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Investigados 50 empleados por la mayor pérdida de material radiactivo de España

Los arcos de la planta de Salamanca no detectaron la salida de un bote con uranio

La Guardia Civil investiga a los 50 empleados con acceso al uranio que la empresa pública Enusa tiene en su planta de Juzbado (Salamanca) por la aparición de decenas de pastillas de uranio en el campo y fuera de la zona de control el pasado miércoles. La empresa cree que el robo es la hipótesis menos probable, y se inclina por el sabotaje, pero ha comenzado un inventario sobre cada gramo de uranio por si le falta más combustible nuclear. Ésta es la mayor pérdida de material radiactivo en España. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha calificado el incidente como el más grave desde 1995, y fuentes del organismo denuncian que supone, como mínimo, "una chapuza monumental".

La empresa Enusa realiza un inventario para ver si falta más combustible nuclear
Los inspectores se inclinan por el sabotaje, pero no descartan el robo

El pasado miércoles, un empleado de la empresa pública Enusa descubrió un frasco de plástico de un decilitro (del volumen de un Actimel) con decenas de pastillas de uranio. Las pastillas miden un centímetro de diámetro y dos de alto, como dos aspirinas grandes puestas una encima de otra. Las fuentes consultadas señalan que había menos de 100 pastillas aunque sí varias decenas. Como mucho, en ese volumen caben 63 pastillas.

El bote, de plástico blanco, como el que se puede utilizar en un laboratorio, estaba bajo una encina cerca de la valla de la instalación. Apareció al sureste de la fábrica -considerada la zona protegida- y aún dentro de las aproximadamente 500 hectáreas que tiene la empresa. Enusa es una empresa pública propiedad de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales y del Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales del Ministerio de Educación.

La aparición de ese bote levantó todas las alarmas del CSN. "Alguna vez hemos tenido algún caso de material radiactivo mal inventariado, pero nunca una pérdida similar", explica una fuente del consejo. Ese día, el CSN envió allí a sus inspectores y al director de Seguridad Nuclear, Eugenio Gil. Pese a ello, y a la gravedad del suceso, calificado como nivel 1, (en una escala de cero a siete, de menor a mayor gravedad) el Consejo no informó hasta el sábado a las 19.00. Se trata del incidente más grave desde noviembre de 2005 y la calificación puede agravarse conforme avance la investigación.

La Guardia Civil ha abierto una investigación sobre los 300 trabajadores de la planta, pero especialmente en torno a los 50 con acceso al uranio. Estas pastillas, apiladas en varillas se utilizan en las centrales nucleares como combustible nuclear.

El director de combustible de Enusa, José Gutiérrez, explicó ayer a este diario que la empresa ha comenzado un inventario de todas las pastillas de uranio -trata 300 toneladas al año-, que previsiblemente concluirá hoy: "Pensamos que es un hecho aislado, ya que todo el material está inventariado". Esas pastillas de uranio se envían a las centrales nucleares apiladas en varillas y allí generan electricidad.

La investigación se centra en cómo pudo pasar por los arcos detectores de radiación sin que estos pitasen. En teoría, cada gramo de uranio está inventariado y se puede seguir desde que sale de la mina hasta que llega a la central nuclear por qué manos ha pasado. "Hemos comprobado que los arcos funcionan correctamente. Estas pastillas emiten muy poca radiación, menos que muchos aparatos usados en medicina, pero aún así deberían haber dado la alerta", añade Gutiérrez.

Fuentes del caso se inclina por pensar que se trata de un asunto personal, de algún trabajador enfadado con la empresa. Pero tampoco se descarta el robo. Carlos Bravo, de la organización ecologista Greenpeace, apunta directamente a esta posibilidad: "Puede ser un robo. ¿Por qué iba a querer alguien llevar unas pastillas de uranio hasta la valla a no ser que fuera un robo o una advertencia para demostrar la falta de seguridad?"

La empresa y fuentes del consejo apuntan que el robo es improbable. "Estas pastillas tienen un recubrimiento cerámico que hace que no se pueda dispersar la radiación. Si se tiran a un río no lo contaminan y se puede estar cerca de ellas sin problema: la prueba es que estaban en un frasco de plástico. Además, con ellas es absolutamente imposible fabricar una bomba sucia", según el responsable del combustible en la empresa. Una bomba sucia es una bomba tradicional a la que se le añade material radiactivo para que disperse la contaminación. En ningún caso serviría para fabricar una bomba atómica. Un afuente próxima al caso detalló que "parece un sabotaje".

En cualquier caso, parece descartada la negligencia: aunque el bote de plástico en el que se hallaron las pastillas tiene alguna utilidad en la planta, jamás se utiliza para albergar el uranio y no puede ser un error. Bravo insiste en que, con los conocimientos adecuados, pueden convertirse en radiactivas.

El CSN ha optado por el hermetismo con el argumento de que la investigación corresponde a la Guardia Civil, pero fuentes del organismo señalan que "incluso si no fuera un robo, se trata de una chapuza monumental en la que se han incumplido todos los protocolos de seguridad".

El 16 de septiembre de 1997, la planta de Enusa despidió a un trabajador acusado de un sabotaje en las varillas de uranio que la empresa envió a la central de Cofrentes. La nuclear descubrió a tiempo la alteración y no hubo ningún problema.

ICV pide que comparezca Clos

El diputado de IU-ICV Joan Herrera llevará el incidente por la pérdida de las pastillas de uranio al Congreso. "Es muy grave y pediremos que comparezca el ministro de Industria, Joan Clos, y la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, Carmen Martínez Ten, para dar todas las explicaciones", afirmó ayer Herrera.La planta de Juzbado (a 25 kilómetros de Salamanca) tiene permiso para funcionar desde 1979 y comenzó a operar en 1985. El 5 de enero de ese año llegó a la fábrica el primer cargamento de óxido de uranio para comenzar la fabricación de los elementos nucleares. Pese a que años antes hubo mucha oposición a la planta, ese día sólo un grupo de ecologistas se concentró ante la entrada a la fábrica. Con los años, el municipio de Juzbado y sus gentes se muestran satisfechos de los beneficios que, en forma de ingresos por impuestos y puestos de trabajo, reporta la instalación, que se ha incorporado sin disonancia social en el austero paisaje que bordea la carretera entre Salamanca y Ledesma, informa Ignacio Francia.El alcalde, Fernando Rubio, del PSOE, afirmó ayer que "el pueblo está encantado con Enusa y con el trato que dan y la información que proporcionan". El pueblo tiene 190 habitantes y dos tercios de los trabajadores están en Enusa. En junio de 2006, el Gobierno le concedió un permiso de explotación por 10 años más.El regidor afirmó ayer que la tranquilidad en el pueblo era total y que muchos trabajadores incluso ignoraban el suceso.

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