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Bruselas quiere ampliar el recorte de CO2 porque la crisis lo abarata

La Comisión plantea llegar al 30% de reducción en 2020, pero los Veintisiete están divididos - El esfuerzo costaría 81.000 millones al año en 2020

La Unión Europea ofreció en 2007 recortar hasta un 30% en 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero si otros países también se sometían a un esfuerzo adicional. Lo hizo sin plantearse un análisis detallado de las implicaciones de la iniciativa, que ahora presenta aprovechando que la crisis, con su menor actividad industrial y emisiones, ha hecho más barato conseguir el 20% prometido unilateralmente. Con un esfuerzo financiero adicional se puede llegar hasta el ambicioso 30%, dice la Comisión. Pero sigue sin ofrecer tal objetivo de forma unilateral al resto del mundo "porque las condiciones no son las adecuadas", explicó Connie Hedegaard, la comisaria de Acción Climática. Aun así sus ideas suscitan reservas entre los Estados y en la industria, acuciados por urgencias imperiosas.

El objetivo inicial de reducir un 20% ahora parece poco ambicioso
La medida permitirá a la UE seguir como líder en renovables

La crisis económica, con su menor actividad industrial, ha hecho que se reduzca de 70.000 millones de euros a 48.000 millones el coste que supondría una reducción del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020. Proyectando hacia el futuro las actuales circunstancias, incluida la progresiva recuperación de la actividad productiva, y pensando en llegar al gran objetivo del 30% supondría 81.000 millones al año, es decir, 33.000 millones por encima del coste actual, según una comunicación presentada ayer en Bruselas para que sea discutida por los Gobiernos y el Parlamento Europeo.

Aunque oficialmente la Comisión no toma partido y deja la decisión en manos de los Estados, el texto destaca las ventajas que tendría este recorte. Una de ellas que la UE no pierda el liderazgo en las tecnologías renovables y de vehículos limpios, en la competición con EE UU y China. Alemania, Francia, Italia y Polonia recelan de la propuesta mientras que Reino Unido, España y Bélgica, entre otros, la apoyan.

"La Comisión subraya los aspectos positivos después del tiempo que llevamos escuchando las voces de preocupación", como subrayó la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera. Con el documento de la Comisión, destacó, los Gobiernos pueden debatir con los números en la mano y no en función de las impresiones de cada uno. España apoya el recorte porque, paradójicamente, está en una posición favorable. El hecho de que Bruselas tomase 2005 como año de referencia -el peor de emisiones en España por la sequía- y la abrupta caída de los últimos dos años coloca al país en una posición favorable para cumplir el nuevo objetivo y da impulso a la exportación de tecnologías renovables.

Hedegaard reconoció que entrar por la vía de los 81.000 millones anuales es difícil dada la situación económica, por lo que prefirió presentar el requerido esfuerzo como "una inversión que dará dividendos: incrementará la competitividad de la industria europea, creará nuevos empleos, incrementará la seguridad energética y reducirá el consumo, con lo que el ahorro en importaciones podría llegar hasta los 40.000 millones de aquí a 2020". La Comisión mantiene que el coste de ir al 30% para la industria con empleo intensivo de energía (química y siderúrgica) "sería limitado". El documento señala que endurecer el objetivo permitirá a la UE mantener el liderazgo en renovables y vehículos de bajas emisiones, ante el empuje de China y EE UU.

Si los beneficios son tantos podría pensarse que sería cosa de poner ya en marcha los planes. Pero "faltan análisis detallados para distintos sectores y con diversos Gobiernos", precisó la comisaria: "Esto solo es un primer paso".

"La Unión no da marcha atrás. Mantiene sus compromisos", insistió, para defender la necesidad de que la UE siga siendo líder moral en la lucha contra el cambio climático, aunque tal liderazgo no sirviera de mucho en Copenhague, donde los Veintisiete quedaron desairados por EE UU y las potencias emergentes.

Junto al unilateral 20% de reducción, la UE también se decía presta en la capital danesa a ir al 30% si otros países acompañaban el esfuerzo. El principio sigue sobre el papel. Pero nada más. "No se dan las condiciones", reconoció ayer la comisaria. "Es una decisión política que deberán tomar los dirigentes de la Unión cuando las condiciones lo permitan. Eso no es para ahora".

La Unión está ahora en el 14% de recorte y en condiciones de alcanzar el 20% prometido en 2020, pero Hedegaard insiste en que ese porcentaje es insuficiente para alcanzar el 85%-90% de reducción buscado para 2050. Como también lo es para contener el incremento de la temperatura por debajo de los dos grados centígrados sobre la era preindustrial. De ahí la pertinencia de ir más allá.

Los ministros de Medio Ambiente de la Unión harán un primer estudio de los planes de la Comisión el próximo día 11, con vistas a que los jefes de Estado y de Gobierno comunitario le echen un vistazo en el Consejo Europeo del 16 de junio. Por lo tanto, nada de ir con propuestas oficiales a la reunión de la ONU la próxima semana en Bonn.

Heedegard se dijo ayer orgullosa de la Comisión y del apoyo recibido, pero ha trascendido que comisarios como el de Energía (alemán), Industria (italiano) y el de Polonia (un país muy dependiente del carbón) no están cómodos con las ideas de su colega.

La industria, escéptica

La industria reaccionó con escepticismo crítico. Gordon Moffat, director general de Eurofer, la federación de la siderurgia europea, celebró el realismo de no ir al 30% de reducción unilateral de emisiones y calificó de absurdo que se considere buena oportunidad la crisis para acelerar el paso. "Habrá más pérdidas de empleo y huida de industria fuera de Europa", señaló. Idea en la que abundó Arnaldo Abruzzini, secretario general de Eurochambres, la asociación europea de Cámara de Comercio e Industria. "Podría pensarse que la estrategia de reducción de emisiones se basa ahora en una menor producción europea, lo que contradice las ambiciones de crecimiento y empleo.

Greenpeace, mientras, denunció que la industria "utiliza mitos" para bloquear el recorte. La organización ecologista considera que alcanzar el recorte del 30% sería más barato de lo que se predijo en un primer momento y no solo no perjudicaría a la industria europea sino que implicaría un ahorro económico y generaría empleo.

El pacto del clima, paralizado

- La negociación climática avanza con el freno de mano puesto por la falta de concreción de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos y China.

- EE UU. Estados Unidos tramita una ley para recortar al menos un 17% las emisiones en 2020 respecto al año 2005. Washington utiliza un año de referencia distinto al de Europa, ya que sus emisiones siguieron creciendo después de 1990. Sin esa ley, Barack Obama no puede comprometerse en la ONU y sin ese compromiso el resto de potencias no harán públicos sus objetivos. La norma sigue en tramitación y puede que ni llegue a tiempo para la Cumbre del Clima de México, en noviembre.

- China. Pekín solo se ha comprometido a reducir entre un 40% y un 45% sus emisiones de CO2 por unidad de PIB en 2020. Pero en su comunicación a la ONU, de solo un folio, no explica realmente cuánto supondría en recorte de emisiones. Hay dudas de que ese recorte no suponga en realidad la evolución normal de la economía. India ha hecho algo parecido y en un folio ha comunicado que reducirá la emisión de CO2 por cada punto de PIB entre un 20% y un 25%.

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