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Acuerdo en la ONU para repartir los beneficios de la naturaleza

Las multinacionales deberán pagar a los países por los fármacos que obtienen de sus recursos - El pacto sobre biodiversidad, un alivio tras el fiasco del clima

Después del fracaso de las negociaciones contra el cambio climático, la ONU se dio ayer una alegría en Nagoya (Japón). La Cumbre sobre Diversidad Biológica concluyó con un acuerdo sin precedentes contra la pérdida de biodiversidad entre los 193 países que llevaban dos semanas reunidos. El acuerdo incluye por primera vez mecanismos para que farmacéuticas y cosméticas compensen a los países de los que extraen principios activos, una histórica reivindicación de los Estados tropicales, que veían cómo muchas de sus plantas medicinales acababan patentadas por laboratorios de países ricos, un fenómeno conocido como biopiratería.

Las especies desaparecen a un ritmo sin precedentes desde la extinción de los dinosaurios y los países de la ONU acordaron en 2002 parar la pérdida de biodiversidad en 2010. El acuerdo, evidentemente, no se ha cumplido. Y en la cumbre de Nagoya optaron por un enfoque más realista: fijar para 2020 un plan con 20 puntos para combatir la extinción. El pacto incluye aumentar las zonas protegidas hasta el 17% de la superficie terrestre o el 10% de las aguas del planeta, restaurar al menos el 15% de los ecosistemas degradados y acabar con la sobreexplotación pesquera.

La reunión se alargó hasta la madrugada del sábado (hora de Japón) y cuando se anunció el acuerdo los ministros de unos 120 Estados presentes rompieron en aplausos. La ex ministra de Medio Ambiente Elena Espinosa tenía previsto acudir, pero su sucesora, Rosa Aguilar, con solo unos días en el cargo, canceló el viaje.

Entre lo más novedoso del pacto está el protocolo ABS, Access and Benefits Sharing, (Acceso y Reparto de Ventajas, en español ), el principal punto de desencuentro entre ricos y pobres durante la cumbre. El objetivo es regular el acceso de los fabricantes de medicamentos y cosméticos a los recursos genéticos de plantas y microorganismos obtenidos de países en desarrollo, -"material hereditario con valor económico, científico o social contenido en las especies", según la ONU- y, por otro, a regular el reparto entre ambas partes de los beneficios que genera. Es pronto para valorar el verdadero alcance en la práctica del acuerdo y cómo se aplicará.

"Esta reunión deja un cambio en la percepción sobre el problema milmillonario que supone la pérdida de biodiversidad, bosques, humedales y otros ecosistemas", declaró Achim Steiner, jefe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente. En su intento por cuantificar el impacto de la pérdida de biodiversidad, el Banco Mundial ha anunciado que la incorporará a sus magnitudes. Unos 1.300 millones de personas dependen directamente de los ecosistemas para conseguir agua y comida.

Los ecologistas valoraron el acuerdo como "de mínimos". "Han querido salvar la cara ya de madrugada para no salir de Nagoya con un fracaso", declaró Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción: "El acuerdo de financiación está pendiente de los detalles".

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