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Hay unas 350 mujeres encarceladas

Alrededor de 350 mujeres cumplen condena en las cárceles españolas. Y, sólo en Madrid, pasan de cuatrocientas las que viven una situación parecida, de privación de libertad, en las instituciones del Patronato de Protección a la Mujer. Un tanto por ciento alto de unas y otras -las segundas, menores de veinticinco años- son madres. Y la gran mayoría deben su situación a delitos de índole sexual. Son muchas las organizaciones y publicaciones feministas que han denunciado la situación específicamente dura de las mujeres en prisión.

En proporción con el número de presos masculinos (8.090, según datos facilitados por despachos feministas) el de 350 mujeres es corto. De ellas, un 51,61 %, cumplen condena por delitos contra las personas, frente al 16,07 % en el caso de los hombres, y sólo un 28,22 % penan delitos contra la propiedad (que entre los hombres sube al 57,40 %). El resto, unas pocas políticas y ese delito típicamente femenino que se llama «contra la honestidad».Hay que tener en cuenta que, entre los delitos contra las personas entran esos dos capítulos básicos en la criminología femenina: el, aborto y el infanticidio. Estos y la prostitución, dan el casi total de la población reclusa femenina española. De hecho, están considerados por penalistas clásicos -Lombroso y Ferrero- como «el equivalente del delito en la mujer».

Dónde

Las mujeres pueden cumplir condena en cinco penales: Alcalá y Alcázar de San Juan, para penadas menores de veintiún años, y Barcelona, Valencia y Yeserías (Madrid). Las de Barcelona y Alcázar de San Juan están confiadas a la orden de Cruzadas Evangélicas, y son muchas las denuncias del rigor religioso y el celo moral de estas monjas, «que se inmiscuyen en la vida privada de las reclusas hasta hacérsela imposible». A este respecto hay, al menos, un documento detallado que se refiere a la situación de Barcelona (inédito por ahora), y son varios los juristas que, en mesas redondas y conferencias, se han hecho eco de este problema.El tanto por ciento de analfabetismo real es muy alto. El origen social de las reclusas está en la pobreza. La falta de capacitación profesional es casi total y ha hecho que voces autorizadas pidan centros de capacitación en las propias cárceles para facilitar la integración en la sociedad a la vuelta. Mientras, el porcentaje de reincidencia entre las mujeres es -como en los hombres- el 70 %. Una cifra capaz de hacer meditar sobre el sistema penitenciario.

Proteger a las mujeres

«Dedicado a la tarea de salvar muchachas jóvenes en riesgo de caer, y a la de redimir muchachas caídas», según reza en sus estatutos, nació en 1942, el Patronato de Protección a la Mujer, que reconoce sus precedentes en el Patronato Real para la Represión de la Trata de Blancas. Las muchachas, entre dieciséis y veinticinco años, pueden pasar al la tutela del patronato por propia decisión («si ven en peligro su moral», dijo a EL PAIS el director del patronato), por la de sus padres, por la de los tribunales o por decisión de la propia junta.En el último trimestre del 76, sólo la junta provincial de Madrid, tenía a su cargo, según sus propios datos, 424 mujeres, el 10 % de las cuales llegan al patronato embarazadas, y otras muchas, madres solteras. Mientras en las cárceles, las mujeres conservan -sus hijos, si lo desean, hasta los tres años, -son muchas las protestas sobre las condiciones de vida de madres e hijos- el patronato permite tenerlos hasta los cinco.

La razón por la que se puede internar o proteger en residencias a estas mujeres, siempre tiene que ver, directamente, con la moral sexual. Por eso, para la regeneración de estas mujeres caídas, o para su prevención, los centros propios o relacionados con el patronato, están confiados a órdenes religiosas. Oblatas, Adoratrices, Cruzadas Evangélicas, Buen Pastor, Servicio Doméstico, son algunas. Y, precisamente, hacia el servicio doméstico se orienta a la mayor parte de estas jóvenes. En general, no les suele resultar satisfactorio.

De las condiciones de vida en los centros de internamiento del patronato dan una idea las cifras de fugas en la provincia de Madrid: dieciséis -de las que aparecieron nueve- durante el último trimestre del 76; cuarenta durante el anterior (36 reencontradas) y veinticinco en el último trimestre del 75. (El centro Janua Coeli da un alto porcentaje).

Para estar presos, ser mujer es peor. Primero, no solo en el patronato -que es un organismo paraestatal-, sino en las propias cárceles del Estado, hay una preponderancia de las órdenes religiosas en la custodia de las presas. Además, no existen cárceles abiertas -como en el caso de los hombres-, por lo que en el último tiempo de la condena, a las mujeres no se les suaviza.

Los desórdenes mentales que provienen del tipo de represión sexual carcelaria, se agudiza en el caso de las mujeres, a las que, casualmente, se encierra, en un alto porcentaje, por delitos sexuales. Histerias, homosexualidad, onanismo, son muy frecuentes.

Por último, la dirección de las cárceles de mujeres está llevada por hombres. Y ni estos, ni las tradicionales religiosas pueden sustituir al personal técnica y humanamente preparado que ellas necesitan. Conviene recordar que las dos personas que más hicieron por modernizar el sistema penitenciario español, -actualmente en constante conflicto- fueron mujeres: Victoria Kent y Carolina Coronado.

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