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Unas 250.000 personas se manifiestan en Zaragoza contra el Plan Hidrológico

El anteproyecto señala el trasvase del Ebro como única solución a los problemas del Levante

La mayor manifestación que se recuerda en Aragón concluyó ayer a las tres de la tarde, tras cinco horas de protestas. Las cifras marcan un hito: 300.000 personas protestaron en la calle contra el trasvase y el anteproyecto del Plan Hidrológico Nacional, según la Policía Municipal, mientras que la Delegación del Gobierno contabilizó 250.000. Según los organizadores, la protesta fue un éxito y superó las previsiones. Todos los partidos, menos el PP, clamaban en Zaragoza por el destino de una tierra que cree hipotecado su futuro con proyectos que llevan el agua a zonas más ricas y desarrolladas, como Levante.

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El alcalde de Zaragoza, del PP, José Atarés, intentaba recomponer la ausencia de su partido y salió del Ayuntamiento al encuentro de la cabecera de la multitudinaria manifestación, formada por 15 personas que llevaban una pancarta en la que se leía "Aragón, agua y futuro: rechazo al Plan Hidrológico Nacional". El abucheo que profesaron al alcalde fue de tal magnitud que el propio presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, del PSOE, arropó al edil popular y pidió calma. Atarés, un hombre dialogante y forjado en las filas del Partido Socialista de Aragón en la transición política, declaraba media hora más tarde que intentaría transmitir al ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, cuáles eran los sentimientos de los aragoneses. A última hora de la tarde de ayer, el Gobierno de Aragón decidió celebrar hoy un Consejo de Gobierno extraordinario. En la reunión se hará análisis de la protesta y se decidirá que el presidente de Aragón le exija al ministro la retirada de PHN y el inicio de la redacción de un nuevo plan consensuado con las comunidades autónomas.

Marcelino Iglesias declaró por la tarde que la manifestación ha supuesto el entierro del Plan Hidrológico Nacional. Ni los más optimistas esperaban semejante afluencia. La convocatoria realizada por la Confederación Regional de Empresarios de Aragón, CEPYME, UGT y CC OO superó todos los cálculos. A pesar de que más de un millar de entidades apoyaban la marcha y de que el Gobierno del PSOE y el Partido Aragonés Regionalista (PAR) animaban a la participación, los organizadores no se dieron cuenta de la gran cantidad de personas que apoyaban la protesta hasta que a las 13.30, tras la lectura de un manifiesto por el periodista zaragozano Luis del Val, multitudes de voces entonaron el Himno a la libertad del cantante José Antonio Labordeta (un símbolo en la transición y hoy himno oficioso de Aragón).En la tribuna, empresarios y sindicatos se daban la mano. Y entre los presentes se veían políticos de diversas comunidades autónomas, representantes de organizaciones agrarias, los regantes con lazos verdes y pancartas pidiendo futuro y familias enteras llegadas del Pirineo, de las cuencas mineras, el Bajo Aragón, las Cinco Villas, los Monegros y del delta del Ebro.

En la víspera, el pregón que abrió las fiestas del Pilar se convirtió en un grito reivindicativo que impidió oír al pregonero Javier González Ferrari, director general de RTVE, pronunciar en paz su parlamento. Se desplegaron carteles contra el trasvase y el clamor se oía en toda la plaza.

Marcelino Iglesias resumió lo que está ocurriendo en su región: "Nos negamos a soportar en solitario el peso de seguir enriqueciendo a regiones más desarrolladas que la nuestra. Nuestra voz no es la de Aragón, es la de la España interior que se desangra aportando gentes y recursos a otra España más avanzada que nosotros".

El manifiesto que leyó Luis del Val señalaba también el motivo de la protesta: "Estamos aquí porque no es solidario tomar los recursos naturales de la España más despoblada y desertizada para llevarlos a la más rica y desarrollada, y porque multiplicar allí la capacidad de generar riqueza implica el crecimiento feroz y desordenado, mientras se condena a Aragón a perder población y, lo que es más grave, futuro".

En la manifestación no hubo pancartas del PP, pero algunos hacían cálculos: "Si uno de cada dos aragoneses está aquí, entre ellos tiene que haber gente del PP".

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