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La Junta de Castilla y León permite la caza de 250 vacas abandonadas en el campo

Los cazadores abatieron el sábado 70 reses mansas, algunas de ellas rematadas con pistola

La Junta de Castilla y León ha permitido una cacería de ganado vacuno en un pueblo de la provincia de León, La Cabrera. Cuando murió Ángel Prada, el dueño de las vacas, las reses quedaron abandonadas y ahora son más de 200 las que pastan libres. Los herederos encontraron alguna dificultad para venderlas y la Junta ha decidido deshacerse de ellas dejándolas en manos de los cazadores de la zona. El pasado sábado abatieron cerca de 70, que luego fueron incineradas. El PSOE pedirá explicaciones por el "salvaje" método autorizado por el Gobierno de la comunidad.

El pasado sábado los cazadores de la zona de La Cabrera, al norte de León, cogieron sus escopetas y partieron a la montaña. Leonardo Prada, oriundo del pueblo de Llamas se preparó con otros miembros del coto: ropa de camuflaje, pasamontañas de color negro y botas resistentes. La mayoría llevó rifles con munición de grueso calibre, pero lo que iban a ver a través de la potente mira teles-cópica no eran tigres de Bengala, sino vacas preñadas, terneros o, en el mejor de los casos, pesados toros de más de 1.000 kilos que no despegaban el morro de la hierba ante la presencia de un ser humano.

Los animales abatidos se echaban a rodar ladera abajo, en algunos casos más de 400 metros. Algunas reses, atrapadas en matas de roble, mugían malheridas hasta que las remataban con pistola tras horas de agonía en algunos casos. Vacas a punto de parir, terneros, novillos y toros rodaban sangrando moribundos hasta dar con sus huesos en el agua de un arroyo o al pie de la carretera. Una vez allí la pinza de un camión las recogía y trasladaba hasta la planta incineradora de la empresa Rebisa en el pueblo leonés de Cabreros del Río.

Los cadáveres que quedaron en zonas de difícil acceso servirán de comida para carroñeros. Y la escena se repetirá en sucesivos fines de semana hasta dar muerte al resto de las vacas que, en pequeños grupos, pastan tranquilas. "Un espectáculo dantesco para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad", reconocía el sábado uno de los ayudantes de los cazadores.

Parte de las más de 250 reses que vagaban por los montes del municipio pertenecieron al tío de Leonardo, Ángel Prada, que murió hace 7 años. Los herederos, sus hermanos Lisardo, África y el padre de Leonardo, dejaron que los animales se aparearan en libertad en los montes comunales hasta que a alguien se le ocurrió que podían constituir un peligro para la veintena de vecinos que pueblan las aldeas y sus cultivos de berzas.

"Una barbaridad"

La Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León, que desde la muerte de Ángel Prada no realizó el control sanitario de las reses, ni ha certificado que padezcan enfermedad contagiosa alguna, según los alcaldes del lugar, decidió hace días que la solución era matar a los animales sin contemplaciones, a tiros, y de la manera más económica: que los cazadores del coto hicieran el trabajo. El grupo parlamentario socialista en las Cortes regionales denunciará ante la UE lo que consideran una "barbaridad".

El pasado mes de octubre la la empresa Tragsa recibió el encargo de la Junta de acabar con estas reses ante las dificultades de la familia Prada para vender los animales. Tras un día en el monte y un contrato que rondó los 84.000 euros, los técnicos no pudieron meter en los cercados a más de tres vacas. "Si se echa cebada en un sitio y se cerca, los animales van allí, seguro. Luego se les coge y se les analiza o se les mata, pero esto...", razona una mujer de Llamas. "A mí que me las den, ya verán si las cojo o no", decía otro vecino. "No hay sentido común en esto. Digo yo que habrá otras fórmulas", señalaba otro hombre el sábado.

Algunos alcaldes y miembros de juntas vecinales del PP critican en voz baja la medida ordenada por la Junta sin atreverse a impedir la masacre. "Esta carne se podía llevar a hospitales o para la beneficencia, porque mejor no la hay", lamenta el alcalde de Benuza, Rafael Blanco, el pueblo cabecera de municipio, que el pasado sábado acudió a la cacería como espectador. Luis Guerra, presidente de la junta vecinal de Llamas, fue una de las personas que requirió de la Junta una solución, porque "esta matanza, así...", reflexiona cabizbajo. África Prada, dueña de parte de las vacas, prefiere no opinar más de dos palabras. "Esto no está bién, pero yo no puedo decir nada", dice.

Bajo la vigilancia del Seprona de la Guardia Civil y la presencia a bastante distancia, con aspecto aburrido, de veterinarios de la Junta, los cazadores accedieron en tractores y vehículos todoterreno, a las zonas donde las reses pacían tranquilas. Varias horas de cacería concluyeron con una comida campestre. Uno de los cazadores quiso que su hijo de 10 años presenciara la matanza. "Mira bien, hijo, que esto nunca más lo verás".

Dos cazadores, ante una vaca abatida el sábado pasado en León.
Dos cazadores, ante una vaca abatida el sábado pasado en León.MARIFÉ MORENO

Una matanza "cruenta y salvaje"

Mientras en la provincia de León la Junta subvenciona con ayudas de la Unión Europea más de media docena de proyectos para potenciar la cría de ganado bovino en alta montaña, alrededor de 250 animales de estas mismas características -para algunos la cifra puede llegar a 400- van a ser abatidos a tiros en La Cabrera (León). La matanza, un divertimento sólo para los fines de semana, empezó el pasado sábado, último del mes de febrero. Hasta ayer se había dado caza a más de 70 reses, según los propios cazadores. Antonio Losa, procurador socialista considera que es "inaudito que en pleno siglo XXI el Gobierno regional del PP se muestre tan torpe e insensible como para recurrir a la barbarie de cazar estos animales, provocando así un sacrificio que no sólo atenta contra la sensibilidad, si no que además vulnera la legalidad vigente sobre la protección de los animales en el momento de su sacrificio o matanza".Los socialistas, ecologistas y veterinarios coinciden en que la Junta incumple la legislación que obliga al aturdimiento de los animales previo al sacrificio. Los primeros consideran que no se trata de una cacería si no de una matanza o masacre y exigen al Gobierno regional que explique por qué ha optado por un método "cruento", "insensible" y "salvaje", cuando existen otros sistemas de inmovilización más racionales, como la utilización de dardos con anestesia empleados en la captura de animales salvajes. A juicio de Losa, con actuaciones de este tipo, el Gobierno de Castilla y León está transmitiendo una imagen de "decadencia, falta de ideas e insensibilidad" que afecta a la imagen de la comunidad autónoma y que "los ciudadanos no se merecen".En La Cabrera como en otras zonas del norte de León, los ganaderos suelen mantener el ganado en los prados de alta montaña todo el año. La única diferencia con las reses cazadas que fueron de Ángel Prada es que éstas no tenían grapada en la oreja la chapa que certifica que han pasado el control sanitario.La Consejería de Medio Ambiente dio su parabién inmediato para que la matanza se realizara como una cacería, cuando los permisos para abatir lobos y jabalíes llevan meses de tramitación y se requiere un consenso previo con grupos ecologistas.

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