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RELIGIÓN

Ha muerto el cardenal Josyf Slipyj, un símbolo de la 'iglesia del silencio'

El cardenal ucraniano Jesyf Slipyj, considerado como un símbolo de la resistencia religiosa en el bloque soviético después de la segunda guerra mundial, falleció ayer en la Ciudad del Vaticano a los 92 años de edad. El cardenal Slipyj, arzobispo mayor de los ucranianos en la ciudad de Lwow, permaneció 18 años en prisión en la Unión Soviética, hasta que por mediación del papa Juan XXIII y del presidente Kennedy fue liberado en 1963. Desde entonces residía en el Vaticano.Nacido en la localidad ucraniana de Zazdrist, fue nombrado obispo en el año 1939, y en 1944 consiguió el arzobispado de Lwow, donde vivió hasta que fue detenido y deportado a Siberia por las autoridades soviéticas. En 1945 fue arrestado, junto con otros 10 obispos ucranianos, bajo la acusación de haber cooperado con las tropas alemanas de ocupación.

Después de la segunda guerra mundial las autoridades ucranianas suprimieron la Iglesia católica ucraniana, de rito bizantino, que había vuelto a la comunión con Roma en 1595, y la incorporaron a la Iglesia ortodoxa rusa. Josyf Slipyj fue enviado a los campos de concentración de Siberia y a otras zonas de la Unión Soviética y posteriormente pasó dos años en arresto domiciliario en las cercanías de Moscú.

Salida de la URSS

Su salida de la URSS se produjo después de contactos y negociaciones oficiales entre el Vaticano y la Iglesia ortodoxa rusa, que habían comenzado a raíz de la inauguración del Concilio Vaticano II. En febrero de 19631 y gracias a la intervención directa del papa Juan XXIII, el obispo ucraniano pudo salir de la URSS y se instaló en el Vaticano. También intervino en la petición de libertad el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.En 1964 el recién elegido papa Pablo VI nombró a Slipyj arzobispo mayor de los católicos ucranianos e hizo que ingresara en la Congregación Vaticana para las Iglesias del Este. Un año más tarde el obispo ucraniano fue nombrado cardenal de la Curia.

La Iglesia ucraniana en la diáspora le consideraba su jefe máximo, por lo que, en los últimos años del pontificado de Pablo VI, sus obispos pidieron a la Santa Sede que le reconociera como patriarca de la Iglesia de Ucrania. Por temor a una grave ruptura de la política con el Este, el Vaticano no llegó nunca a acoger esta petición. Ni siquiera el actual papa, Juan Pablo II, de origen polaco, le confirió el pretendido nombramiento de patriarca, a pesar de que en 1980 aprobó un sínodo de obispos ucranianos.

El cardenal Slipyj, considerado en otro tiempo como un símbolo de la resistencia religiosa en el bloque comunista, vivió los últimos años tranquilo en el Vaticano. No obstante, en algunas ocasiones criticó la postura del Vaticano de rechazar su nombramiento como patriarca de los ucranianos. Otras veces añoró públicamente en sus sermones "el día en que estaría de nuevo en Ucrania".

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