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Londres reformará la ley del libelo para acabar con la avalancha de denuncias

Científicos, académicos y periodistas acogieron ayer con euforia la propuesta del ministro británico de Justicia, Kenneth Clarke, de reformar la ley que rige el libelo para acabar con los abusos que se cometen en la actualidad en Inglaterra y Gales (la legislación es diferente en Escocia y en Irlanda del Norte).

El borrador presentado por Clarke tiene como objetivo que sea más difícil denunciar por libelo y que no se acepten denuncias procedentes de países terceros, salvo en los casos en que se demuestra que un tribunal británico es "claramente" el lugar más adecuado para litigar el caso.

La reforma pretende, entre otras cosas, acabar con el llamado 'turismo del libelo': la tendencia a aprovechar la laxitud de la actual normativa inglesa para presentar denuncias de libelo que no prosperarían en el propio país. Es un fenómeno especialmente relevante en Estados Unidos, donde es más difícil llevar a los tribunales a un medio de comunicación o a una editorial.

Famosos o empresas llevan a Inglaterra casos que no iban a prosperar en EE UU

En muchas ocasiones ha bastado la reproducción en Inglaterra de artículos publicados originalmente en Estados Unidos -aunque fuera tras la distribución en Inglaterra de cifras meramente testimoniales del material publicado- para presentar una denuncia en Londres que no habría sido aceptada en Washington.

Es una treta utilizada por personajes del mundo de los famosos, como Jennifer López, Cameron Díaz o Britney Spears. Pero también por multinacionales como McDonalds. O por personajes como el hombre de negocios saudí Jalid bin Mahfouz, que no pudo denunciar en Estados Unidos un libro sobre la financiación del terrorismo, pero lo hizo después en Inglaterra, donde se habían vendido tan solo 23 ejemplares.

Esos abusos llevaron al Congreso de Estados Unidos a aprobar una ley que prohíbe a los tribunales federales reconocer o aplicar sentencias de tribunales extranjeros por actos de difamación que no serían reconocidos como tales en Estados Unidos.

Pero la reforma no solo pretende acabar con el 'turismo del libelo', sino hacerlo más difícil en Inglaterra y Gales por los efectos que la actual ley está teniendo "en el debate científico y académico y en el periodismo de investigación", en palabras del ministro de Justicia. Clarke quiere que el denunciante demuestre que la difamación le ha producido "un daño sustancial", que los casos de libelo no sean necesariamente decididos por un jurado, o que solo se pueda denunciar una vez y no cada vez que se reproduce la información.

Aunque las propuestas han sido en general muy bien recibidas, no han faltado algunos críticos, en particular a la exigencia de que el denunciante tenga que demostrar que ha sufrido "un daño sustancial" debido al material publicado. "No es una sorpresa que apueste por la libertad de expresión. Pero creo que ha ido demasiado lejos. Me preocupa lo de demostrar el daño sustancial. Va a haber una enorme cantidad de casos argumentando qué significa eso exactamente y no lo sabremos hasta dentro de bastantes años", opinó un abogado citado por la publicación digital Legalweek.

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