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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vida de trinchera

Ford Madox Ford (1873-1939), amigo de Joseph Conrad, con quien escribió dos novelas, es autor de dos libros imborrables: El buen soldado (Edhasa) y El final del desfile, que por fin se publica en castellano. Esta última es un conjunto de cuatro novelas publicadas entre 1924 y 1928 que no apareció en un solo volumen hasta el año 1950. En ella, Madox Ford utiliza su experiencia como soldado en la Primera Guerra Mundial para contar una historia que comienza al final del periodo eduardiano, último reducto en Inglaterra del Antiguo Régimen, y se extiende hasta el armisticio y los años inmediatamente posteriores. Es una novela tremendamente ambiciosa, de lo que ya no es frecuente hallar modelos en la actualidad, que no se limita a ser uno de los más poderosos alegatos antibelicistas que se han escrito, sino que cuenta además una peculiar y emocionante historia de amor y es, además, un relato dramático de la decadencia de un mundo que acaba con su antiguo esplendor como la guerra acaba con la Antigua Europa.

El final del desfile

Ford Madox Ford

Traducción de Miguel Temprano García

Lumen. Barcelona, 2009

1.024 páginas. 35,90 euros

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Extracto de 'El final del desfile'

Los protagonistas son Sylvia y Christopher Tietjens. Él es el segundo hermano vivo de un linaje tradicional, los Tietjens de Groby, y su matrimonio con Sylvia está en crisis total. Christopher es un estadístico al servicio del Gobierno que sólo desea huir de su presente y por ello aceptará ir a la guerra que se avecina. Está arruinado, por su propia dejadez o desidia, vive en un cierto estado de indiferencia unido a una concepción caballeresca del mundo propia de otros tiempos; en el fondo, se siente perdido, pero se niega a aceptar ayuda de su hermano Mark, un prominente miembro de la Administración que, por el contrario, posee el capital familiar y la condición de perfecto gentleman inglés en activo cuya absorbente afición es el turf. Sylvia, que detesta a su marido y trata de hacerle daño, juega con la idea de un divorcio al que no está dispuesta y, en el interregno, aparece una muchacha joven, moderna, sufragista, una representante de los nuevos tiempos, de quien Chris se enamora a su pesar. En su medio, el escándalo no es tener una amante sino convivir con alguien sin estar casados y él no puede hacerlo con la muchacha, Valentine Wannop, porque Sylvia se lo impide.

La novela cuenta esta historia de amor difícil y temeroso, asediado por la maldad y por la guerra y en el vasto escenario en que transcurre lo poblarán con sus vidas otra serie de caracteres extraordinariamente bien trazados. El escenario se divide en dos: el mundo social de la retaguardia visto, sobre todo, desde la perspectiva del viejo orden (excepto en algún personaje como la joven Wannop) y el mundo cruento y dislocado de una guerra cruel y terrible. La guerra del 14-18 fue, como sabemos, una guerra de desgaste, de posiciones; su representación alcanza una fuerza contundente porque Ford elige contar la trinchera y no la batalla: esa vida de trinchera es el verdadero pozo de horror de la contienda. Chris y sus hombres van a sufrir el deterioro de una guerra moderna no ya de modo físico sino también mental; es el retrato de esas mentes destrozadas por la vivencia diaria lo que consigue el culmen expresivo. El armisticio da paso al cuarto volumen, contestado por algunos críticos, pero imprescindible porque cumple el papel de mostrar "qué fue de los Tietjens".

Ford utiliza numerosos recursos expresivos. El principal, no contar en línea recta sino valiéndose de monólogos, una voz inidentificable que a veces razona, la mezcla de tiempos... siempre siguiendo la corriente de pensamiento de los personajes directa e indirectamente. Como no cuenta en línea recta y, al mismo tiempo, hace un minucioso y prolijo relato de hechos y caracteres, el lector se ve forzado a participar, desentrañar y ordenar lo que está sucediendo porque Ford narra de dentro afuera y la información viene del interior mismo de la narración, no de la superficie. En definitiva, es un relato cargado de ambigüedad pero con las llaves de la puerta al alcance del lector; Ford utiliza con verdadero tino lo que Robie Macauley denomina tangencial relevance para expresarse. El conjunto resulta fascinante, lleno de nervio y vigor, con una excepcional creación de personajes; es un texto de una musculatura literaria fuera de lo común y, desde luego, muestra de manera poderosa lo que es concebir, construir y resolver una novela de largo aliento.

La maldad de Sylvia, su deseo de hacer daño, muy bien mostrado, lo mismo que el carácter de Chris y el modo de ser de Valentine concluyen en una escena formidable, inolvidable, cuando Sylvia decide cargar contra ellos con toda su maledicencia y se presenta acompañada de su corte en la casa donde viven Mark (en estado vegetativo por una hemiplejia) y Chris con sus mujeres. Esa llegada de la despechada fuerza del mal para asediar la casa donde se aíslan los antaño poderosos Tietjens y sus esposas tiene algo de cuento popular (el lobo y los cerditos) y tragedia tenebrosa a la vez y precipita una conclusión que deparará algunas sorpresas que terminan por atar los cabos sueltos. Pero el viejo mundo se derrumba y el futuro es incierto y dañino para todos ellos, para las viejas familias, tan receptivas a las damas americanas que aparecen representando a la nueva clase de ricos, y para Chris y Valentine y su hijo por nacer sumidos en una vida de frugalidad y recortes. Pero, como dice el texto en un momento dado, en cierto modo "Chris siempre había aspirado a la santidad"; es el mismo Chris que le dice al general Campion que quiere seguir en el frente y no volver a Inglaterra porque "tengo que enterrarme en algún agujero".

El libro requiere un lector paciente, sensible y dispuesto a entrar en un escenario humano complejo y una escritura exigente. Es un disfrute para los amantes de la buena literatura, al que contribuye no poco la acertada y esforzada traducción de Miguel Temprano García. -

Imagen de la Primera Guerra Mundial de la exposición <i>La Gran Guerra en imágenes 1914-1918,</i> en el Museu d&#39;Història de Catalunya (hasta el 2 de marzo).
Imagen de la Primera Guerra Mundial de la exposición La Gran Guerra en imágenes 1914-1918, en el Museu d'Història de Catalunya (hasta el 2 de marzo).

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