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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Importancia de los vertidos nucleares en el océano Atlántico

Poca gente conoce.la gravedad e importancia de los vertidos realizados en el océano Atlántico, que fueron siémpre ocultados celosamcnte por las autoridades implicadas. Según informaciones que ADEGA pudo conseguir de fuentes solventes, y gracias, a la colaboración del grupo Green Peacó en Holanda, el problema de los vertidos resultó ser más grave de lo previsto inicialmente y que sus consecuencias son imprevisibles, además de irreversibles, aumentado el peligro para los seres vivos si se siguen realizando vertidos radiactivos durante más tiempo, ya que, además de los de este año, está previsto continuar los vertidos hasta el año 2000.Resulta casi imposible determinar exactamente cuánto se lleva vertido de residuos radiactivos en el mar desde que comenzó la tecnología nuclear, pero se sabe que Inglaterra, desde 1949 a 1966, realizó vertidos, en la bahía de Vizcaya y Hurt Deep, de 5.500 toneladas de residuos radiactivos, a viente millas al norte de Guersney, en las islas Channel.

Esta radiactividad, considerada de baja intensidad, representa unos 45.000 curies (un cune equivale a la radiación de un gramo de rádium).

Por ser imprevisible la contaminación que se estaba ocasionando, en 1966 se abandonaron estos puntos de vertido, y también porque en Hurt Deep se habían dejado, durante la segunda guerra mundial, minas explosivas que podrían afectar a los vertidos radiactivos.

En 1967, la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE asumió la supervisión y control de los vertidos radiactivos en el mar, sumergiéndose en el NE atlántico 10.000 toneladas de residuos procedentes de Holanda, Bélgica, Francia, Inglaterra y Alemania.

Se calculan en 75.000 las toneladas vertidas en el cuadrante marítimo situado a 380 millas de las costas gallegas, en una fosa submarina ubicada a, una profundidad de'dos millas y media.

Regulación legal de los vertidos

Desde 1958, por la Convención de Ginebra sobre Alta Mar, se comprometían los países contratantes a adoptar medidas para evitar la contaminación del mar, por vertidos de, residuos radiactivos, así como a colaborar con los organismos internacionales a tales efectos a pesar de ello, por recomendación de la Agencia Europea para la Energía Nuclear, los vertidos se hicieron en la fosa submariña situada a 380 millas de nuestras costas gallegas y de las irlandesas.

Entre 1967 y 1971 se sumergieron residuos radiactivos entre las islas Azores y la Península Ibérica, con las protestas de Portugal y del Estado español, después de una reunión de científicos de ambos Estados en Lisboa.

En 1972, finalmente, ochenta países acuden a una, reunión en Londres, surgiendo la Convención sobre Prevención de la Contaminación Marina por Vertidos Radiactivos y de otras Materias, que entró en vigor en agosto de 1975, y fue ratificada por 41 países.

Este convenio internacional establece los residuos que no se piaeden verter en el mar en una lista negra, y otros que deben tener expresa. aütorización para ser sumergidos en el mar, en otra lista gris, y que son considerados de menor radiactividad. Estas autorizaciones deben garantizar que los vertidos no atentan contra el medio marino y también prever las consecuencias que se derivan de las sustancias radiactivas vertidas, provenientes no sólo de hospitales, como se quiso hacer creer a la opinión pública, sino también, especialmente, de nucleares.

La Agencia Intemacional de la Energía Atómica publicó, en 1976, un informe que fue puesto en cuestión por numerosos cientfflcos, y que últimamente el profesor doctor Jackson Davis, de la Universidad de Califomia, en Santa Cruz, afirma que no es correcto y que adolece de importantes errores científico, no estando garantizado en absoluto que la contaniinación marina no se produzca con esos vertidos radiactivos, que deben de ser almacenados en tierra, por ser, no sólo más seguro, sino incluso más barato.

Cada vez existe mayor presión popular, e incluso desavenencias entre los Gobiemos de los países, sobre este sistema de almacenamiento de los residuos radiactivos, e incluso países como Suiza y Bélgica palece que dejarán de participar en estas operaciones mientras no se lleguen a enterrar los resíduos, como, según parece, hacen las grandes potencias con los resíduos, radiactivos que producen sus nucleares.

Las cantidades vertidas en el mar fueron, además, aumentando progresivamente, y así, además de las 75.000 toneladas calculadas en ese cuadrante a 380 millas de nuestras costas, se realizaron los vertidos que se especifican en los cuadros, y que suponen un peligro real para los peces y demás especies vivas del mar y, por tanto, para el ser humano.

A pesar de todo ello, el director ,de la Junta de Energía Nuclear española y el subdirector del Instituto Español de Oceografía no tuvieron inconveniente en afirmar en Televisión Española, en contra de la opinión de todos los expertos en la materia, que estos vertidos frente a las costas de Galicia no suponían peligro alguno. Incluso los medios de comunicación dieron como sumergidos, primero 2.700 toneladas, y después, 4.000, cuando la realidad es que en septiembre de 1981 se vertieron 10.000 toneladas por barcos holandeses, protegidos por la fragata Piet Hunt, de la Marina de guerra holandesa.

En referencia a estos hechos, que ahora se repiten, no hay más remedio que presionar al Góbierno español y al"Gobiemo gallego (Xunta de Galíza) y seguir actuando a nivel internacional, como está haciendo ADEGA, Green Peace, etcétera, en conexión con grupos ecologistas, e incluso parlamentarios, de los países que deben dar la autorización para estos vertidos.

ADEGA, en su día, ya expuso a la Xunta de Galiza y al Gobierno español que protesten formalmente ante Inglaterra y los países de la OCDE por esta práctica contaminante, que afecta a los caladeros de pesca de barcos gallegos y portugueses; que soliciten de los organismos competentes en energía atómica el seguimiento y control de los bidones que se vienen depositando en el mar y, a su vez, que ordenen la realización de análisis de la vida marina para deternúnar la contaminación en la zona.

Xosé-Luis Fonteda Rodriguez es presidente nacional de la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia (ADEGA).

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