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Los ecologistas franceses logran que el Superphenix continúe cerrado

Los ecologistas franceses acaban de conseguir una gran victoria en su viejo combate contra el generador nuclear Superphenix, situado en la localidad de Creys-Malville, próxima a la frontera suiza. El Gobierno socialista ha anunciado que, en contra de su intención inicial, Superphenix seguirá cerrado. El oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau y los partidos Los Verdes y Generación Ecología habían exigido al primer ministro, Pierre Bérégovoy, el entierro definitivo de este controvertido producto de la industria nuclear francesa.

"El Gobierno ha tomado una decisión sabia al condenar a muerte a una de las máquinas más peligrosas y complejas concebidas por la ciencia", dijo ayer Antoine Waechter, líder de Los Verdes. Para justificar su decisión Bérégovoy se ha basado en la existencia de informes que aseguran que no están garantizadas las condiciones para afrontar una posible fuga de sodio del supergenerador. El primer ministro ha exigido un estudio sobre el asunto, lo que significa que Superphenix seguirá cerrado uno o dos años más.

El generador de la central nuclear de Creys-Malville constituyó en la primera mitad de los años setenta el orgullo de la tecnología francesa, que lo había concebido como la alternativa a los que funcionan en la actualidad. Superphenix, cuya construcción y mantenimiento ya ha costado 50.000 millones de francos, fue cerrado en julio de 1990, tras una serie de problemas técnicos y averías. Desde su puesta en marcha en 1986, el supergenerador sólo ha funcionado a pleno rendimiento 176 días. La decisión ha sido tomada por Bérégovoy, en contra de la opinión del ministro de Industria y del poderoso lobby nuclear francés.

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