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Pío XII no condenó el Holocausto nazi porque no lo conocía, según el historiador jesuita Pierre Blet

La Iglesia no está dispuesta a abandonar la batalla en defensa de la buena imagen de uno de sus pontífices más polémicos, Pío XII, elegido Papa el 2 de marzo de 1939, en el umbral de la II Guerra Mundial (fallecido en 1958), y en estos momentos en proceso de beatificación. Prueba de ello fue la comparecencia ayer en la Santa Sede del historiador jesuita Pierre Blet. Según Blet, si el Papa no condenó el Holocausto, como denuncia el libro The Hitler Pope"s. The secret history of Pius XII, del escritor católico británico John Cornwell, fue porque el Holocausto no se conoció hasta terminada la guerra."Ni siquiera se menciona ese término durante los juicios de Nüremberg", dijo. "Una cosa eran los asesinatos y persecuciones cometidos a la luz del día y otra la existencia de un plan de exterminio planificado que se desarrollaba de forma secreta. Ese plan no se conocía durante la guerra", dijo Blet, único superviviente del equipo de estudiosos jesuitas que en 1965 recibió de Pablo VI el encargo de examinar los archivos secretos del Vaticano relativos a los tormentosos años de la II Guerra Mundial.

Blet presentó en la Santa Sede, acompañado por el cardenal Pío Laghi, la versión italiana de su libro Pío XII y la II Guerra Mundial en los archivos vaticanos. Fue la primera ocasión de conocer la opinión de un experto de la Santa Sede sobre el texto de Cornwell, el más duro de los libros sobre el Pontífice. Cornwell denuncia que Pío XII fue un Papa con corazón filonazi, y cita a este respecto una carta escrita por él en 1919, cuando era Nuncio vaticano en Múnich, en la que describe a los judíos en tono poco amistoso. Blet puntualizó ayer que la carta no fue escrita por Pío XII, sino por un colaborador de la nunciatura, aunque el futuro Papa estampó su firma debajo. "El Papa no era antisemita", dijo Blet. El silencio de Pío XII ante las persecuciones de los nazis fue "en interés de éstos para no agravar su situación".

Según Blet, Pío XII pidió al presidente estadounidense Roosevelt, poco antes de comenzar la guerra, que interveniera cuanto antes, y convenció a los católicos norteamericanos de que era lícito que Estados Unidos ayudara a la URSS frente a Hitler.

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