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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Año Internacional de la Astronomía Amenazada

El autor critica que algo tan cotidiano como ver aparecer cada noche las estrellas está siendo barrido rápidamente de nuestras vidas

Farolas en la avenida del Cid en Valencia, ejemplo de contaminación lumínica.
Farolas en la avenida del Cid en Valencia, ejemplo de contaminación lumínica.JOSÉ JORDÁN

Avanza este Año Internacional de la Astronomía, que parece dedicado a un asunto no especialmente problemático: la astronomía tiene un aire más bien amable y seductor. Y la excusa señalada para conmemorar es algo tan poco controvertido como la invención del telescopio. Entonces, ¿hay algo que reivindicar, denunciar o por lo que luchar en relación con la astronomía, este año? Pues bien, resulta que la atractiva ciencia del cielo está cada vez más amenazada por la plaga de la contaminación lumínica. En un sentido puro y simple: algo tan cotidiano como ver aparecer cada noche las estrellas está siendo barrido rápidamente de nuestras vidas. El cielo es regalo de la naturaleza (como los bosques o las olas), pero está hoy por hoy apartado de nosotros porque los excesos de la luz artificial se interponen como una muralla que no nos deja ver. Por eso, uno de los proyectos pilares de este año es Descubre el Cielo Oscuro, con el objetivo de recuperarlo y protegerlo.

La iniciativa IACO se propone llevar a cabo un sondeo de la contaminación lumínica por todo el país
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El problema se revela más grave a medida que penetramos en él: y es que la contaminación lumínica tiene otras muchas repercusiones, pese a su apariencia inofensiva. No sólo nos priva del firmamento. También altera el bienestar cuando el excesivo alumbrado exterior invade todos los ámbitos de la noche. Un experimento para hacer en casa: a las tres de la madrugada, con las luces apagadas, abrir todas las ventanas y ver cuanta luz llega desde fuera; en muchos casos hasta podríamos leer un libro; piénsese por un momento si esto es natural, y el gasto que supone. Y no es sólo que tengamos que bajar las persianas, queramos o no, para poder dormir. Es que con las noches sobreiluminadas se puede trastornar el funcionamiento de la melatonina. Se trata de una importante hormona reguladora del ciclo circadiano, con un papel clave en los cambios de ritmo diarios, el sueño, el sistema inmunológico, el control del envejecimiento, y también en la prevención del cáncer. Hoy se sabe que la secreción de esta hormona precisa unas adecuadas condiciones de oscuridad durante la noche. Sabiendo esto, habría que corregir ya todo el exceso de alumbrado que invade las horas nocturnas.

Leyes equívocas

Quienes gobiernan dicen que quieren resolver el problema. Pero por lo general todo queda en bonitas palabras; o bien se han gestado algunas leyes, ordenanzas o reglamentos tan equívocos y permisivos que son incapaces de garantizar una mejora sustancial de la situación. Mientras tanto, la contaminación lumínica no hace sino aumentar. Parece que detrás de esto hay ideas erróneas sobre lo que sería un alumbrado de exteriores correcto. Muchos siguen pensando que cuanta más luz mejor, pero eso ya no es así una vez que se han alcanzado los niveles necesarios para la seguridad. A otros les parece bien que muchos lugares estén sobrecargados de farolas. No se dan cuenta de que tanta luz se acompaña de deslumbramiento, de modo que la sensación de seguridad resulta engañosa. Y se siguen instalando luces donde, en verdad, no hacen falta, manteniéndose encendidas sin necesidad a las tantas de la madrugada. Se olvida que eso supone consumir en vano al cabo del año miles y miles de kilovatios-hora.

Entre las actividades del Año Internacional de la Astronomía, señalamos la iniciativa IACO, que se propone llevar a cabo un sondeo de la contaminación lumínica por todo el país. Lo plantea mediante un conteo de estrellas visibles en ciertas constelaciones y en determinados períodos del año. Y se basa en los datos aportados por un gran número de personas que voluntariamente hacen dicha observación desde los puntos más dispares de nuestra geografía. Es, pues, un proyecto abierto y participativo. A tenor de las aportaciones recibidas, se puede decir que entre los puntos sondeados los que disfrutan de noches naturales, libres de contaminación, no pasan del 14%. Es llamativo el deterioro que padece el firmamento nocturno en general, hasta el punto de que más de la mitad de la población vive bajo cielos tan contaminados por luz que han perdido de vista entre el 91% y el 97% de las estrellas. Triste panorama. O bien todo un aliciente para trabajar por cambiar las cosas; aprendiendo lo que es un alumbrado racional; valorando la oscuridad natural de la noche; promoviendo leyes que sean útiles; cumpliéndolas. Es el reto más serio para el Año Internacional de la Astronomía, si deseamos que el derecho a un firmamento asequible a todos tenga algún sentido en el futuro.

Juan Antonio Alduncin Garrido es miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de Cel Fosc, Asociación contra la Contaminación Lumínica

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