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Un equipo español y japonés detectó emisiones de radón, precursoras del terremoto de Lugo

Los científicos estudian los gases del subsuelo para ayudar a predecir los seísmos

Antes del terremoto registrado en Galicia el pasado día 22, las emisiones de gas radón aumentaron drásticamente según registró la estación geoquímica que un equipo de investigación español y japonés tienen instalado en Galicia. El radón, como indicador químico de la actividad violenta del subsuelo, se está investigando en todo el mundo, especialmente en Japón desde años y con especial énfasis a raíz del catastrófico terremoto de Kobe en 1995. Como precursor de seísmos, puede servir para vigilar la superficie de los territorios de riesgos y alertar a la población acerca de temblores de tierra que se avecinan.

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La ciencia no sabe todavía predecir terremotos, hay demasiados parámetros clave desconocidos en una hipotética ecuación cuyo resultado debería indicar lugar, momento y magnitud de un futuro movimiento sísmico, los tres requisitos que debe satisfacer una predicción del acontecimiento para ser aceptada como tal. Sólo en menos de media docena de casos en todo el mundo, los expertos han podido anticiparse a un terremoto y alertar a la población.Uno de los casos más célebres fue el terremoto de Haicheng en China, en los años setenta, cuya predicción a tiempo salvó miles de vidas en una población advertida y movilizada para ponerse a salvo (en campo abierto, es lo más aconsejable). Y en aquel terremoto las emisiones anormalmente altas de gas radón fueron cruciales, recuerda el experto Nemesio Pérez.

Tan importantes como para que Japón pusiera en marcha un programa de investigación geoquímica al respecto. En Japón ha investigado Pérez hasta hace muy poco y, ahora en España, mantiene la colaboración con sus colegas de la Universidad de Tokio.

Estación de seguimiento

Gracias a ese programa conjunto del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) de Tenerife, del laboratorio de Química de Terremotos de la Universidad de Tokio y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), se instaló en Cabreiroá en abril de este año una avanzada estación geoquímica de seguimiento y medida de gas radón en el manantial de Cabreiroá (Orense).

Pocos días antes del terremoto de Lugo del día 22, Ramón Redondo (UAM) pronosticó un posible seísmo inminente en la zona. "Nos basamos en las variaciones en la concentración de radón en las aguas del manantial que estamos estudiando", explica. "El posterior análisis profundo de los datos de la estación geoquímica indican claramente, cuatro semanas antes del terremoto, un incremento con oscilaciones anómalas de los niveles de actividad de radón acompañado de un incremento de la tempera tura del agua.

No era acidental la instalación del avanzado detector. Desde 1995, este equipo hispano-japones realiza investigaciones geoquímicas en las aguas y gases de Cabreiroá. "El hallazgo de precursores hidrogeoquímicos en relación a los terremotos en Lugo de magnitud 4.6 ocurridos el 29 de noviembre y 24 de diciembre de 1995 fue muy importante y clave para nuestra investigación sobre química sísmica en España", comenta Pérez, del ITER.

"Nuestro grupo, financiado en en esta investigación por la Fundación Domingo Martínez de Valladolid, el Ministerio de Educación y Ciencia japonés y el Cabildo Insular de Tenerife, puso en marcha la aplicación en Galicia de las mismas técnicas que fueron utilizadas en relación al desastroso terremoto de Kobe". La detección del cambio químico en las aguas de Cabreiroá, a unos 90 kilómetros del epicentro del terremoto del 29 de noviembre de 1995, por parte de este equipo de investigadores fue presentada en congresos internacionales.

Varios parámetros

¿Quiere decir esto que en la química del subsuelo está la clave para predecir terremotos? Ni mucho menos es la única clave, puntualiza Pérez, sino un factor de gran importancia que, en combinación con los parámetros geofísicos, permitirán avanzar en la ansiada predicción de estas catástrofes naturales.

En Kobe se produjeron signos presísmicos en las aguas subterráneas, como concentraciones de radón y cloruros, en varios puntos próximos al epicentro del terremoto desde tres meses antes de que éste se produjera, explicaron recientemente en la revista Science los expertos Paul Silver y Hiroshi Wakita. Y puntualizan que no es el único caso que se ha documentado y la investigación avanzan en este campo en Japón, China, EE UU, Rusia, etcétera.

Pero hace falta invertir recursos en investigación y en seguimiento continuado de estos fenómenos, insiste Nemesio Pérez. "Hoy por hoy no podemos predecir terremotos, pero no es imposible, hay que estudiar mucho más", dice.

"Japón dedica cada año 30.000 millones de pesetas a investigar en predicción y vigilancia de terremotos y volcanes", concluye.

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