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Demasiados centenarios para no ser un fraude

Japón investiga a sus ancianos más longevos - Sospecha que los familiares ocultaron sus muertes para cobrar la pensión - 282 están desaparecidos

Kikue Mitsuishi figuraba en las estadísticas como una de las mujeres más ancianas de Japón. Se le suponían 104 años, pero esta semana se ha sabido que jamás llegó a esa edad. "Mi madre murió en casa hacia junio de 2001", confesó su hijo, según el diario Shankei Shibun. Estaba momificada cuando un empleado municipal de Tokio tocó a su puerta para certificar que los 1.300 euros que recibió en regalos oficiales por ser centenaria, y sobre todo la pensión, estaban justificadas.

Las cifras oficiales de 2009 dicen que uno de cada cinco japoneses tiene más de 65 años y que de esos 25 millones de personas, 40.399 sobrepasan los 100. Pero la Administración se ha visto obligada a hacer números tras constatar que no hay pistas sobre el paradero de más de 250 personas centenarias.

Kikue Mitsuishi ha sido hallada esta semana momificada. Murió en 2001

Todo comenzó en enero de 2010. Una funcionaria del distrito de Adachi decidió visitar a Sogen Kato para entregarle una mención honorífica. A sus 111 años, acababa de convertirse supuestamente en el hombre más longevo de la capital de Japón. Durante más de un mes trató de contactar con él, pero los familiares le dieron excusas contradictorias. La funcionaria alertó a la policía, que irrumpió en la vivienda de Kato el 26 de julio. Los agentes hallaron el cuerpo momificado. Sogen Kato falleció en torno a 1978, según los análisis. Más tarde se descubrió que uno de los familiares había retirado recientemente unos 55.000 euros de la cuenta corriente en la que Kato seguía percibiendo su pensión.

El caso puso en alerta al distrito de Suginami donde supuestamente vivía Fusa Furuya, la mujer más anciana de Tokio con 113 años. Los empleados del área de Bienestar constataron primero que se había mudado a la prefectura de Chiba con su hija. Cuando la contactaron, esta dijo que su madre se había trasladado con su otro hijo y que no sabía nada de ella desde 1990. La policía localizó finalmente al hijo de Furuya el 3 de agosto pero este dijo entonces desconocer dónde se hallaba su madre. Y ya está. Fin del rastro.

Ese mismo día el ministro de Salud, Akira Nagatsuma, ordenó a todas las municipalidades que corroboraran el paradero de sus centenarios. Hasta hoy, las pesquisas indican que las autoridades japonesas han perdido la pista de 282 ancianos en medio centenar de ciudades. La de Kobe es la que tiene más desaparecidos; 105. Las autoridades locales han admitido que les está resultando mucho más difícil localizarlos por la gran cantidad de ancianos que se quedaron sin familia después del terremoto que asoló la región en 1995.

El tema ha estremecido de golpe a un país que se enorgullece de tener a los ciudadanos más longevos del planeta (la esperanza de vida está en torno a los 83 años, según la OMS), que por su tradición confucionista siempre ha respetado y cuidado a sus mayores. Y los medios han exigido una revisión de los seguimientos que los Ayuntamientos hacen a sus mayores, sobre todo después de que se hayan detectado graves negligencias, como el caso de un anciano desaparecido en Nagoya que seguía empadronado en un domicilio demolido hace años, o el de un hombre de Osaka cuyo fallecimiento, hace más de 40 años, fue traspapelado.

Los responsables de las áreas de Bienestar dicen que están faltos de personal y medios y que se encuentran con una dificultad añadida para que su control sea eficaz: que los funcionarios carecen de autoridad para entrar en un domicilio a la fuerza. De momento, el Gobierno ya está estudiando medidas para mejorar la monitorización de ancianos y el Ministerio de Salud ha decidido dejar de abonar las pensiones de todas aquellas personas que no puedan ser localizadas a partir de este mes. También exigirá a sus familiares que devuelvan las mensualidades correspondientes.

En cualquier caso, el tema ha puesto de relieve un debilitamiento de los lazos familiares en el Japón de hoy. También el duro panorama que afrontan aquellos que mantienen las tradiciones (en Japón muchos respetan aún la costumbre de que el primogénito y su mujer vivan con los padres de él y cuiden de ellos), en un país con una esperanza de vida que no hace más que aumentar y que significa que los propios hijos al cargo de sus padres centenarios acaban siendo a su vez ancianos necesitados de asistencia.

País de mayores

- Los japoneses son los ciudadanos más longevos del mundo. Su esperanza de vida ronda los 83 años, según la OMS.

- Las cifras oficiales de 2009 indicaban que 25 millones de japoneses (uno de cada cinco habitantes) tenían más de 65 años. De ellos, 40.399 eran centenarios.

- El Gobierno ha ordenado un rastreo nacional para localizar a los centenarios tras descubrir momificado el cadáver del hombre que supuestamente era el más anciano de Tokio.

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