Magnético Dalai Lama

El Dalai Lama pidió ayer desde Cataluña "autonomía genuina" para el Tíbet "dentro de la Constitución de China". Con este mensaje, el jefe espiritual de los budistas cerró un acto multitudinario, celebrado en el Palau Sant Jordi de Barcelona, al que acudieron cerca de 14.000 personas.

Fieles, monjes budistas, refugiados tibetanos, pero sobre todo militantes pacifistas, nacionalistas radicales y alguna que otra cara conocida, como Carmen Cervera, formaron una masa compacta que durante más de dos horas siguieron con estoicismo la conferencia del dirigente religioso titulada El arte de la felicidad. Todos habían pagado 20 euros por la entrada, lo que era considerado por los organizadores como una "ganga" si se consideran los 60 dólares que los seguidores neoyorquinos pagaron el pasado año por esta misma conferencia.

Budistas, pacifistas y nacionalistas siguen la conferencia del Dalai Lama sobre la felicidad

La visita del Dalai Lama a Barcelona, que finaliza hoy con una entrevista con el arzobispo de la ciudad, Luis Martínez Sistach, es la primera etapa de un largo viaje por el mundo. La segunda etapa de su periplo será Lisboa, para continuar en Alemania, Austria, Estados Unidos, Canadá e Italia.

El mensaje que el Dalai Lama dirigió ayer desde Barcelona a China fue considerado por algún seguidor como un intento por restablecer el diálogo, interrumpido en julio de 2005. La campaña del jefe budista coincide, por otra parte, con los prolegómenos de los Juegos Olímpicos de Pekín, previstos para el próximo verano. Pero además, este viaje tiene un contenido más prosaico: recaudar dinero con el que financiar el Gobierno en el exilio, asentado en la ciudad india de Dharamsala, y asegurar los centros asistenciales y culturales budistas del interior del Tíbet. Todos los años el Dalai Lama efectúa un periplo de estas características por los países occidentales, según recordó un portavoz de la Casa del Tíbet.

El líder espiritual se había entrevistado antes del acto multitudinario, con el responsable de Asuntos Religiosos de la Generalitat, el vicepresidente Josep Lluís Carod Rovira y con el presidente del Parlamento, Ernest Benach.