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Reportaje:

Esquimales, lapones y maoríes, del Artico a Australia

Los esquimales, término que significa comedores de carne cruda, se denominan en su lengua inuit, seres humanos, y se extienden desde el mar de Bering hasta el este de Groenlandia, por territorios de la Unión Soviética, Estados Unidos, Canadá y Dinamarca sobre el límite del círculo polar ártico. Se han llegado a diferenciar hasta dieciséis grupos y se conocen vestigios de su cultura procedentes del milenio anterior a la era cristiana.Los esquimales desarrollaron una tecnología avanzada con los escasos medios disponibles en los hielos árticos, que hoy comparten con los aviones, la radio, el radar y las armas de fuego. Su economía tradicional se basa en la caza de mamíferos acuáticos, sobre todo ballenas y focas, cuya carne les sirve de alimento, la grasa como combustible, la piel para fabricar los kayaks o canoas, con estructura de madera. Para los desplazamientos sobre tierra firme desarrollaron el kometik o trineo de perros.

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No existen cifras precisas en torno a su número, pero se cree que hay unos 25.000 en Groenlandia, cerca de 20.000 en Alaska, casi 10.000 en Canadá y 1.300 en Siberia. El idioma esquimal o aleutiano es hablado por unos 50.0010 individuos, desde Groenlandia hasta Asia.

El sueño de la unidad esquimal está lejos de cumplirse. La Conferencia Inuit del Círculo Polar agrupa a los esquimales de Groenlandia, Canadá y Alaska, pero aún no ha podido incluir a los de la URSS. Canadá impuso en los años cincuenta férreas restricciones para impedir la inmigración de groenlandeses. Los esquimales se encuentra divididos por las fronteras y los intereses estatales. Alaska fue reconocido en 1912 como territorio de los EE UU para frenar las oleadas de inmigrantes asiáticos. Convertido en 1959 en el 49 Estado de la unión, se incentivaron los puestos de trabajo para atraer mano de obra norteamericana blanca, que hoy supone el 80 % de sus 250.000 habitantes, y la casi totalidad de la población urbana.

En Groenlandia la administración danesa ha conseguido un récord mundial de alfabetización y ha orientado a sus 50.000 habitantes hacia la pesca industrializada, que absorben fábricas conserveras y plantas congeladoras.

Lapones, los habitantes del ártico europeo

Los sami o lapones ocupan una extensa región casi desértica, situada en el norte de la península escandinava, a caballo del círculo polar ártico. Dividida entre varios estados, Laponia cuenta con unos 22.000 habitantes en territorio de Noruega, 6.000 en Suecia, casi 2.000 en Finlandia y más de mil en la URSS.

Una minoría continúa viviendo en exclusiva de la cría de renos semidomesticados. Los salvajes prácticamente han desaparecido. Una familia media, de seis personas, consume un reno cada semana, y necesita un rebaño de 300 o 350 animales para asegurarse la subsistencia. Las pieles y la mejor carne se venden. Otra parte del animal se conserva, seca y salada, para los meses de trashumancia entre los refugios de invierno y las montañas, a las que los lapones regresan durante el breve verano. Otros grupos viven de la pesca, en las riberas de los ríos y los lagos de los bosques, o combinan esta misma actividad en las costas del mar Artico con la cría de renos.

El período fértil de la tierra es de sólo cuatro meses, entre la mitad de mayo y el comienzo de octubre. La agricultura apenas está desarrollada. La introducción de la patata ha supuesto un importante factor de estabilización de las poblaciones nómadas.

La primera referencia documental que se conoce acerca de este pueblo procede de Tácito. Los primeros intentos cristianizadores datan del siglo XIII, aunque sólo trescientos años más tarde lograría implantarse de modo significativo el rito ortodoxo.

Los lapones están divididos por numerosos dialectos, algunos irreconocibles entre sí. Son en su mayoría bilingües. Su tipo étnico es completamente distinto al de todos los pueblos que les rodean. Su origen continúa siendo un misterio.

Maoríes, una gota en el mar de Nueva Zelanda

Los maoríes llegaron a Nueva Zelanda entre los siglos XII y XIII procedentes de Tahití y del archipiélago polinesio de Sociedad. Pronto demostraron una gran capacidad de adaptación al medio y desarrollaron una cultura que hoy no se duda en considerar avanzada. Adaptaron cultivos, tejieron una variedad autóctona del lino y desarrollaron un modelo de vivienda, con paredes de madera, sólido y resistente.

Los navíos ingleses y escoceses representaron su primer contacto con los europeos. Toda la epopeya de la colonización británica se redujo a conseguir ingentes concesiones territoriales a cambio de bebidas alcohólicas, primero, y a recluirles luego en las reservas más inhóspitas. El incumplimiento de un tratado por parte de los colonizadores provocó la unión de todas las tribus contra los invasores. Entre 1840 y 1870 se desarrollaron sangrientos levantamientos de los maoríes, a los que replicaron los colonos con una política de exterminio. Los maoríes fueron diezmados también por las enfermedades que importaron los europeos.

Desde principios del siglo presente, los maoríes vieron reconocidos sus derechos políticos y muchos trabajaron en las plantaciones, aunque luego volvieron a sus iniciales formas de vida.

En la actualidad, se considera que los 210.000 maoríes están integrados con el resto de la población, pero ya sólo representan el 7 % de los habitantes de Nueva Zelanda, que en el pasado fuera su patria exclusiva, frente al 93 % de raza europea. La mayoría (dos terceras partes) se encuentran en zonas rurales, donde viven de la ganadería y del cultivo de maíz y tubérculos, sobre todo en las provincias del norte.

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