Patrick Modiano, responde, según cuentan: "No, no soy yo". Después de haber leído sus libros, largas ensoñaciones sobre la realidad, uno se pregunta si finalmente no está hablando en serio, si no es el más modianesco de sus personajes, un fantasma intranquilo, modesto y encantador. -
Claude Castéran es periodista y novelista francés.
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