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Empleadas domésticas explotadas

María R. Sahuquillo

Unos 100 millones de personas en todo el mundo se dedican al trabajo doméstico, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Son las mujeres, en muchos casos inmigrantes en situación irregular, las que se dedican a este tipo de empleo -desde limpieza y plancha al cuidado de niños y ancianos-. Un trabajo en el que las mujeres sufren a menudo la explotación y los abusos de todo tipo (incluidos sexuales) por parte de sus empleadores, según alertó ayer la Unión Europea.

Salarios irrisorios, excesivas horas de trabajo, carencia de un seguro médico o cobertura por accidentes, además de la imposibilidad de acogerse a una baja por enfermedad. Problemas habituales para estas empleadas que registra un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE (EFRA).

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Vulneraciones que casi nunca son denunciadas. "El pánico a la deportación o al despido disuade a las víctimas de acudir a los tribunales cuando han sufrido los abusos o la explotación de sus empresarios. Y como la deportación puede ser el precio que se paga por recurrir a la justicia, los que maltratan a los empleados domésticos en situación irregular quedan a menudo impunes", criticó el danés Morten Kjaerum, director de la Agencia.

Estos casos son habituales y difícilmente prevenibles porque en la UE el trabajo doméstico está menos sujeto a inspecciones de trabajo que otras formas de empleo. En España, por ejemplo, el hogar se considera un ámbito privado en el que las inspecciones que analizan (por ejemplo) los riesgos laborales no pueden actuar. Hace unos días, la OIT aprobó un convenio para tratar de corregir situaciones de desprotección como las reflejadas en el informe de la EFRA. Como el caso de una mujer de Togo que trabajaba 15 horas al día en casa de una familia en un país europeo. Limpiaba, planchaba, cuidaba a los niños... y dormía en un colchón en el suelo. No le pagaban un sueldo. Sus empleadores fueron condenados por esclavitud en 2005.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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