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Las profundas diferencias obligan a posponer hasta mañana el acuerdo final sobre Bali

Los países en desarrollo acusan a las naciones ricas de querer recortar su crecimiento

Las profundas diferencias que mantienen Estados Unidos y la Unión Europea han obligado a posponer hasta mañana, sábado, el posible acuerdo final de la Conferencia de cambio climático que Naciones Unidas celebra en Bali desde el pasado día 3. Inicialmente estaba prevista la clausura hoy tras dos semanas de intensas negociaciones, primero de carácter técnico y durante los últimos tres días de alto nivel con la presencia de los ministros de Medio Ambiente de más de 130 países.

El plenario de la conferencia, que debería haber votado esta tarde el texto que definiera la 'hoja de ruta' para conseguir un acuerdo en 2009 que dé continuidad al de Kioto a partir de 2012, ha sido suspendido y los delegados han sido convocados a las 08.00 hora local del sábado (00.00 GMT). Un reducido grupo de países trabaja a marcha forzada y a puerta cerrada durante la madrugada en un texto consensuado que pueda ser asumido por todas las partes.

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Durante la jornada de discusión de hoy, el G77 más China, el grupo de 150 países en desarrollo, ha dado un golpe de efecto al denunciar "presiones y amenazas en forma de sanciones al comercio" de los países ricos, para que acepten limitar sus emisiones de gases de efecto.

El paquistaní Munir Akram, presidente de turno del G77 y China, ha lanzado la bomba en la cumbre del clima: "Los países en desarrollo hemos sufrido mucha presión para aceptar compromisos y obligaciones de mitigación que sentimos que son injustos y retiraría los objetivos de desarrollo de éstos países. Los países en desarrollo hemos conseguido resistir el tipo de presiones e incluso amenazas para aceptar compromisos que son injustos dado el nivel de desarrollo y la capacidad de los países en desarrollo".

Los países pobres emiten mucho menos que los desarrollados, pero especialmente Estados Unidos ha pedido que limiten sus emisiones para unirse a la lucha contra el calentamiento global.

"Queremos que ese pacto no afecte a nuestro desarrollo económico y social", ha explicado Akram en rueda de prensa. "En las peticiones de más compromisos de mitigación nos dijeron que por supuesto podríamos subirnos al acuerdo de una forma positiva pero que si no hay acuerdo podrían usar otras medidas para asegurarse de que tomaríamos las acciones que ellos querían, ha añadido. Luego ha precisado que esas amenazas se han centrado en la imposición de "sanciones comerciales". Akram no ha querido detallar qué tipo de sanciones ni cómo le fueron formuladas: "Las cosas que están en la cabeza y en el corazón a veces llegan a la lengua", ha replicado con oriental sabiduría.

"Los países desarrollados han tenido 200 años para desarrollarse con una economía del carbón. Pero cuando nos toca a nosotros tenemos que restringirnos. No podemos cometer los mismo errores pero a la vez no podemos parar nuestro desarrollo o revertirlo porque tenemos mucha pobreza y tenemos que hacerlo rápido. Es una cuestión de justicia y humanidad", ha añadido.

China, India, Brasil o México, integrados en el G77, están dispuestos a asumir "medidas voluntarias, nacionales y dentro del desarrollo sostenible", nunca impuestas en un protocolo que sustituya al de Kioto.

Aunque estos emiten menos en toneladas de CO2 per cápita que los países ricos, su elevada población los convierte en una parte muy importante de las emisiones mundiales.

Sobre las dificultades en la negociación para incluir los resultados del informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el portavoz del G77 ha ironizado: "Hay un número de países que parecen ser agnósticos sobre los descubrimientos del IPCC. Hay disputas sobre qué implican sus descubrimientos para la acción de los países desarrollados. Puede que estas dudas dependan de las enormes acciones que requerirían la reducción de emisiones. Lamentablemente mi diagnóstico es que el documento final reflejará poca ciencia y poco de las conclusiones".

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