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Bruselas obligará a los fabricantes de coches a reducir las emisiones de CO2

La Comisión suaviza sus objetivos, pero impondrá restricciones por primera vez

Andreu Missé

La Comisión Europea aprobará hoy una propuesta por la que obligará por primera vez en el mundo a los fabricantes de automóviles a reducir las emisiones de CO2 hasta 130 gramos por kilómetro en 2012. La decisión supone una rebaja respecto del objetivo inicial impulsado por el comisario de Medio Ambiente, Stavros Dimas, que había considerado necesario disminuir las emisiones de estos gases hasta 120 gramos por kilómetro para la misma fecha, para cumplir los objetivos de Kioto. Las emisiones actuales son de 162 gramos por kilómetro.

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A pesar de la rebaja de esfuerzos para la industria del motor, la decisión de Bruselas supondrá un cambio cualitativo en el sector al introducirse por primera vez una regulación obligatoria sobre la reducción de emisiones. Hasta ahora la autorregulación adoptada de manera voluntaria por los fabricantes ha logrado unos resultados insuficientes. Así, la Asociación de Fabricantes de Automóviles Europeos, (ACEA) logró situar las emisiones promedio de CO2

hasta 161 gramos por kilómetro en 2004, lo que representa una reducción de sólo el 13% respecto a 1995. Durante 2004, la reducción fue del 1,2% y en 2005 incluso empeoró: las emisiones medias volvieron a aumentar hasta situarse en los 162 gramos.

Las otras dos grandes asociaciones de fabricantes, la japonesa JAPA y coreana KAMA, consiguieron rebajar las emisiones de sus vehículos hasta 170 y 168 gramos respectivamente, en 2004, lo que les obliga a un esfuerzo aún mayor.

El aumento de las emisiones detectado en 2005 fue determinante para que el Ejecutivo comunitario optara por una norma obligatoria en lugar del compromiso voluntario, que ha resultado insuficiente. Pero fue precisamente la obligatoriedad la que provocó un fuerte pulso en el seno de la Comisión entre el comisario de Industria, Günter Verheugen, mucho más sensibilizado con los problemas de los fabricantes, y el titular de Medio Ambiente, Stavros Dimas. La medida se adopta justo después de la cumbre en París que ha certificado la influencia humana en el cambio climático.

El transporte por carretera representa más del 20% de las emisiones de CO2

de la UE, y la mitad del mismo es responsabilidad de los vehículos particulares. Las emisiones en el transporte por carretera han aumentado en un 30% desde 1990.Por otra parte los hábitos de los consumidores, que cada vez se inclinan más por vehículos de elevada potencia, juegan también a la contra de las políticas ecologistas. ACEA justificó ayer las dificultades para lograr los compromisos por "la fuerte demanda de los clientes de vehículos cada vez más grandes y seguros y una acogida decepcionante por parte de los consumidores por los modelos más económicos en carburante".

Fuentes próximas al comisario de Medio Ambiente expresaron su satisfacción porque "a pesar de todo, el esfuerzo principal recaerá sobre los fabricantes de automóviles y no sobre ciertas iniciativas difíciles de medir". Entre estas iniciativas, se había barajado el perfeccionamiento de los neumáticos, indicadores en los cambios de marcha para optimizar el consumo, y mejoras en los hábitos de los conductores. El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, calificó la propuesta de "ambiciosa y realista" y recordó que "la industria del automóvil es de las más importante de Europa".

La decisión que está previsto que adopte la Comisión no se convertirá en norma obligatoria hasta que sea aprobada por el Parlamento y el Consejo, en cuyos trámites harán notar su influencia los distintos lobbys, que pueden suponer modificaciones significativas. La propuesta no satisface, sin embargo, a los medioambientalistas, que consideran que las medidas previstas se han "diluido" respecto a las propuestas iniciales.

La industria, por su parte, esgrime los posibles efectos negativos sobre la producción y el empleo. Sigrid de Vries, portavoz de ACEA, precisó que "poniendo la carga sobre la industria del automóvil es demasiado costoso y es además un coste no efectivo, que conducirá a la pérdida de empleos y fábricas en Europa".

El volumen de emisiones es muy distinto entre unos fabricantes y otros. Los vehículos de más potencia, como Porsche y Land Rover, producen casi tres veces más emisiones que los vehículos ligeros como los Smarts.

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