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Guitarras sospechosas

La fabricación de instrumentos de cuerda ha puesto al borde de la extinción al palo santo de Río, protegido desde 1992

Tras una inofensiva guitarra se puede esconder una extensa variedad de especies de flora, algunas de ellas amenazadas. Cedro, abeto, ciprés, ébano, abedul y pino, entre otros, dan forma a tapas, aros, fondos, puentes y mástiles de guitarras, violines, mandolinas y bandurrias.

Entre todas las especies citadas falta el palo santo. Con este nombre se denomina a numerosas plantas que crecen en la franja tropical del planeta, de la Amazonia a la India. De ellas se extraen maderas muy apreciadas que dan forma a las guitarras más codiciadas y caras del mercado. Sin embargo, la codicia por conseguir estos instrumentos tan exclusivos (superan los 6.000 euros) llevó a una especie al borde de la extinción y al tratado que controla el tráfico mundial de flora y fauna (CITES) a prohibir su comercio.

El palo santo de Río, también llamado palisandro o jacaranda, está considerado una especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), debido a la intensa explotación a la que se le ha sometido tanto para la fabricación de instrumentos de cuerda como para determinados muebles y productos de artesanía. Su reducida población, limitada a bosques de la Mata Atlántica brasileña, y su bajo nivel de regeneración motivaron tanto su catalogación por la UICN como la prohibición del CITES, vinculante para los 173 países firmantes, entre ellos España.

A pesar de todo, desde 1992, fecha en la que el palo santo de Río se incluyó en el Apéndice I del CITES (el de mayor rigor de prohibición), el tráfico ilegal no se ha frenado. En el último informe presentado por las autoridades españolas (2005-2006) aparecen incautaciones en Madrid que ascienden a 600 kilos de madera de Dalbergia nigra, nombre científico de la especie. La cantidad es sustancialmente menor que la derivada del mayor golpe que el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) asestó en 2004 a una red que operaba entre Madrid, Cuenca, Valencia y Granada. En este caso fueron 33 toneladas las que se requisaron. Su valor superaba los tres millones de euros.

Hoy día, afortunadamente, hay fabricantes de guitarras conscientes del impacto ambiental que ocasiona su actividad. En una de ellas, Manufacturas Alhambra, afirman que la mayoría de sus proveedores cuenta con certificaciones que aseguran la reforestación. Y citan el caso de otro palo santo, el de la India, que procede de subastas públicas gubernamentales. ¿Y qué pasa con el palo santo de Río? En la empresa afirman que cuando en 1992 el CITES prohibió su comercio tenían en sus talleres 879 juegos y 22 guitarras en proceso de construcción. Las autoridades españolas emitieron los certificados pertinentes para poder venderlas, y desde entonces no han vuelto a utilizar palo santo de Río.

Uno de los últimos informes emitidos por el CITES confirma que el comercio de Dalbergia nigra ha disminuido desde su inclusión en el Apéndice I, pero que, a su vez, ha trasladado la presión a una hermana de género, la Dalbergia stevensonii, originaria de Belice, Guatemala y México. En total, tres especies más de este género están incluidas en el Apéndice III (se puede comerciar, pero con permisos y certificados oficiales del CITES), algo que debe mover a sopesar también los aspectos ambientales a la hora de comprar una guitarra. Una simple visita a las páginas www.cites.org y www.uicnredlist.org puede ayudar a identificar si la especie está o no protegida.

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