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Un niño español de dos años fue entronizado lama budista ayer en la India

El lama budista más joven del mundo, Osel Hita Torres, un niño español de dos años, fue entronizado y venerado ayer como la reencarnación de un lama tibetano ya fallecido, mientras lloraba y chupaba un caramelo. Osel, natural de Bubión, un pueblo alpujarreño de la provincia de Granada, vestía la típica túnica de color naranja, así como el puntiagudo sombrero amarillo -conocido como sombrero de la sabiduría- que usan todos los lamas tibetanos, mientras era llevado a su trono mordisqueando un juguete de plástico.

Los cuernos tibetanos, las gaitas, los címbalos y las campanillas sonaban también al unísono mientras el niño lama español era llevado hacia un pequeño templo de este pueblo indio rodeado de las cimas nevadas del Himalaya, donde el Dalai Lama ha establecido su cuartel general. Mientras aceptaba las ofrendas rituales de sus sonrientes seguidores, Osel jugaba con un coche de juguete y aprovechó para descender varias veces del trono de un metro de altura en el que estaba sentado para dirigirse a los brazos de su padre y junto a otro niño italiano que estaba en la sala.Alrededor de 50 monjes y monjas budistas, tibetanos y occidentales, cantaron sus plegarias durante una ceremonia que duró dos horas y media.

La madre de Osel, María Torres, de 33 años, miraba ansiosamente, mientras el padre de la criatura, Paco Hita, llevaba al niño hacia el trono.

"No, no", protestaba el niño, hasta que el gorjeo de un pájaro a pilas situado en una mesa cercana lo tranquilizó.

Osel, cuyo nombre significa en tibetano luz clara, es el quinto hijo de Paco y María, que dirigen un centro budista en el pueblo alpujarreño de Bubión, cerca de Granada, y ha sido reconocido como la reencarnación de su maestro, Thubten Yeshe Rimpoche, que murió hace tres años en California, tras haber fundado varias docenas de centros budistas en Occidente.

Según los numerosos seguidores del lama Yeshe, que han llegado a este pequeño pueblo desde Estados Unidos y Europa Occidental para asistir a la ceremonia, no hay nada extraño en el hecho de que el viejo maestro haya escogido reencarnarse en un niño occidental.

Según Lennie Kronisch, de 51 años, que ayudó a morir al lama Yeshe en California, y que cuidó del pequeño Osel durante un fin de semana, "la reencarnación es manifiesta si uno conoce a las dos personalidades. La de Osel es muy fuerte para ser un niño pequeño, es la mente de una persona de 40 años en el cuerpo de un bebé, su prestancia y algunos de sus gestos son iguales que los de Yeshe".

La ceremonia tuvo lugar en un centro de retiro fundado por el lama Yeshe en un pinar situado a 1.800 metros de altura, en el Himalaya, a un kilómetro de distancia del palacio del Dalai Lama, quien no acudió a la ceremonia, aunque ha visitado a Osel por tres veces. Los seguidores de Osel aseguran que el Dalai Lama lo ha reconocido como la auténtica reencarnación y que al menos uno de los monjes que asistieron a la ceremonia pertenece al monasterio del propio Dalai Lama.

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