Algunos aspectos éticos sobre una buena práctica médica: la sedación paliativa
Determinadas informaciones en los medios de comunicación sobre algunas prácticas clínicas al final de la vida pueden llegar a generar cierta confusión en los ciudadanos, especialmente cuando los conceptos empleados no son claros o están sujetos a la interpretación.
Desde la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) deseamos hacer algunas precisiones sobre los aspectos éticos de la sedación paliativa, que es una buena práctica siempre que esté bien indicada, bien realizada y autorizada por el enfermo o en su defecto por sus familiares.
Comenzaremos definiendo dos conceptos fundamentales para guiar la adecuada atención al final de la vida desde el punto de vista clínico y ético:
El síntoma refractario: es aquel que no puede ser controlado con los tratamientos disponibles, aplicados por médicos expertos, en un plazo de tiempo razonable. En estos casos el alivio del sufrimiento requiere la disminución de la conciencia para que el paciente no note el síntoma.
La sedación paliativa: es la disminución deliberada de la conciencia del enfermo mediante la administración de los fármacos apropiados, con el objetivo de evitar un sufrimiento insostenible causado por uno o más síntomas refractarios. A veces, incluso, se aplica en pacientes con los síntomas físicos controlados si existe un sufrimiento emocional refractario que no se logre aliviar con la mejor valoración y atención integral a sus necesidades psicológicas y espirituales. Cuando el enfermo se encuentra en sus últimos días u horas de vida, hablamos de sedación en la agonía.
La sedación puede ser superficial o profunda. Graduamos su aplicación buscando el menor grado de sedación que permita un adecuado control del síntoma o sufrimiento refractario. Puede ser intermitente, si permite periodos libres de sedación, lo cual intentamos cuando el paciente no está en fase agónica. Así, en las horas libres de sedación el enfermo podrá relacionarse y tomar alimentos. Si en dichos periodos el sufrimiento o síntoma refractarios se hacen intensos, o si se hace presente la situación de últimos días (agonía), debemos cambiar a una sedación continua.
La indicación de Sedación Paliativa la establece el médico al comprobar la refractariedad del síntoma o sufrimiento, consultando a otros expertos si es posible, y requiere además el consentimiento informado, preferiblemente del paciente, y, si no es posible, el de su familia por representación.
La sedación paliativa, en sí misma, es un recurso terapéutico que, bien aplicado, es éticamente correcto. Son las circunstancias en las que se aplica y el fin que busca lo que en determinados casos pueden convertirla como una técnica reprobable. La sedación no debe instaurase para aliviar la pena de los familiares o la carga laboral y la angustia de las personas que lo atienden.
La aplicación de sedación paliativa exige del médico la comprobación cierta y consolidada de las siguientes circunstancias:
- Que existen síntomas y/o sufrimiento intensos y refractarios al tratamiento.
- Que el enfermo o, en su defecto la familia, ha otorgado el adecuado consentimiento informado, y éste ha quedado correctamente registrado en la historia clínica.
- Que el enfermo ha tenido oportunidad de satisfacer sus necesidades familiares, sociales y espirituales.
- Que se puede realizar un adecuado seguimiento del paciente y su familia durante la sedación.
El inicio de la sedación no descarga a los profesionales de su deber de continuidad de los cuidados. Aunque esta sedación pueda durar más de lo previsto, no pueden suspenderse los cuidados básicos e higiénicos exigidos por la dignidad del enfermo por el cuidado y el aseo de su cuerpo.
Javier Rocafort Gil es presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL)
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