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146 especies desprotegidas

España sólo tiene planes de conservación para el 12% de la fauna y la flora en peligro

Al menos cuatro cercetas pardillas, entre otras decenas de aves, han muerto entre finales de julio y principios de agosto en el Parque Natural de El Hondo. Ni la condición de espacio protegido del humedal alicantino ni el de especie en peligro de extinción de la cerceta le han salvado.

Es posible que el nombre del ave y el humedal no digan mucho, pero sería equivalente a que, en el mismo periodo de tiempo, cinco linces ibéricos murieran atropellados o tiroteados en Doñana.

Las plantas y los peces son los grandes olvidados por las autoridades
La anterior ley de conservación fracasó y la actual aún se está implantando
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Especies amenazadas:
Saber Más: las listas rojas de la UICN:

El anonimato es uno de los inconvenientes contra los que tienen que luchar la mayoría de las 166 especies y subespecies de fauna y flora que están catalogadas en España oficialmente en peligro de extinción. El otro es la falta de planes para su recuperación, un instrumento de gestión que están obligadas a aprobar todas las comunidades autónomas.

Sólo 20 especies en peligro cuentan con ellos. La cerceta pardilla no está incluida, ni la Comunidad Valenciana ni Andalucía, regiones en las que se distribuyen sus escasas poblaciones (fluctúa entre 30 y 200 parejas), los han aprobado. Los planes de recuperación no son la panacea, pero son básicos para establecer prioridades de conservación, delimitar zonas de distribución y actuación, restaurar áreas degradadas e impedir determinados impactos. "Es el gran fracaso de la anterior Ley de Conservación de la Naturaleza", resume Theo Oberhuber, coordinador de Ecologistas en Acción, que añade un segundo efecto negativo: "Es posible que sean 20 las especies que cuenten con planes de recuperación, pero el problema es que algunas, como el lince ibérico o el águila imperial, los tienen aprobados en Castilla-La Mancha y Extremadura pero no en Andalucía y Madrid, porque la protección es incompleta".

Esta grave deficiencia quedará reparada con la nueva Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, aprobada a finales de la pasada legislatura. La anterior normativa, de 1989, obligaba a las comunidades a elaborar los planes, pero sin fijar tiempo alguno para su aprobación. "Ahora tienen un máximo de tres años para aprobarlos, aunque legalmente se podría ir más allá e impedir que ninguna comunidad reciba financiación pública para conservación de una especie en peligro si no cuenta con su plan correspondiente", recuerda Oberhuber.

Los catálogos oficiales de especies amenazadas, tanto estatales como regionales, son las listas de referencia a partir de las cuales el Gobierno central y los autónomos deben emprender medidas de protección y conservación. En la actualidad se encuentran en plena revisión para adaptarla a la nueva ley. Esos retoques aumentarán presumiblemente el número de especies y subespecies en peligro.

Si nos atenemos a los recientes libros y listas rojas oficiosas que elaboran el Ministerio de Medio Ambiente y las comunidades autónomas como herramientas básicas para conocer el estado de las poblaciones, el catálogo debería ampliarse sustancialmente. En el de las aves, 54 están consideradas en peligro y en peligro crítico (frente a las 21 del catálogo nacional), y en el de la flora, la diferencia abruma, ya que ascienden a 400 y hay oficialmente 112.

Leopoldo Medina, investigador del Real Jardín Botánico, se queja de que el grupo de la flora "es uno de los grandes olvidados, tanto en el desarrollo de políticas como en valoración entre el público, a pesar de su enorme valía tanto como sostenedores de hábitats como de la biodiversidad genética". Entre las 20 especies con planes de recuperación sólo cinco afectan a plantas.

Para Theo Oberhuber, otros de los grandes olvidados son los peces, porque "independientemente de las obras de regulación de ríos o la contaminación han sufrido como ningún otro el impacto de la introducción de especies exóticas". Según el Atlas y Libro Rojo sobre los peces continentales de España, una tercera parte de las especies es introducida, causa principal de que 18 de las autóctonas estén en peligro de extinción.

En 2005, el Gobierno de Aragón, aprobó el plan de recuperación de otra especie de río altamente amenazada, a la par que desconocida, la almeja gigante de río Margaritifera auricularia, un molusco que también sufre las consecuencias de la invasión de fauna foránea. El mejillón cebra se ha convertido ya en una auténtica plaga en el valle del Ebro y se une a una legión de invasores junto al visón americano, la tortuga de Florida, el cangrejo de río americano y la gran mayoría de lucios y percas. Esta situación ha obligado a que la nueva ley regule su control y erradicación a través de un Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.

La alteración y destrucción del hábitat mediante obras de infraestructuras y urbanizaciones y la recolección, la caza o los venenos son los otros grandes peligros. Las cercetas afectadas por botulismo en El Hondo, tres águilas imperiales envenenadas en 2007, un quebrantahuesos tiroteado en la sierra de Castril y los linces que caen en carreteras cercanas a Doñana son algunos ejemplos de muertes inducidas por la mano del hombre. Y muchas más muertes anónimas. "La Maytenus senegalensis desaparece gradualmente a medida que avanzan los invernaderos en El Ejido. Los obreros las arrancan sin reparar en que está en peligro de extinción, sólo en que pincha mucho", se queja Francisco Puignaire, investigador de la Estación Experimental en Zonas Áridas del CSIC.

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