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Reportaje:EL PADRE DEL REALISMO SUCIO

"La poesía es insensatez y látigo"

Javier Rodríguez Marcos

Los Ángeles, Fuego en el Balcón JunioJade [8] '60

Querida Sheri Martinelli:

Es muy posible que no haya brío en mis poemas, ni en mí. Una situación degradante y vergonzosa, eternamente reprobado por los dioses por no decir lo suficiente o lo bastante bien o a su manera. Joder, he leído tus clásicos, he desperdiciado toda una vida en bibliotecas, pasando páginas, en busca de sangre. Me da la impresión de que no se ha echado basura SUFICIENTE, las páginas no aúllan; siempre la dignidad afectada y la pedantería y la página abrasada por el sol y lánguida como la mies.

"He tenido tiempo para pensar mientras yacía medio muerto en los pabellones de caridad"
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Por cierto, ¿es que todos los supuestos modernos tenéis que utilizar el yo yo yo yo y prescindir de las mayúsculas? eso resultó efectivo durante una temporada pero ahora es sencillamente una pesadez sin sentido.

¿Pound? Parte de Pound estaba bien, claro, pero también había mucho de circo y charlatanería, del maestro maestro repartiendo zarandajas y adaptándose para encajar los reveses, del efecto de hacer algo, dando la impresión de caminar erguido mientras está tumbado. No llevo patillas, me lavo los dientes, pero no obedezco órdenes chinas, obedezco mis propias órdenes y detesto a los polis porque la mayoría son jóvenes y van vestidos de negro, llevan porra y pistola y menean su culito engreído y no entiendo a Beethoven ni Mahler ni Chopin ni a ninguno de los músicos o escritores rusos. Hay mucho de cierto en eso que dices de que me limito meramente a enumerar la vida y hay mucho de cierto en lo de que no estoy contando gran cosa y estoy contando demasiado en el sentido subjetivo, que hay cierta basura, pero sencillamente sobre la base de los clásicos y la certeza de que no voy bien, no puedo liberarme. La obra en sí debe encontrar su propia conclusión a partir de mí mismo y únicamente conmigo mismo como base, liberarse de lo que ha ocurrido o de lo que otros han hecho. Cumpliré los cuarenta en agosto y, quizás, aún sigo viviendo como un crío escribiendo como tal pero eso debe continuar mientras sea lo que me resulta más natural.

Los críticos tienden a sobrestimar o infravalorar una obra ahondando en el subsuelo, atisbando la trama en la dirección forzada que quieren dar a su propio relato. Si Dios se pusiera a mear unos lo verían como una bendición dorada y otros cogerían sus cerbatanas y se enmarañarían en sus reniegos.

He tenido tiempo para pensar mientras yacía medio muerto en los pabellones de caridad y estaba al sol en el hipódromo y dormía con las putas gordas, sus pies sudorosos plantados sobre mi corazón. Ya no sirve de nada seguir leyendo, la maquinaría ha quedado reducida a cenizas, no pienso adoptar la pose locuaz. ¿Prefieres que elimine por completo la experiencia del poema? A Li Po le gustaba prender fuego a los suyos y ver cómo se iban flotando río abajo, y a LP también le gustaba darle al vino. No puedo cambiar mi curso para adaptarlo a la crítica. No adoro mis poemas, la verdad es que los aborrezco por completo, y sin embargo no estoy lo bastante furioso como para ponerme a hacer cabriolas sólo para prosperar. Recuerdo infinidad de poemas chinos de la mujer que espera a que su hombre regrese de las guerras, desgarrada de amor por un hombre y sencillamente esperando, la horrenda brecha de la espera, mirando la colina, la flor que se mece al sol sin que aparezca nadie, y sin embargo, comprensiva y dispuesta a sacrificar su hombre a los dioses. Poemas de 5 y 6 versos, experiencia sin lugar a dudas, y sin embargo, si me permites utilizar esa palabra vacía: hermosos. Ah, ya lo sé, sí sí sí, todo ello ceñido al molde clásico. No, no, no. La experiencia. No me gusta la gente que dice que todo esto ya ha ocurrido, no podemos escribirlo. Está ocurriendo ahora. AHORA. Los muertos están muertos, y lo creas o no, precisamente porque están muertos sus palabras, en cierto sentido, también están muertas. Milton el Ciego no es ni remotamente tan trágico como cuando vivía. El arte sólo preserva una parte y está sobrestimado. Veo mis dedos sobre las teclas, tengo de cara a mí una planta medio muerta con una hoja como la oreja de un conejo caída hacia la izquierda, las mujeres del mundo deambulan por mi cerebro, una rata me roe el estómago y escarba, pasa una furgoneta de los helados bing bing bing bong bing bong bong, y el Arte, el Arte no es nada, son mis dedos sobre las teclas AHORA esculpiendo y gritando Chopin y la música y la rebelión, al infierno con los clásicos, al infierno con la forma, al infierno con Pound, sal, sal y sangra, sangra ilimitadamente contra la turba, la mediaRoma, el mediopoema, el mediofuego, el mediobeso. Sal, sal, sal.

Atentamente, Charles Bukowski

Charles

Ángeles Perdidos mediados de junio '60

Querida Sherimar:

No soy un "poeta joven". Cumpliré los 40 el 16 de agosto de este año. Llevo 5 años escribiendo poesía, antes de eso: 10 años borracho; antes de eso, relatos breves. Cierta historia en ese sentido, pero poco importante. Hoy cansado, consumido; mirlos revoloteando al otro lado de la ventana, una masa de sinsentido. Hearse va a publicar un opúsculo mío, Flor, puño y gemido bestial, dentro de un mes o así. He tenido noticias de Light Year, han dicho "poemas de la hostia", "contundentes", "demasiado oscuros, demasiado oscuros". Lo mismo por parte de otros una y otra vez. Supongo que cuando el humo se haya dispersado del todo Pound seguirá ahí, el oído para el lenguaje, la ráfaga que acuchilla la página. Ese tipo sabe dejarse de hostias, hola y adiós.

con respecto a la soledad: soy un aislacionista a ultranza, machaco a la gente. música, pintura, sonido de pintura, música roja.

pero esto tiene que ver mayormente con la dirección de Matz. De acuerdo. Li Po, ah, sí, vivir en el breve sonido de la canción, cada momento demasiado pequeño para él. ¿qué podemos hacer? Desdén y hurgamiento y enfermedad.

Sorbete, y espondeo

Charles

Charles Bukowski

malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos: la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...

Traducción de Eduardo Iriarte Goñi.

Charles Bukowski, durante una polémica emisión del programa cultural francés 'Apostrophes', en 1978.
Charles Bukowski, durante una polémica emisión del programa cultural francés 'Apostrophes', en 1978.CORBIS

Vida y milagros del viejo indecente

HENRY CHARLES Bukowski (1920-1994), Hank para amigos y enemigos, no dejó un solo rincón de su vida sin convertir en literatura. De ahí que sus novelas, relatos y poemas puedan leerse como una suerte de biografía "destilada".

VIDA. Lo poco de su vida que Bukowski no convirtió en ficción lo volcó en tres libros clásicos, todos editados por Anagrama, el sello que más lo ha publicado en España: Shakespeare nunca lo hizo, relato de su viaje triunfal por Europa en 1978; El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, diario de sus últimos años de vida ilustrado por otro mito del underground, Robert Crumb, y Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, larga entrevista realizada en 1982, o sea, en la cumbre. Tres buenos complementos para seguirle el rastro a este hijo de soldado estadounidense nacido en Alemania, recriado en California, cartero, vagabundo y autor de medio centenar de títulos son la biografía clásica Hank (Anagrama), de Neeli Cherkowski, la recentísima Charles Bukowski (Circe), de Barry Miles, y Bukowski, una vida en imágenes (Salamandra), de Howard Sounes. Y tres de cine, las películas Ordinaria locura (1981), de Marco Ferreri; Barfly (1987), de Barbet Schroeder, y Factótum (2005), de Bent Hamer.

MILAGROS. Aunque triunfó en España como narrador con novelas como Cartero, Factótum o La senda del perdedor y colecciones de relatos como La máquina de follar, Escritos de un viejo indecente o Hijos de Satanás (todos en Anagrama), Bukowski ha conocido entre nosotros una segunda edad de oro como poeta, algo que él siempre se consideró por encima de todo. Ahí están títulos como Madrigales de la pensión (Visor), Poemas de la última noche de la tierra (DVD) , Arder en el agua. Ahogarse en el fuego y el póstumo Lo más importante es saber atravesar el fuego (La Poesía, señor hidalgo). J. R. M.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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