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SANIDAD

El corazón de mono de la niña Baby Fae dejó de latir

Francisco G. Basterra

Baby Fae, la niña que ya ha pasado a la historia de la medicina por haber vivido durante tres semanas con el corazón de un mono latiendo en su pequeño cuerpo, de poco más de dos kilos de peso, murió a las nueve de la noche del jueves (hora de California), seis de la mañana del viernes (hora peninsular) en la clínica universitaria de la Universidad de Loma Linda. La muerte se produjo por una insuficiencia renal, que provocó problemas cardiacos irresolubles. El cirujano que realizó la operación dijo ayer que la haría de nuevo, pero sólo después de examinar a fondo lo ocurrido en este caso.

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Sólo horas antes de producirse el fatal desenlace, millones de norteamericanos pudieron ver en los telediarios de la noche del jueves a Baby Fae tomando su biberón de manos de su madre, una mujer de 23 años, separada de un carpintero que tiene otro hijo de dos años y medio cuya identidad no ha sido dada tampoco a conocer. El doctor Leonard L. Bailey, de 41 años, que realizó el polémico trasplante el pasado día 26 de octubre, confiaba en que Baby Fae superase los problemas de rechazo. El jueves afirmó en unas declaraciones a la American Medical News que la niña podría llegar a su 21 cumpleaños sin necesidad de una nueva operación.Los riñones de Baby Fae comenzaron a fallar a mediodía del jueves, posiblemente debido a la fuerte cantidad de la droga Cyclosporine A recibida por la niña para evitar el rechazo del corazón del mandril hembra, de 10 meses y de tres kilos y medio de peso, que le fue trasplantado hace tres semanas. Los médicos conectaron inmediatamente a Baby Fae a un riñón artificial para reemplazar sus órganos dañados, incapaces ya de realizar su labor de purificación de la sangre.

"Aunque sus estudios inmunológicos no habían cambiado sustancialmente, su corazón comenzó a desestabilizarse y no respondió a las medidas intensivas, incluidos los masajes cardiacos", afirmó la pasada madrugada el doctor Wines, portavoz del centro médico de Loma Linda, al anunciar la muerte de Baby Fae. El portavoz añadió que en las últimas horas los padres habían estado acompañando a Baby Fae.

Experimento humano

El doctor Balley, probablemente el médico más criticado del país en este momento pero que se hubiera convertido en un héroe si la niña hubiera continuado viva unas semanas más, tuvo que afrontar ayer una difícil conferencia de prensa televisada. Bailey, jefe del departamento de cirujía cardiovascular infantil de Loma Linda, apareció ante las cámaras muy emocionado y calificó el trasplante de Baby Fae como "un experimento humano y científico único que ha abierto nuevos caminos para la medicina".Bailey, que llevaba siete años realizando trasplantes de corazón experimentales entre cabras y ovejas, pero que nunca había realizado esta operación con una persona, fue muy prudente a la hora de hablar de nuevas experiencias con corazones de animales. Aunque no descartó esta posibilidad en el futuro, el autor de este audaz experimento científico explicó que su equipo examinará muy cuidadosamente lo que ha aprendido con Baby Fae y pondrán todos los datos al alcance de la comunidad científica. "Cuando tengan todos los datos comprenderán que lo que hemos hecho ha sido una victoria", precisó el doctor Bailey.

En su opinión, lo más importante del experimento ha sido que la respuesta inmunológica de Baby Fae ha sido como si hubiera recibido un corazón de una persona. Hasta ahora, en otras tres ocasiones, se había intentado trasplantar a un ser humano el corazón de un animal. La primera fue hace 20 años en la universidad de Misisipí, cuando el doctor James Hardy implantó el corazón de un chimpancé en el pecho de un hombre de 68 años, que sólo sobrevivió hora y media a la operación. En 1977, el doctor surafricano Christian Barnard lo volvió a intentar dos veces sin éxito. Ésta ha sido la primera vez que el experimento se ha realizado con un bebé.

Defecto congénito

Baby Fae nació con un defecto congénito de la parte izquierda de su corazón llamado síndrome hipoplástico, que afecta a uno de cada 10.000 bebés. El ventrículo izquierdo, la principal cámara de bombeo de su corazón, no se había desarrollado y era prácticamente inexistente. Tenía defectos en las válvulas coronarias y la aorta, la principal arteria que va del corazón al resto del cuerpo, muy poco desarrollada. Estas deficiencias significaban la muerte de la niña a plazo fijo.La comunidad médica norteamericana discutirá durante meses si el doctor Bailey debió haber esperado a tener un corazón de otro bebé para trasplantarlo a Baby Fae o haber practicado una compleja operación quirúrgica bautizada como Norwood, por el nombre del doctor que la realiza en Filadelfia, que habría evitado el trasplante.

La mortalidad en este tipo de operación se sitúa entre el 30% y el 50%. El propio Bailey la realizó en una ocasión y el niño murió. James Derek Ware, un bebé de cinco semanas que tenía el mismo defecto que Baby Fae, murió ayer en Boston tras sufrir una operación de este tipo que duró siete horas y media. La intervención consiste en reconducir las arterias para que la parte derecha del corazón pueda realizar las funciones del inexistente ventrículo izquierdo.

Convicción de los padres

Enfrentados a todas las posibilidades, el doctor Bailey logró convencer a los padres de Bay Fae de que el transplante de corazón de mono, aunque todavía un experimento muy audaz, ofrecía cierto margen de esperanza para mantener con vida a la niña. Los padres firmaron el consentimiento para la histórica operación el pasado 22 de octubre.Las sociedades protectoras de animales ya han levantado su bandera de protesta por este experimento que suscita también cuestiones éticas de otro tipo para algunos sectores de la opinión.

Pero la vida y la investigación continúan. "La medicina avanza con experimentos como el realizado con Baby Fae", afirmó ayer el doctor Kermeth Vaux, profesor de Ética Médica de la universidad de Illinois.

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