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Centenares de pájaros habitan el Prado

Hay espacios naturales que tienen menos aves que la principal pinacoteca española: hay retratadas 136 especies diferentes

Especies en peligro de extinción, como el quebrantahuesos, y otras ya extintas en nuestro país, como el francolín, se pueden observar en el Museo del Prado. Eso sí, no están en libertad. Los cisnes, águilas, ánades, gorriones, palomas, garzas y cigüeñas están retratados en 729 cuadros de los 8.031 que han analizado un grupo de expertos capitaneados por Joaquín Gómez, biólogo, educador y autor principal del libro Las aves en el Museo del Prado (editado por SEO/Birdlife y Red Eléctrica Española). Junto a un experto en arte, Gerardo Orellana, y el pintor naturalista y también biólogo Juan Varela, han escudriñado obra a obra y han conseguido revelar uno de los tesoros menos conocidos del museo, el de las 136 especies de aves y miles de ejemplares que habitan en los cuadros.

"Se pueden contar, repartidos por todo el tríptico, un cuarto de millar de vencejos". Joaquín Gómez habla de una de las obras con mayor presencia de aves, el Jardín de las Delicias (1500-1505), de El Bosco. Es un ejemplo de esa labor de búsqueda y análisis que ha llevado meses.

Los pintores no han puesto las cosas fáciles, ya que durante la investigación se han descubierto especies inventadas, formas y colores cambiados, tamaños desproporcionados, pájaros que aparecen en lugares geográficos que no les corresponden y reproducciones poco logradas, al partir de originales disecados y muertos y no del natural. Pocos artistas veían con sus propios ojos las especies salvajes que luego plasmaban en los lienzos, aspecto que mejoró como resultado de las expediciones científicas, los viajes de naturalistas y, ya en el pasado siglo, con la popularización de la cámara fotográfica.

Joaquín Gómez resalta el caso de un kiwi, pequeña ave no voladora endémica de Nueva Zelanda que aparece en El carro del heno, también de El Bosco. "Realmente recuerda al kiwi neozelandés. Si esta obra fuera más reciente, no cabría la menor duda de que se trata de esa especie, pero en este caso es absolutamente imposible porque cuando El Bosco lo pintó faltaba aún siglo y medio para que se descubrieran las lejanas tierras en las que vive".

Otra conclusión a la que han llegado los autores es que, en general, los artistas españoles no mostraban mucho interés por la avifauna. Ni durante la Edad Media, ni más adelante con Velázquez y Goya se destacan por retratar a la fauna viva. Lo contrario de lo que ocurre con las escuelas flamencas y otras del norte de Europa, y en concreto con sagas como las de los Brueguel, que cuenta en el Prado con lienzos donde las aves gozan de un gran protagonismo: Los cuatro elementos y El paraíso terrenal (siglo XVIII).

A estas obras habría que añadir otras dos a perseguir por todos los amantes del arte y las aves: El aire, de Martin de Vos, y Concierto de aves, de Frans Snyders. También hay que seguir la pista de Rubens por el museo, ya que en su Eolo hay hasta 13 especies diferentes, incluidos pájaros carpinteros, lechuzas y oropéndolas.

Entre los cuadros de pintores españoles nos toparemos como mucho con un ejemplar muerto entre los bodegones y con muchas aves plenas de simbolismo, especialmente religioso. La paloma gana de largo en apariciones. Por último, el libro permite acercarse a la representación más antigua de un ave en el Museo del Prado, la de un águila en una pintura mural del siglo XII.

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