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Reportaje:

Falso himen para musulmanas

Polémica por la venta de un 'kit' que simula la virginidad

En el mundo musulmán los hombres siguen exigiendo a las mujeres con las que contraen matrimonio que sean vírgenes. Aquellas que no han respetado la tradición pueden, si disponen de unos ahorros, engañar a su esposo la noche de bodas haciéndose coser el himen para fingir ser vírgenes.

La himenoplastia, como se llama a la operación de reconstrucción de esa membrana, cuesta entre 300 y 500 euros en discretas consultas ginecológicas de Oriente Próximo y unos 2.000 en Europa. Pero una empresa china, Gigimo, amenaza el lucrativo mercado de esa cirujía plástica.

"No tenga miedo de perder su virginidad", proclama en su web en la que anuncia el "himen de la virginidad artificial". Gracias a él "podrá vivir de nuevo su noche de bodas cuando quiera". Sólo cuesta 29,5 dólares (20 euros).

Este invento japonés comercializado por Gigimo se introduce en la vagina durante veinte minutos antes de la relación sexual para darle tiempo a dilatarse. "Cuando su amante la penetre un líquido similar a la sangre se derrama, pero sin exagerar, justo la cantidad necesaria" para simular la ruptura del himen, se explica en la web. "Añada algunos gemidos y gruñidos y usted no será descubierta", concluye.

Sin efectos secundarios

El marido podrá así exhibir la sábana blanca con las manchas rojas que demuestran la virginidad de su esposa. Gigimo precisa que la membrana artificial y el líquido "no son tóxicos (...) ni tienen efectos secundarios".

En las sociedades musulmanas conservadoras sí los ha tenido. Los Hermanos Musulmanes y un buen puñado de teólogos e imanes se han movilizado en Egipto para que se prohíba el kit de Gigimo. Por ahora no lo han conseguido.

El primero en disparar en El Cairo fue, según la cadena televisiva Al Arabiya, Abdel-Moati Bayoumi, del Centro de Investigación Islámica. Emitió una fatua (edicto islámico) que condena a los importadores porque "expanden el vicio y animan a las chicas a mantener relaciones ilícitas al saber que pueden "recuperar" su virginidad".

Más contundente aún el iman Yussef al Badri exige que aquellos que "vendan el himen artificial sean azotados, encarcelados o expulsados del país para que nadie se atreva a seguir su ejemplo".

Rafia Zakaria, una filósofa paquistaní que dirige desde EE UU la Fundación Musulmana de Defensa Jurídica de las Mujeres, lamenta que "se perpetúe el mito de que las mujeres que no son vírgenes son hasta cierto punto sucias, impuras y no válidas para el matrimonio".

Además, "la colaboración de los hombres en hacer perder la virginidad a las mujeres es totalmente ignorada", recalca. A ellos no se les exige esa misma abstinencia sexual.

Zarakia aboga por recordar la historia del islam que, según ella, desmiente el mito de la virginidad: "Hay que destacar que el primer matrimonio del Profeta Mahoma fue con una viuda".

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