_
_
_
_
_
Reportaje:

Las 1.266 bodas de Ardabili, el casamentero

Un 'hoyatoleslam' iraní organiza desde hace siete años citas para que hombres y mujeres se conozcan y se casen

Ángeles Espinosa

"¿No te preocupa la diferencia de edad?", pregunta el clérigo a R. Ella responde que no, pero apunta que a K. le gustaría que llevara chador. El clérigo quita importancia a ese detalle -"con las facciones de tu cara, te quedaría bien"- e insiste en la edad. "Habrá que consultar con los psicólogos", sugiere. R. y K. han acudido al hoyatoleslam Jaffar Savalanpur Ardabili para encontrar pareja. En otro lugar sería una agencia matrimonial, pero esto es Irán, donde el 80% de las bodas están arregladas por las familias, y ligar viola los usos sociales y la ley.

"En Irán tenemos un conflicto entre tradición y modernidad", admite Ardabili, de 42 años. "Hemos importado los móviles o Internet sin una evolución paralela en nuestras costumbres. Así que los jóvenes se enfrentan a una dicotomía. Por un lado pueden relacionarse a través de esos medios, pero por otro tienen que ajustarse a las tradiciones que no permiten que chicos y chicas interactúen con libertad".

Tras la revolución islámica de 1979 se prohibió que los dos sexos se citaran, y las relaciones extramatrimoniales están penadas con la muerte. Ese puritanismo estaba bastante extendido en una sociedad de por sí muy conservadora. Todavía hoy la virginidad de la novia es un requisito imprescindible incluso en las capas aparentemente más occidentalizadas. Pero la explosión demográfica subsiguiente (el 70% de la población tiene menos de 30 años) y la incorporación de la mujer a los estudios superiores (son el 60% de los universitarios) han dejado obsoleto el sistema tradicional de emparejamiento y frustrados a los jóvenes. Para cuando las madres les encuentran una chica conveniente, los muchachos ya se han enamorado de una compañera, o se han hecho ilusiones con las imágenes de los canales por satélite.

Las chicas lo tienen más difícil. Una mujer decente sólo debe pensar en el matrimonio y la maternidad. Y aunque ya no son habituales las bodas forzadas, rechazar a los candidatos resulta arriesgado. "Tenemos 1.865.000 mujeres entre 29 y 38 años que no van a casarse nunca", asegura Ardabili. En parte, es fruto del desequilibrio demográfico de la guerra contra Irak (1980-1988), en la que murieron al menos 200.000 varones. Pero también de los usos sociales. Los hombres prefieren mujeres jóvenes.

Además, los chicos se enfrentan a una contradicción: "Quieren una novia moderna y una esposa tradicional", apunta Ardabili. "Antes la mujer no estaba en la calle, y ahora no distinguen entre una mujer que sale a la calle y una mujer de la calle", explica. "¿Adónde puede acudir entonces una buena chica para encontrar marido? Necesita un sitio para relacionarse con respeto a la tradición". Y eso es lo que su Instituto Cultural de la Familia ofrece: un lugar que acata las tradiciones, siempre con la meta del matrimonio.

"Mi condición de clérigo ayuda a despejar los recelos de las familias", admite un sonriente Ardabili, en cuya forma de abordar el problema han influido sin duda los dos años que vivió en Canadá. En cualquier caso, su web (ardabili.com), se cura en salud con enlaces a los permisos de media docena de destacados ayatolás. "No somos una agencia de contactos. Usamos Internet como instrumento para ayudar a quienes desean casarse", subraya el clérigo, a quien no le gusta que le llamen celestino. Así lo ha entendido la madre de R., la única de la familia que sabe que la chica (licenciada, con trabajo, pero que se aproxima peligrosamente a los 30) ha recurrido al instituto. A pesar de los prejuicios que Ardabili despierta en algunos sectores ("los diarios Iran y Hamshari no publican nuestros anuncios", señala), su iniciativa llena un hueco que el rígido sistema iraní había descuidado, como lo prueban los 250 correos que el clérigo contesta a diario.

Por Internet o en su oficina, los interesados rellenan una ficha y un cuestionario en el que se les pregunta desde si les gusta ir a fiestas hasta si permanecerían casados en caso de que su cónyuge no pudiera tener hijos. También tienen que dar una foto de carné y otra de cuerpo entero. "Vestidos, por supuesto", bromea Ardabili, que cobra el equivalente a 27 euros por inscripción y cuatro más por cita.

Tras estudiar las respuestas, el clérigo incluye a los solicitantes en una de las 36 categorías que ha establecido según edad, estudios y perfil, y les ofrece cinco potenciales parejas. Nada de fotos aún. "Si les dejamos verlas, dejan de leer las fichas", justifica. Una vez que se ha hecho la elección, se intercambian las fotos y, si ambos están de acuerdo, llega la cita. Para ello Ardabili, ha arreglado una salita junto a su oficina y cuenta con la colaboración de su mujer y su hija. Uno de los tres estará presente.

Sólo si ese primer encuentro sale bien, se les anima a conocerse más, pero siempre siguiendo su método. Después de cada cita, los candidatos rellenan nuevos cuestionarios y pasan por el despacho de Ardabili. Primero, por separado, y luego, juntos. Además, tienen la posibilidad de recibir asesoramiento psicológico e incluso sexual, si lo solicitan. Cuando hay entendimiento, las parejas tardan "entre 45 días y seis meses en casarse". Ya van 1.266 matrimonios en siete años, hasta ahora sin ningún divorcio.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_