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España culpa a las petroleras de la campaña contra el biocarburante

El Gobierno impondrá el 5% de biocombustibles y niega que sean la causa del encarecimiento de los alimentos - Bruselas estudia reducir su objetivo

España se ha unido a Brasil y a EE UU en la batalla a favor de los biocarburantes. Frente al alud de críticas que acusan a la gasolina fabricada a partir de maíz o azúcar de encarecer los alimentos -discurso asumido por las ONG, la Agencia Europea de Medio Ambiente, el FMI y el Parlamento Europeo-, el Gobierno mantiene que no son la causa principal del hambre y sostiene que todo responde a "una campaña de las petroleras, que ven amenazado su negocio", según el secretario de Estado de Medio Ambiente, Josep Puxeu.

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"El petróleo sí encarece los alimentos, ya que desde la siembra, la recolección y el transporte está muy ligado al precio de los alimentos, pero nadie dice que la subida del crudo mata de hambre, sino que se achaca a los biocombustibles, que suponen un porcentaje muy pequeño", sostiene el número dos del Ministerio.

En España, los biocarburantes suponen actualmente el 1,9% de los combustibles usados en el transporte. La ley obliga a llegar en 2010 al 5,83% y, si prospera la directiva europea en tramitación, deberá alcanzar el 10% en 2020. "Mantendremos el objetivo legal y esperamos que Bruselas mantenga el 10%", añade Puxeu. Para ello, el Gobierno ultima una orden ministerial -envió un borrador a la Comisión Nacional de la Energía- sobre cómo y quién debe hacer la mezcla, ya que no serán optativos, sino que se incorporarán en las gasolinas tradicionales. Así, cada conductor repostará biodiésel o etanol sin saberlo.

Estos biocarburantes se obtienen del maíz, la remolacha, la caña de azúcar o los aceites usados y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia del petróleo. Surgieron como la gran esperanza contra el cambio climático pero en el último año han recibido un alud de críticas y se les acusa de causar el alza en el precio de los alimentos y así de matar de hambre y millones de personas.

El número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó en 133 millones en 2007, según el Departamento de Agricultura de EE UU, que afirma que 849 millones de personas ya sufren la escasez. El precio del arroz ha subido un 70% en un año (desde mayo está bajando), el del trigo se ha duplicado y el del maíz ha subido un 25% en dos meses.

Bruselas vive una guerra abierta que se recrudecerá en otoño cuando está previsto que se apruebe la directiva que fija que en 2020 el 20% de la energía de la UE sea renovable y que incluye el cupo del 10%.

La Agencia Europea de Medio Ambiente considera que no está claro que los biocarburantes mitiguen el efecto invernadero y sí que deforestan bosques tropicales, el Fondo Monetario Internacional afirma que son los principales culpables del alza de los alimentos. Y con ellas, del hambre. Ante estos datos, el Reino Unido, Holanda, Francia y Alemania han pedido revisar el objetivo del 10% y el Parlamento Europeo, en una votación no vinculante, ha pedido a la Comisión que reduzca el cupo previsto para 2020.

Puxeu matiza: "Los alimentos han subido principalmente por la subida continua del petróleo y porque los últimos años ha habido muy malas cosechas en grandes productores, como Australia o Ucrania, y a la vez otros países han limitado la exportación. Ahora las cosechas se están recuperando pero con el coste energético el precio sigue alto. Por eso hay gente que pasa hambre y ante eso hay que aumentar la ayuda a los programas de Naciones Unidas, como ha hecho España", que en la cumbre de la FAO en Roma en junio anunció una contribución de 500 millones más.

Y añade: "Aunque es verdad que en EE UU mucho maíz va para producir etanol lo cierto es que la producción ha aumentado tanto como lo que se destina a etanol". Es decir, según Puxeu, los biocarburantes hacen que se cultiven zonas hasta ahora en barbecho. En EE UU un tercio del maíz se destina ya a etanol.

España tiene interés en que la apuesta salga delante. Dos de las grandes empresas del sector son españolas, Abengoa y Ebro Puleva. Además, el país importa un 83% de la energía que consume y los biocarburantes son una de las pocas fuentes autóctonas. Por último, permiten mantener la agricultura y recuperar cultivos como la remolacha y el girasol y mantener la población rural. La UE retirará las ayudas a la producción de biocarburantes.

El apoyo expreso -hasta ahora la tesis era que había que estudiarlo- ha venido tras alguna discusión interna. La ex secretaria de Estado de Cooperación Leire Pajín defendía que sí causaban hambre en los países pobres y Jesús Caldera los citó como una de las causas de la crisis alimentaria. Pero Miguel Sebastián, Elena Espinosa, la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, y Puxeu han impuesto su tesis.

Los defensores de los biocarburantes exponen que hay alimentos, como el arroz, que se encarecen pero que no sirven para fabricar biocombustibles y que eso desmonta las críticas.

Los ecologistas, hasta hace poco partidarios de los biocarburantes, piden ahora que se reconsidere el objetivo. "Los apoyamos pero si no suponen más consumo de agua y si se producen cerca de donde se consumen", explica Ladislao Martínez, de Ecologistas en Acción, que critica que España importe etanol de EE UU, porque así el ahorro de emisiones es menor.

Lo que creen todos los expertos es que en el futuro los biocarburantes tendrán que proceder de algas o de residuos orgánicos, para no interferir en la alimentación. Pero aún falta.

Planta de producción de biocarburantes del grupo Natura en Toledo.
Planta de producción de biocarburantes del grupo Natura en Toledo.SANTI BURGOS

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