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Doce años de prisión por malos tratos para una mujer que dejó invalido a su hijo adoptivo

María Nieves Rapp Lizarte ha sido condenada a una pena de 12 años de prisión por las agresiones que infringió a su hijo adoptivo.- El niño sufre un 98% de minusvalía

María Nieves Rapp Lizarte, natural de Mallorca, de 45 años, ha sido condenada por la Audiencia de Palma a una pena de 12 años de prisión por un delito de lesiones con los agravantes de alevosía y parentesco, por las agresiones que infringió a su hijo, adoptivo, un niño que ahora tiene 11 años y que a causa del maltrato es un gran inválido con el 98 de minusvalía.

El padre ha sido absuelto. La Fiscalía acusó a la pareja y reclamó penas dos veces más graves, 45 años de cárcel para cada uno. El matrimonio se formalizó en 1994 y adoptó en 2001 al menor que tenía dos años y había nacido en Rumanía. En la sentencia se reseña la "frialdad emocional" con que la madre narró ante el juez el maltrato. Dijo que "el niño le superaba" y los magistrados señalan que las circunstancias de la actuación criminal "venían motivadas, entre otros factores, por una cierta frustración que frente al resultado de la adopción generó la acusada".

El niño sufre problemas irreversibles

El niño fue al colegio con moratones y un diente roto y su madre atribuía esos golpes a caídas porque era inquieto y tenía problemas de agilidad. Un día la mujer encerró a la víctima en el baño porque dijo que no hacía los deberes escolares, le dio empujones y zarandeos hasta dejarlo sin sentido. En 2006, al ser destapado este caso en la clínica en la que atendió, se le detectó un politraumatismo, con traumatismo craneal y situación de coma profundo.

Cinco años después, el niño está en situación irreversible, ingresado en un centro público para menores discapacitados profundos, padece ceguera y no puede deglutir y comer solo. En estado vegetativo permanente es alimentado con una sonda.

Maria Nieves deberá pagar un millón y medio de euros para abonar los gastos de atención a su hijo, al que no podrá aproximarse y comunicarse con el niño durante los próximos 20 años.

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