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Bases químicas de la vida que llegan en meteoritos

Unos investigadores despejan dudas sobre la posible contaminación terrestre de piedras que caen del cielo

Las teorías que sostienen que las bases de la vida pudieron llegar a la Tierra en meteoritos llevan tiempo dando vueltas y durante años se han buscado pruebas concluyentes de que los componentes químicos básicos del ADN se producen en el espacio y llegan al planeta como pasajeros de las rocas que caen del cielo. De hecho se han identificado aminoácidos (compuestos que forman las proteínas) en meteoritos, pero siempre, desde hace medio siglo, estos hallazgos están ensombrecidos por la duda de la contaminación terrestre. Ahora un equipo estadounidense aporta nuevos datos que despejan incógnitas sobre el origen extraterrestre de componentes necesarios para hacer materia viva: por un lado, descartan la contaminación de las muestras que han analizado; por otro, han encontrado una variedad de compuestos que encaja bien en la hipótesis de la vida que pudo venir del espacio. Ellos presentan su trabajo en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (EE UU).

Michael Callahan y sus colegas han analizado muestras de 12 meteoritos (11 del tipo denominado condritas carbonáceas y una urelita), todos ellos ricos en compuestos orgánicos. Nueve ellos fueron encontrados en la Antártida, un territorio habitual de capa de meteoritos no porque lleguen allí como una destino privilegiado, sino porque en las vastas extensiones heladas es más fácil encontrarlos que en otros lugares de la Tierra. Sólo en dos de la docena de meteoritos ahora estudiados se había buscado antes nucleobases, y el equipo de Callahan (investigador del centro Goddard de la NASA) ha aplicado técnicas avanzadas de espectrometría, encontrando en algunas de ellas varias nucleobases y compuestos estructuralmente similares llamados análogos.

En las muestras han identificado adenina y guanina, componentes del ADN, pero además, en dos de ellos han encontrado pequeñas cantidades de tres moléculas relacionadas con las nucleobases, denominadas análogos y que casi nunca están presentes en la biología terrestre. Esto, por un lado, desmiente la contaminación, pero además, aporta un buen argumento a la teoría del origen extraterrestre de la vida. "Si los asteroides [de los que muchos meteoritos serían fragmentos] son fábricas químicas que producen material prebiótico, cabe esperar que harían muchas nucleobases diferentes, y no sólo las utilizadas en la biología terrestre, debido a la gran variedad de ingredientes y de condiciones presentes en cada asteroide", explica Callahan.

Pero estos científicos se han tomado más molestias para descartar la idea de la contaminación terrestre como origen de esas biomoléculas. Han analizado una muestra de ocho kilogramos de hielo de la Antártida de la zona donde se encontraron la mayoría de los meteoritos del estudio y las cantidades de nucleobases presente en dicha muestra es muy inferior a la encontrada en los meteoritos. Además, ninguno de los análogos descubiertos está presente en el hielo. Tampoco estaban estos análogos en las muestras de tierra de la zona donde se encontró uno de los meteoritos no antárticos.

Para poner a prueba sus conclusiones, estos investigadores han hecho experimentos en sus laboratorios para reproducir nucleobases y análogos mediante reacciones químicas de amónico y cianuro, compuestos corrientes en el espacio, explica uno de los miembros del equipo, Jim Claves, de la Carnegie Institution, en un comunicado. Las nucleobases obtenidas por síntesis son muy similares a las identificadas en las condritas carbonáceas, pero las abundancias relativas son diferentes, lo que puede deberse, comentan, a los procesos químicos y térmicos a los que las nucleobases de los meteoritos habrían sido sometidas en el viaje por el espacio, antes de caer en la Tierra. "Esto nos demuestra que los meteoritos pueden hacer sido portadores moleculares que proporcionaron las unidades de construcción esenciales para la vida en la Tierra", afirma Cleaves.

Dos cazadores de meteoritos en la Antártida durante la campaña 2006-2007, del programa ANSMET, financiado por la Oficina de Programas Polares de la National Science Foundation (EE UU).
Dos cazadores de meteoritos en la Antártida durante la campaña 2006-2007, del programa ANSMET, financiado por la Oficina de Programas Polares de la National Science Foundation (EE UU).ANSMET

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