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Contaminar es pecado

Enric González

Destruir la reserva verde de la Amazonia no sólo tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente. Además, es pecado grave. El cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, explicó ayer en una entrevista publicada por el diario Il Messaggero las posiciones de la Iglesia católica sobre la cuestión ecológica. Y proporcionó una indicación acerca del baremo de las ofensas a Dios por naturaleza interpuesta: "Tirar una bolsa de basura por la calle es pecado venial", declaró, "pero quien destruye la Amazonia comete un pecado grave".

"Destruir el gran pulmón verde que es la Amazonia supone dañar a toda la humanidad, no sólo a las poblaciones autóctonas", añadió.

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El cardenal Martino anunció que su dicasterio preparaba un documento sobre el medio ambiente y aseguró que la Iglesia católica siempre se había interesado en la materia. Apeló como prueba al catecismo, donde se lee que "la tierra y sus bienes son un don que podemos usar, mejorar, pero no destruir".

En abril pasado, el Pontificio Consejo de Justicia y Paz celebró un seminario sobre el cambio climático que, siguiendo una antigua práctica católica en lo referente a materias mundanas, se cerró con conclusiones ambiguas y lejanas a cualquier alarmismo. "La naturaleza es para el hombre y el hombre es para Dios", comentó entonces Martino. "Incluso en las consideraciones de las problemáticas relacionadas con los cambios climáticos se debe apreciar la doctrina social de la iglesia, que no avala ni la absolutización de la naturaleza, ni su reducción a mero instrumento".

Los expertos del Pontificio Consejo aconsejaron, en resumen, calma y confianza. "La iglesia propone una visión realista de las cosas, tiene confianza en el hombre y en su capacidad siempre nueva de buscar soluciones a los problemas que la historia le plantea. Esa capacidad nos permite a menudo solventar las recurrentes, infaustas e improbables previsiones catastróficas", indicó el cardenal en la sesión de clausura.

La situación debe haberse agravado desde abril, cuando se celebró el seminario, porque ayer el cardenal Martino habló de "problema urgente" y reclamó "un cambio en el estilo de vida, sobre todo en Occidente". También urgió a todos los países industrializados a que alcanzaran un acuerdo planetario para la protección del ambiente. Los gobiernos de las grandes potencias, dijo, "sólo podrán volver a ser creíbles si logran establecer algo que vaya más allá de sus propios intereses y de su enriquecimiento".

El mismo cardenal que en abril se refirió a "las improbables consecuencias catastróficas" denunció ayer "la falta de educación ambiental" y la "falta de percepción de las consecuencias que provoca la contaminación sobre la naturaleza", y dijo que la degradación del ambiente constituía "un insulto a Dios".

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