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Alimentar tu propio huerto

Los desperdicios orgánicos pueden tener otro final que el contenedor. ¿Por qué no cerrar el círculo y utilizarlos como abono casero?

En un solo día, una persona genera alrededor de 1,5 kilos de basura. Una vez hecha la separación de los residuos, el siguiente paso lógico es depositarlos en sus correspondientes contenedores de colores. También se puede ir más allá. ¿Por qué no aprovechar lo orgánico para convertirlo en abono natural y alimentar así nuestro huerto?

"Es una manera de cerrar el círculo de la materia orgánica", asegura Eva Gallego. Junto a la asociación que preside, Amics de la Font del Cuscó, está metida de lleno en este proceso en la localidad de Sant Cugat de Sesgarrigues. Desde hace un año, 24 casas de este pueblo barcelonés de 900 habitantes ya tienen plantado en su jardín un compostador, esto es, un cubo en el que dejar los desperdicios orgánicos para que con el tiempo se conviertan en un abono muy nutritivo (el llamado compost) para plantas y huertos.

Para fabricar compost se requiere paciencia: la naturaleza tiene su propio ritmo

Una visita a los propietarios de estos singulares contenedores muestra que esta idea no es tan innovadora como podría parecer, más bien recupera una antigua actividad. "Es una costumbre que se ha recuperado de manera intuitiva. Siempre es más fácil volver atrás, pero ahora con más experiencia y la seguridad científica que tenemos en el siglo XXI", dice Gallego. Muchos aún recuerdan los estercoleros que tenían en sus terrenos años atrás. Aunque a estos vecinos también se les ha unido gente más joven, como Joan Tolsau, que utiliza el compost para su huerto ecológico. Jordi Simó también ha encontrado otra finalidad a sus desechos orgánicos: lo utiliza como carburante para la estufa, y calcula que el invierno pasado se ahorró hasta 400 euros en gasoil.

Los contenedores ayudan a hacer casi imperceptible el olor de los residuos orgánicos y favorecen su rápida desaparición. Y a la ventaja que supone disponer de abono natural se le suman otros beneficios ecológicos. Desde la asociación calculan que ahora el pueblo se ahorra el traslado anual de 20 toneladas de desperdicios a la planta de reciclaje, lo que supone un ahorro económico y también en emisiones de gases contaminantes derivados del transporte. Esto les ha llevado incluso a plantear al Ayuntamiento la posibilidad de aplicar una reducción en los impuestos de basura para estos vecinos ecológicos; algo que deben estudiar.

Àngels Travé, también de la asociación, tiene clara la lista de ventajas de este proyecto: "Ayudamos a educar en el medio ambiente, a educar sobre la tierra y sus épocas de plantación, y también recuperamos los sabores". Además de ceder más contenedores a todos aquellos vecinos que estén dispuestos a usarlos, ahora están trabajando en la elaboración de un calendario que recogerá la sabiduría de los payeses, donde se explicarán los tiempos de plantación y recogida de los vegetales, incluyendo también los efectos del ciclo lunar. Unas iniciativas que podrán llevar a cabo con la ayuda de los 10.000 euros que la asociación ha obtenido de la Fundación Yves Rocher, que entre 70 propuestas escogió Compostadores y huerto ecológico como el proyecto ganador de la sexta edición del Premio Tierra de Mujeres. Un concurso que reconoce el trabajo de las mujeres respetuoso con el medio ambiente y de gran valor para las comunidades en el que se desarrolla, y al que Eva Gallego se presentó "para probar". Ahora ella y su asociación están más animadas que nunca para ampliar su trabajo sabiendo que están en el buen camino.

Pero todo el proceso requiere paciencia. Se trata de ir almacenando los desperdicios (evitando la carne y el pescado), ir removiéndolos y vigilando su humedad. Por más basura orgánica que uno genere, cómo éstos son mayoritariamente agua, para tener una buena cantidad de compost se necesitan varios meses si no se quiere recurrir al de la planta de reciclaje "que puede llegar a contener, por ejemplo, trozos de plástico de las bolsas de basura". Si los recipientes se instalaron en abril de 2009, como la naturaleza sigue sus propios ritmos, es ahora cuando van a empezar con la segunda fase del proyecto: la plantación del huerto.

Un huerto en el balcón

Pero el trabajo de esta asociación, que nació hace una década para ayudar a replantar un bosque de la zona que quedó devastado por un incendio, va más allá. Además de los talleres sobre cómo hacer abono casero o cómo plantar, también organizan una feria medioambiental de carácter anual que crearon hace siete años, en la que participan unos sesenta expositores, para tratar temas tan dispares como la construcción, la banca o la alimentación ecológica. Y ahora presentan una novedad: un taller para enseñar a construir una mesa de madera donde plantar un huerto para los que no dispongan de un terreno, una idea perfeccionada por Manel Almansa, otro amic del Cuscó.

En este caso, los pequeños microorganismos que ayudan a la descomposición (como los gusanos) no vendrán de la tierra, sino que se deberán añadir, por lo que el proceso se hace un poco más lento. A pesar de la limitación de tener que plantar vegetales de poca raíz en estas mesas, los que sólo se puedan sumar a la iniciativa con un pequeño rincón de un balcón también podrán degustar una ensalada con su propia rúcula y tomates cherry.

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