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Reportaje:

Agobiados por la tecnología

Tres de cada cuatro europeos ignoran las innovaciones porque van demasiado rápido

Patricia Fernández de Lis

La continua aceleración de los cambios tecnológicos está agotando a los consumidores europeos. Teléfonos móviles con música, reproductores musicales con teléfono, GPS para bicicletas que miden las calorías consumidas... Es demasiada tecnología para ser absorbida, según indica una reciente encuesta de la consultora Weber Shandwick. Para tres de cuatro europeos, la tecnología cambia tan rápidamente que les resulta imposible asumir esos cambios.

La encuesta se ha realizado entre 2.000 consumidores de Reino Unido, Francia, Alemania, España e Italia. La idea era conocer algo más sobre los hábitos de consumo de productos tecnológicos de los europeos. "Hemos intentado comparar el comportamiento de los consumidores con el de los fabricantes", explica Esther Lobo, directora de la oficina de Madrid de Weber Shandwick. "Y lo que hemos visto es que existen grandes diferencias entre lo que los usuarios quieren y lo que se les ofrece". Lo que más importa a los encuestados es que los productos duren y sean fiables (76%), y que sean fáciles de usar (67%). Y lo que los fabricantes dan son cada vez más prestaciones. Según los datos de la encuesta, dos de cada diez encuestados se siente "sobrepasado" y "aburrido" por esos cambios, y sólo el 8% utiliza todas las características de sus dispositivos. De hecho, y según un estudio hecho público ayer por la patronal tecnológica Asimelec, el 73% de los usuarios de móviles multimedia no usa el reproductor de música digital.

Presión de la competencia

"Los fabricantes están presionados por la competencia, sacan novedades para no perder el tren", dice Lobo. El 63% de los directores de comunicación de las empresas tecnológicas admite, de hecho, que las compañías lanzan nuevos productos por "estar ahí".

"Este sector está muy acelerado", confirma el sociólogo Fernando Garrido, especializado en nuevas tecnologías. "Se lanzan al mercado un número creciente de nuevos dispositivos, o variaciones de los existentes, que se supone que hacen más cosas. Pero a la hora de la verdad, no todas estas tecnologías encuentran el respaldo de los consumidores", añade. Según explica este sociólogo, uno de los principales inhibidores al desarrollo de dispositivos como la banda ancha o el teléfono móvil fue el desconocimiento, "en los sectores más conservadores de la sociedad", de las ventajas de adoptar determinadas tecnologías. "Ahora, el desconocimiento se ha sustituido por la saturación", añade.

Los usuarios valoran otros factores como la seguridad, el coste, el diseño y el hecho de que el producto sea moderno o a la moda, más que la pura tecnología. Y a pesar de que las compañías suelen pensar que los consumidores toman sus decisiones de compra por los anuncios de los periódicos o las críticas de las revistas, la realidad es que la mayor parte de ellos (35%) se fía de las recomendaciones de amigos y familiares antes de comprar un producto tecnológico. "Los fabricantes tienen que empezar a pensar que, quizá, la innovación ya no es sólo tecnológica, sino que proviene de otros factores, como el diseño", explica Jaime García, jefe de análisis de la consultora IDC. El analista cita casos como el éxito del ordenador Vaio de Sony, la Blackberry Pearl y, sobre todo, el reproductor iPod de Apple, sensiblemente más caro que los demás pero también más estiloso, y que ha conseguido tener más del 80% del mercado. "La competencia de Nokia, ahora, no sólo es Motorola o Siemens sino que puede ser también Dolce & Gabbana", concluye García.

El estudio muestra que hay pocas diferencias de opinión entre los usuarios de diferente edad o nacionalidad. En el caso español, los usuarios consideran que lo más importante a la hora de comprar productos tecnológicos es conseguir la mayor cantidad de funcionalidades posibles dentro de su presupuesto (67%), y el coste (61%).

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Sobre la firma

Patricia Fernández de Lis
Es redactora jefa de 'Materia', la sección de Ciencia de EL PAÍS, de Tecnología y de Salud. Trabajó diez años como redactora de economía y tecnología en EL PAÍS antes de fundar el diario 'Público' y, en 2012, creó la web de noticias de ciencia 'Materia'. Los fines de semana colabora con RNE y escribe, cuando puede, de ciencia y tecnología.

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