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España ya ensaya la generación de energía con las olas del mar

Esta fuente de electricidad figurará en el plan de renovables para 2011-2020

Pilar Álvarez

Van y vienen. Poco más, de momento. Pero las olas del mar esconden un gran potencial para producir energía. Y España quiere estar en cabeza. Tres comunidades autónomas lideran la investigación. Cantabria, País Vasco y Galicia preparan ensayos de este nuevo modelo, que aún es demasiado caro e incipiente. El Gobierno y los productores confían en sus posibilidades. En un horizonte de cinco años, según las estimaciones más optimistas, podría abastecer a 300.000 personas en España, la población de La Rioja.

Para demostrar que no es ciencia ficción, el Plan de Energías Renovables 2011-2020 incluirá las olas como una nueva fuente limpia, como el sol o el viento. Se pueden aprovechar las mareas y las corrientes, la energía térmica del océano -la diferencia de temperatura entre la superficie y el fondo marino- o el movimiento de las olas. España se centra en esta última opción, con gran potencial en el Cantábrico y el Atlántico. "Aún estamos en la fase precomercial, estudiando los distintos prototipos", explica Enrique Jiménez Larrea, director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) del Ministerio de Industria. Espera ver resultados en tres años.

En Santoña (Cantabria), a una milla del faro del Pescador, se instalará en septiembre una boya de 12 metros de diámetro y otros tantos de alto, pero que apenas será visible desde la orilla. El oleaje le hará subir y bajar con fuerza. Ese movimiento pendular provocará una energía mecánica que se trasladará a una bomba hidráulica y de ahí por unas tuberías hasta mover un alternador. La corriente saldrá al exterior mediante un cable, que no se colocará hasta febrero. "De momento sólo queremos medir y ajustar", explica Javier García, de Iberdrola Renovables, una de las promotoras del proyecto, presente también en el País Vasco.

En el puerto de Mutriku, en Guipúzcoa, se utilizará la llamada "columna de agua oscilante", que será instalada en el nuevo dique con una superficie de 100 metros de longitud. Cuesta 6,1 millones de euros e incluye una cámara de aire. Con la entrada de las olas, el aire se mueve y acciona las turbinas por las que sale la energía eléctrica. Comenzará a funcionar a mediados del año que viene.

Galicia apuesta por un tercer modelo que ya implantó Portugal. Se llama Pelamis (cobra marina, en griego). Es como un gran gusano articulado, que va amarrado al fondo del mar y produce energía gracias al movimiento de los empalmes de las piezas.

El IDAE espera que las tres plantas produzcan 10 megavatios de potencia en un máximo de cinco años. Para 2020 -cuando España debe producir un 20% de su energía de forma limpia, según el compromiso acordado en la Unión Europea-, se podrán alcanzar entre 300 y 500 megavatios, según Enrique Jiménez Larrea, del IDAE, que ayer culminó en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) el seminario Aprovechamiento y desarrollo de la energía de las olas. Esa cantidad sería suficiente para abastecer a tres millones de familias. Roberto Legaz, ex directivo de Iberdrola Renovables que impulsó el proyecto de Santoña, recorta esas previsiones. "No tenemos una bola de cristal para saberlo con precisión, pero si la tecnología evoluciona como esperamos y hay respaldo de las administraciones, se alcanzarían hasta 100 megavatios", que sería como dar luz a toda la población de la provincia de Valencia.

Una de las ventajas de la energía de las olas es que su movimiento se reproduce las 24 horas al día, aunque con más fuerza en invierno que en verano. Además "tienen una capacidad de predicción mucho mayor que otras renovables", dice Luis Mingo, portavoz de la Asociación de Productores Energías Renovables, con 350 empresas asociadas.

Tampoco los ecologistas lo ven con malos ojos. "No existe ningún sistema de producción de energía que sea inocuo, pero el uso de las olas es de los menos dañinos", explica José Luís García, de Greenpeace. Prefieren los prototipos en alta mar, como las boyas, a de tierra, como la columna oscilante de Mutriku. Pero la gran barrera es el coste. Un kilovatio de energía eólica supone 1.300 euros, la solar sube a 6.000. Y la marina, 12.000. El doble que la que produce el sol, diez veces más que la del viento.

Más de 80 prototipos

Unos parecen gusanos, otros pulpos gigantes que alargan sus tentáculos hasta el fondo del mar, oquedades en tierra con compuertas, boyas amarillas... Existen 81 prototipos diferentes para extraer la energía a las olas, una carrera que empezó Escocia hace casi una década y en la que Portugal se ha enganchado antes que España.

Para el año que viene, tanto el País Vasco como Cantabria quieren instalar grandes laboratorios en sus costas, centros de pruebas llamados nodos en los que probar y desechar diferentes sistemas. Todo para encontrar cuanto antes el modelo perfecto. "Aún no hay caballo ganador", explica Jiménez Larrea, del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), que añade que cada nodo se especializará en modelos distintos. "Queremos que sean complementarios para investigar distintas tecnologías". Primero tendrán que mejorar los prototipos.

En unos años, según estima el director del IDAE podrán concentrarse en los dos o tres mejores que se ajusten a las condiciones españolas hasta llegar a la producción industrial.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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